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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Salarios y resultados empresariales

Para fomentar la innovación interna hay que asegurar que los beneficios serán repartidos entre quienes los produjeron

Adrián Todolí
Rafael Ricoy

El intraemprendedurismo es un concepto aparentemente nuevo que, sin embargo, lleva entre nosotros desde el propio origen de las empresas. El intrameprendedurismo surge de la necesidad que tienen las empresas ya existentes de conseguir que sus empleados innoven en la sede de la misma para no quedarse atrás.

En la última década, hemos presenciado una explosión de la cultura del emprendimiento y la innovación de la mano de start-up. Esto es, un joven que tiene una idea y para ponerla en marcha funda una empresa donde desarrollarla. Este sistema de innovación ha dejado atrás a las grandes empresas ya instaladas en el mercado, que observan cómo otras de reciente creación con nuevas ideas y nuevas fórmulas de gestión entran en su sector, llegando, en ocasiones, a desbancarlas. Hasta hace pocos años, la innovación era coto privado de las empresas farmacéuticas y de otras industrias pesadas. En la actualidad, no obstante, la innovación ha incidido especialmente en el sector terciario a través de plataformas de Internet y aplicaciones. Y, si no, miren el sector de la hostelería con Tripadvisor o Airbnb.

Como respuesta a esta amenaza, surge el concepto del intraemprendedor. Las grandes empresas —y empresas no tan grandes, pero con la intención de aumentar su cuota de mercado— se han dado cuenta de la necesidad de innovar en el marco de su propia empresa. Sin embargo, esto es más fácil decirlo que hacerlo.

Las organizaciones empresariales actuales están estructuradas basándose en un sistema de “mando y ordeno”, que desincentiva la innovación. Un sistema de jerarquías que, ontológicamente, recompensa a los trabajadores por sus éxitos pasados y no por las nuevas aportaciones realizadas en la empresa. Una estructura de raíz conservadora que teme que la innovación dentro de la empresa les haga perder esa posición superior que alcanzaron en el pasado.

Ser emprendedor es algo más que ser un autónomo o fundar una start-up. La sociedad no puede conformarse con eso

Por ello, el intraemprendedurismo, para que funcione, requiere un cambio de mentalidad. La innovación en la empresa se obtiene recompensando a los trabajadores por sus aportaciones y compartiendo con ellos los beneficios producidos por las mismas.

Los sistemas salariales basados en resultados prometen a los trabajadores que cualquier ganancia o reducción de costes de los que se beneficie la empresa será compartida con ellos. De esta forma, se incentiva la invención creativa de los trabajadores para solucionar problemas y mejorar productos.

Es posible que los directivos desconozcan dónde se encuentran las deficiencias de su empresa o las circunstancias susceptibles de mejora en sus productos, pero esperan que, estimulando correctamente a los trabajadores, estos los encuentren y los solucionen por ellos. A cambio, el empresario accede a compartir esas ganancias derivadas de las mejoras de la innovación.

Estos sistemas persiguen que los trabajadores, de manera voluntaria, realicen funciones que un sistema disciplinario no podría imponer. Si el propio empresario ignora dónde residen las ineficiencias en su empresa, difícilmente podrá aplicar sanciones para que los trabajadores detecten y solucionen lo que él mismo desconoce. Por ello, estos sistemas salariales dotan al empresario de instrumentos que le permiten obtener una productividad y unos resultados empresariales superiores a los que arrojaría ningún sistema disciplinario.

Desde las instituciones se promociona el emprendedurismo. Todo el mundo ahora “quiere” ser emprendedor. Pero ser emprendedor es algo más que ser trabajador autónomo o fundar una start-up. La sociedad no debería limitarse a convertir trabajadores laborales en autónomos. En cambio, se deberían adoptar mecanismos que incentiven también a los emprendedores dentro de las empresas, porque los hay. Sistemas que fomenten la innovación interna, lo cual requiere, esencialmente, que se asegure que los beneficios obtenidos serán repartidos entre aquellos que los causaron.

Adrián Todolí Signes es profesor de Derecho Laboral y Economista en la Universidad de Valencia . Además, es autor del libro ‘Salario y productividad’

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