El Banco Santander acaba con la marca Popular tras integrar su red
Dos años después de la compra, la entidad cántabra absorbe 1.600 oficinas y 3,5 millones de clientes del que fue su rival
Las oficinas de Andalucía del Banco Popular han sido las últimas en perder el rótulo de la histórica entidad, que contaba con 93 años de historia, en favor del Santander. Esta entidad lo compró por un euro —y absorbió 2.000 millones de su capital—, ahora hace dos años y cinco semanas.
El 14 de julio de 1926, con un capital de 10 millones de pesetas (60.000 euros) y con la denominación Banco Popular de los Previsores del Porvenir, se constituyó esta entidad en Madrid. Sobrevivió a la crisis provocada por la Guerra Civil, los difíciles años de la postguerra, la autarquía franquista y el desastre bancario de 1977 provocado por el declive industrial tras la crisis del petróleo. Incluso aprovechó estos difíciles años para crecer duplicando su red de oficinas hasta 1987, destacando por su eficiencia en los gastos y en la rentabilidad, hitos en los que llegó a ser de los mejores de Europa.
Pero los gestores cambiaron y la fórmula de crecer en crisis resultó ser un veneno. La apuesta por el suelo, las promociones y la vivienda hasta sumar más de la mitad del balance acabó con el banco cuando se hundió el valor de los activos inmobiliarios a partir de 2008. Pese a las dos ampliaciones de capital realizadas en 2012 y 2016, el agujero en sus cuentas era tan importante que nada pudo evitar su traumático final que afectó a 300.000 acciones que perdieron su inversión en los títulos del Popular.
El Santander ha integrado tecnológicamente las casi 1.600 oficinas del Popular, ha migrado a los 3,5 millones de clientes activos, que no han tenido que cambiar su número de cuenta ni sus tarjetas. También ha trasladado 15,2 millones de contratos, con 1,6 millones de horas de desarrollo de software y más de 60.000 pruebas, según el Santander.
Integración por oleadas
El banco decidió hacer la integración de manera progresiva y en diferentes oleadas para minimizar el impacto de las posibles incidencias que pudieran surgir y para mantener los números de cuenta y las tarjetas hasta el momento de su renovación.
En el proceso de integración han participado más de 1.200 profesionales de las áreas de tecnología y operaciones, se han invertido 1,6 millones de horas de desarrollo de software y se han realizado más de 60.000 pruebas.
Para tratar de cuidar las comunicaciones a los clientes, el banco ha realizado casi diez millones de comunicaciones, con 500.000 llamadas y 120.000 visitas. Además, para garantizar la calidad en la atención prestada, ha facilitado más de 190.000 horas de formación online a empleados y 133.000 de formación presencial.
Según una encuesta del banco, el 91% de los clientes migrados afirmó estar informado del proceso de integración y un 55% se declaró "muy satisfecho" con las comunicaciones recibidas, con calificaciones entre 9 y 10.
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