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El perfil del liberal en España

Los tres principales partidos de la derecha se definen como liberales; ¿quiénes y cómo son los ciudadanos que responden a esta etiqueta?

Abascal, Casado y Rivera, junto a otros dirigentes de sus partidos, en el acto en Colón por la unidad de España. / CARLOS ROSILLO
Abascal, Casado y Rivera, junto a otros dirigentes de sus partidos, en el acto en Colón por la unidad de España. / CARLOS ROSILLO

La receta liberal es como una paella. Está la valenciana que es la original, pero una vez puestos a venderla, admite los ingredientes que uno quiera. Seguramente por esto, la derecha ha decidido que este va a ser el plato principal de su menú político. En España, al menos tres de los cinco grandes partidos se definen, abiertamente y en ocasiones con vehemencia, como liberales. Este trío liberal arrastra a más del 40% de los ciudadanos que votaron en las últimas elecciones generales.

La receta común en los tres restaurantes lleva una buena dosis de ‘laissez-faire’ y tiene un precio similar. Pero como buenos estrategas del mercado, el marketing pasa por tratar de diferenciarse para maximizar los réditos electorales. En el restaurante de Casado lo llaman ‘contrato liberal’; en el de Abascal anuncian un ‘liberalismo conservador’; mientras que en el de Rivera están tan seguros de su receta que abandonaron la guarnición social y ahora solo sirven plato único. Lo deben preparar muy bien.

Dejando de lado el símil, parece pertinente estudiar este marco que se ha instalado de manera consensuada en toda la derecha nacional y parte de la subnacional. El liberalismo es una etiqueta muy rentable y poco discutida en estos momentos. Pero no sólo eso, implica todo un modelo de sociedad y constituye un sistema económico en sí mismo. En las constantes apelaciones de nuestros políticos, este marco conceptual puede resultar laxo y vago. Pero nada más lejos, el fondo ideológico del asunto es profundo, transformador y radical. En su faceta económica, la receta liberal empieza por reducir los impuestos y termina con la desaparición de lo público tal y como lo conocemos. Mientras que la arista social del término apuesta por las libertades políticas individuales.

Una vez presentada la oferta política que nos propone la derecha, cabe preguntarse: ¿qué acogida tiene entre la demanda y cómo se distribuye? Con dicho fin, parece oportuno indagar en las autodefiniciones políticas de los españoles. En su última encuesta postelectoral (estudio Nº 3248) de las elecciones generales del 28 de abril, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) pide a los ciudadanos que definan su ideología política dando a elegir entre 10 opciones y admitiendo dos respuestas. Es preciso apuntar que una de las principales limitaciones del análisis consiste en que la pregunta no consigue captar el amplio abanico de ideas que abarca el término liberal.

Según el CIS, liberal es la cuarta ideología más escogida como primera opción, se definen así el 10,5% de los españoles. Por detrás de los progresistas (10,9%), los conservadores (11,9%) y los socialistas (14,9%). Así, observamos que la demanda política de liberalismo no es tan importante como la oferta; y que, de aquellas definiciones vinculadas a la derecha, los conservadores todavía son más importantes cuantitativamente en España.

¿A quién votaron los liberales el 28-A?

Cerrando el foco de nuevo sobre los liberales, el siguiente gráfico muestra la distribución por partidos de este grupo (en el eje horizontal y el área de los círculos) y el peso que suponen los liberales en cada uno de los partidos (en el eje vertical). Ciudadanos es la formación que atrae al mayor número de electores liberales (más del 26% de todos ellos). En términos relativos, los partidos de la derecha son los que (a excepción del PNV) más porcentaje de liberales albergan en sus parroquias: para Ciudadanos suponen más de un tercio de su electorado, para Vox un 24%, para Junts per Catalunya un 22% y para el Partido Popular un 18%.

