Otro agosto de turbulencias financieras
En los próximos meses habrá oportunidades para tomar decisiones que reduzcan la incertidumbre
A pesar de la aparente calma de estos últimos días, los elementos subyacentes a las recientes tensiones en los mercados financieros dejan un halo de preocupación por varios motivos. Primero, las perturbaciones son resultado de una combinación inusual de factores de incertidumbre geopolítica. Hablamos, por supuesto, de la nueva vuelta de tuerca en la escalada de tensiones entre Estados Unidos y China, tras el anuncio de nuevos aranceles y la fuerte depreciación de la divisa china, que es otra potencial amenaza para la estabilidad financiera global. Hablamos también del Brexit que, en medio de un gran caos político, sigue sin resolverse y asoma otra vez al Reino Unido al precipicio. Ninguno de estos dos elementos son nuevos, pero hay una sensación de estar a las puertas de un desenlace abrupto con consecuencias muy negativas. Además, en los meses recientes han reaparecido otros focos de incertidumbre, como es el caso de las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos e Irán, o las manifestaciones en Hong Kong.
Segundo, el impacto negativo de la incertidumbre comercial en la economía es cada vez más evidente. El sector manufacturero se está viendo seriamente afectado. En muchos países los indicadores adelantados muestran contracción. Esto explica, por ejemplo, la caída del PIB de Alemania en el segundo trimestre y que podría extenderse al trimestre en curso. Lo que confirmaría una recesión técnica de la principal economía de la zona euro. Los servicios y el consumo resisten bien, así que la pregunta es: por cuánto tiempo se puede extender esta divergencia y si las manufacturas anticipan una intensa desaceleración global, como descuenta el mercado de deuda, o si terminarán por recuperarse.
Tercero, y no menos importante, hay dudas crecientes sobre el papel de las políticas económicas para afrontar estos choques. El margen de la política monetaria es limitado, particularmente en Europa, donde el BCE no ha podido iniciar la normalización de tipos. Es más, es cuestionable su efectividad para afrontar este entorno; aunque ello no ha impedido que los bancos centrales (desarrollados y emergentes) respondan con nuevos estímulos. Este mes la Fed podría recortar otra vez los tipos y el BCE anunciar un nuevo paquete de medidas (incluyendo bajada de tipos y compra de deuda). De ahí la sugerencia de ceder el protagonismo a la política fiscal, tal y como se desprende del reciente simposio de Jackson Hole y del discurso de Christine Lagarde a escasas semanas de tomar el relevo al frente del BCE. Además, a diferencia de la crisis financiera global, en el actual entorno la coordinación internacional para tomar medidas será mucho más complicada.
En los próximos meses habrá oportunidades para tomar decisiones que reduzcan la incertidumbre y permitan reconducir esta dinámica. Esas decisiones marcarán el escenario económico de los próximos años.
Sonsoles Castillo, de BBVA Research.
Sonsoles Castillo, de BBVA Research.
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