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Tribuna patronicada por Banca March
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La tibieza china y el arte de la guerra

Durante los últimos días, lejos de alcanzarse el acuerdo comercial entre EE UU y China que Donald Trump prometía, hemos asistido a un recrudecimiento de las tensiones. A pocas horas del supuesto estrechamiento de manos, el presidente norteamericano anunciaba la subida de aranceles del 10% al 25% a más de 5.000 productos chinos valorados en 200.000 millones de dólares. En las horas posteriores amenazaba con la imposición de medidas adicionales sobre otros productos chinos importados por valor de 300.000 millones y declaraba una emergencia nacional para prohibir a las compañías de su país usar equipos de telecomunicaciones fabricados por empresas que supuestamente intentan espiar a EE UU, obligando a restringir negocios con firmas como Huawei.

Sorprendentemente, estas agresivas medidas han venido, de manera simultánea acompañadas de una “buena voluntad” de seguir negociando y de intentar alcanzar un acuerdo, posiblemente en la próxima reunión del G20. ¿Entendimiento? ¿Desde cuándo estar cerca de alcanzar un acuerdo implica garrotazos semejantes? ¿No será un farol más de Trump, un último suspiro antes de plegar velas como hizo con el NAFTA? Por el momento, China ya ha anunciado que elevará aranceles desde el 5% al 25% sobre las compras de productos estadounidenses por valor de 60.000 millones de dólares. Además, la decisión podría complementarse con el parón en la compra de productos agrícolas o energéticos, así como la ralentización de pedidos de aviones.

A primera vista, la reacción del país asiático parece tibia pero, ¿será que China negocia de una manera diferente? En el siglo V a. C., el maestro chino Sun Tzu, en su tratado de estrategia militar titulado El arte de la guerra, escribió que hay que “vencer sin derramar una gota de sangre”. Por ahora, el país asiático, que tiene un superávit comercial con EE UU de 375.000 millones, dispone de menos margen para imponer aranceles directos sobre las importaciones norteamericanas, pero Trump no debería olvidar que el 20% de su deuda está en manos de los chinos, ni que, si el desacuerdo persiste, Xi Jinping podría recurrir a devaluaciones competitivas del yuan, que ya está en 6,89 frente al dólar, muy cerca de mínimos históricos.

Las nuevas subidas arancelarias de ambas potencias, sumadas a las anunciadas durante los últimos meses, supondrán un impacto en el PIB Chino del 0,8%, mientras que EE UU, una economía mucho menos exportadora, se verá afectada en menor medida y su PIB tendrá un impacto del -0,3%. Al final habrá acuerdo; el problema es que este puede demorarse y las Bolsas, hoy por hoy, no descuentan una situación más prolongada de negociaciones, menosprecian las revisiones a la baja de beneficios y se dejan llevar por la enorme liquidez de los bancos centrales. Tal y como aconsejaba el maestro Sun Tzu, “la defensa es para tiempos de escasez y el ataque (activos de riesgo) para tiempos de abundancia”. Continuamos recomendando cautela.

Joan Bonet es director de estrategia de mercados de Banca March

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