No obstante, estos electores no solo escogen opciones de derecha: encontramos un grupo muy numeroso de ellos entre los apoyos socialistas, un 18% del total, que, sin embargo, apenas supusieron un 10% de su electorado dadas las dimensiones del partido. Parece todavía más sorprendente (aun teniendo en cuenta la limitación anteriormente mencionada) que para Unidas Podemos (12% de sus votantes), Esquerra Republicana de Catalunya (13%) o EH Bildu (11%) estos votantes tengan tanto peso. Ya que, al menos en la dimensión económica, estarían en las antípodas ideológicas de sus partidos.

¿Cuál es el perfil sociodemográfico y electoral de los liberales?

Para ayudarnos a conocer mejor a quienes se declaran liberales, además del recuerdo de voto se ha incluido una serie de variables sociodemográficas en un modelo logístico. De este modo podemos observar la influencia en la probabilidad de ser liberal que tiene cada una de las variables señaladas en el siguiente gráfico. Además, se ha añadido otro modelo idéntico para la otra definición política dominante en la derecha, pudiendo comparar entre ambas.

En primer lugar, haber votado a cualquiera de los partidos de la derecha aumenta las posibilidades de ser conservador. Sin embargo, el mismo efecto sobre los liberales desaparece en el caso de Vox, desciende en el caso de los populares y aumenta para aquellos que votaron a Ciudadanos. En contraposición, haber votado a Unidas Podemos tiene efecto negativo sobre la probabilidad de ser liberal. Mientras que haber elegido al PSOE pierde su efecto sobre ambas variables dependientes.

Este resultado socialista puede estar detrás de la ausencia de efecto que tiene la ideología sobre ser liberal, unido al gran éxito de Ciudadanos entre los liberales. La auto ubicación ideológica, sin embargo, afecta a la probabilidad de ser conservador de manera positiva. Es decir, cuanto más a la derecha en la escala ideológica, más probabilidades de definirse políticamente como conservador, como cabría esperar.

El resto de variables escogidas no tienen efecto significativo sobre la probabilidad de ser liberal o conservador. Ni el sexo de la persona entrevistada, ni el tamaño de municipio en el que se reside ni los ingresos personales marcan diferencias en este sentido. Solo tener estudios medios aumenta la probabilidad de ser liberal sobre haber alcanzado como máximo la educación primaria.

Por último, el resultado más relevante, a juicio de quien escribe, tiene que ver con la edad. Es muy interesante observar cómo el puzle de las etiquetas de la derecha comienza a encajar por aquí. Aunque en el gráfico el efecto parece pequeño debido a la unidad de medida de la variable (1 año), la edad tiene un efecto significativo para ambas variables dependientes, pero en direcciones contrarias. En otras palabras; a mayor edad, más probabilidad de ser conservador y menos de ser liberal. ¿Será que el puzle encaja por casualidad o que la derecha lo ha hecho encajar?

Lo que parece la nueva etiqueta distintiva y transversal en la derecha no tiene todavía un éxito rotundo entre sus votantes (de momento solo se define así el 10% de los españoles), pero dados los esfuerzos de sus valedores, es probable que lo acabe teniendo. Por lo pronto, es posible que se haya encontrado un buen tapón liberal a la sangría de votos jóvenes que sufría la derecha en los últimos años.

Además, en el debate público, esta etiqueta parece ser la menos discutida de las cuatro más populares entre los españoles. Pudiera parecer que los adversarios políticos aún no se atreven con ella. Porque sí, liberal suena bien.

Señores de la izquierda: ¿Qué es el liberalismo? ¿Qué significa bajar los impuestos y por qué los liberales son los malos? Sean pedagógicos.

Nota metodológica: se ha escogido el estudio Nº 3248 del CIS por ser el más reciente con micro-datos publicados y por tener una muestra tan amplia (5.943 entrevistas). Para el gráfico de votantes liberales y recuerdo de voto, se ha incluido también a aquellos que declaraban ser liberales en segundo lugar de preferencia. Para las regresiones solo se incluyen aquellos que se denominan liberales o conservadores en primer lugar para que no haya lugar a duplicidades.

* Gonzalo Velasco Monasterio es analista político de la Fundación Alternativas

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