Loles León: “Para mí ha sido decisivo nacer en la Barceloneta”
La actriz afirma que los partidos políticos que votaron no a que se le concediera la Medalla de Oro de Barcelona son de derechas y que el boicot ha sido “un atropello a la cultura”

Loles León (Barcelona 1950) ha transitado por lo mejor de la dramaturgia latinoamericana, por grandes autores contemporáneos como Bertolt Brecht, Jean Cocteau, Boris Vian, le hubiera gustado hacer algún Shakespeare, fue de la mano con las gentes de la cultura en las movilizaciones antifranquistas de los años setenta del pasado siglo y estuvo imbuida por el mejor teatro barcelonés del tardofranquismo y la transición. Pero también ha sido vedete del Paralelo barcelonés, donde cantaba los rabanitos o El pito, trufados con textos de más enjundia . Además es conocida como chica Almodóvar, como la Menchu de Aquí no hay quien viva, como una concursante de Master Chef o como actriz reclamada por cineastas de la talla de Vicente Aranda, Antonio Mercero, los Trueba, Frances Betriu, los Iborra, Juan Cavestany y en los últimos años forma parte de esa familia tan rara que comanda Santiago Segura. Todo ello, unido a sus múltiples apariciones en televisión, han hecho de Loles León un personaje que cuenta con fans de 4 años hasta centenarios. Y una vez más se ha visto rodeada de polémica, y esta vez sin abrir la boca. Cuando el alcalde barcelonés Jaume Collboni la propuso para recibir la Medalla de Oro de Barcelona y ¡oh sorpresa!, la iniciativa no es aceptada por cuatro partidos políticos (PP, Vox, Junts y ERC) que ganan la votación.
Pregunta. ¿Sabía que le iban a proponer la Medalla de Oro de Barcelona?
Respuesta. De verdad que estas cosas me dan igual, porque no las espero, ni las pretendo. La pasión por este oficio es tan grande que lo que me gusta es que me digan cosas gratas en un taxi o en la charcutería, eso sí es importante. El alcalde Collboni está encantado conmigo porque sabe que hablo de Barcelona alrededor del mundo y estoy orgullosa de donde he nacido.
P. ¿Pero usted se siente merecedora?
R. Recibir una medalla de tu ciudad es un acto de agradecimiento y mejores representantes de Cataluña que Serrat y yo no hay. Tendrían que pensar un poco más, Cataluña no se merece estos cuatro partidos. Vayamos hacía adelante, aunque lo hacen difícil. No hay más que pensar cómo en los setenta Barcelona era la ciudad más cosmopolita de Europa y ahora se ha provincianizado. No se puede dejar que unos pocos empobrezcan Barcelona con actos que no dan brillo, ni riqueza.
P. Cree que los que votaron no (PP, Vox, Junts y ERC) a que recibiera usted la Medalla de Oro, lo hicieron por las razones que adujeron: unos que era para atacar a Collboni, otros que usted vota socialista, otros que no ha defendido la normalización lingüística del catalán…..
R. Esta medalla la transformaron en una cuestión política. Yo me fui de Barcelona porque después de haber hecho una importante carrera toda en un catalán perfecto, mejor que el que hablan estos que han votado no, salió lo de la normalización del catalán y de pronto pasé de ser una buena actriz catalana a convertirme en una charnega, botiflera, y colona.
P. Usted nació en la Barceloneta, que era un barrio humilde de pescadores
R. Para mí ha sido decisivo nacer ahí. La cultura que tengo viene de mi barrio, donde vivíamos en la calle, nos duchábamos en un club de natación de la Barceloneta, porque vivíamos en casas sin baño, de 30 metros, donde en mi caso pasaba muchas horas en una churrería y donde no hay nada más importante que la solidaridad, con los problemas en las cuentas de la Paquita, los cuernos de la Angelita o la palizas que le daba el marido a mi vecina. Estoy orgullosa de haber tenido esas vivencias y de haber llegado a Madrid con el bagaje que he llegado. Lo de la medalla me ha hecho mucha gracia y poco más.
P. ¿Ha detectado clasismo por los diferentes registros y géneros teatrales que ha tocado?
R. En los años setenta no se comprendía que fueras al Paralelo y al Arnau porque te gustaba trabajar de vedete e hicieras también Brecht. El clasismo estaba a la orden del día y que vieran que por las mañanas grababas el programa Lletras catalanas, con los mejores intelectuales, en catalán y con una dicción y corrección lingüística, algo que siempre he vigilado mucho. Pero los sábados estabas en Terra de Escudella, haciendo de madre de una que comía discos…. Terminaban apartándote. Pero tengo muchos dones, nací con ello.
P. ¿Qué tipo de sentimientos le aparecen cuando dicen que empezó con Almodóvar o qué es la Menchu de Aquí no hay quien viva?
R. El sentimiento es de un agradecimiento total y absoluto a esa chica de la Barceloneta que se propuso realizar sueños y apareció Pedro dándome ese papelito. Son sueños que tenía desde pequeña cuando mi abuela me llevaba con tres años al cine a las tres de la tarde, o tras cenar en la churrería, mi padre me llevaba con cinco o seis años a ventas y tabernas a ver a grandes bailaores o cantaores. Yo me veía como una artista de Hollywood cuando decían ‘Mari canta’, ‘Mari baila’.
P. ¿Cómo llega al teatro?
R. Trabajaba en una tienda de textiles que abrió una boutique de ropa para gays, cuyo encargado como era tartamudo y le pareció muy largo el nombre de Dolores, me puso Loles y ahí se ha quedado. Un día a la salida fui a buscar a una amiga al Instituto del Teatro, descubro lo que estudian, veo que es lo mío… Pero como estudie comercio en vez de bachillerato superior me negaron la matrícula. En el tablón de anuncios de allí encuentro que piden figurantes para hacer Los reyes, de Cortázar. Entre la entrega que puse y el artisteo que arrastraba de actuar por bares, pronto me dieron un papelito con frase y ahí me quedé, con todos los que no accedían al Instituto del Teatro. Montábamos a Enrique Buenaventura, Jorge Diaz, Cortázar, Neruda, espectáculos en torno a Miguel Hernández, mi favorito, Lorca… La policía, tras pasar la censura, nos comunicaba que podíamos representar tres días, pero con retén en la sala por si decíamos la palabra libertad. Al final la decíamos y salíamos corriendo. Allí me lío con el director, que es el padre de mi hijo Bertoldo [nombre en honor a Brecht], y salimos en 1973 a Suecia para evitar que él hiciera la mili. Llevábamos meses cuando nos dicen que ETA ha matado al jefe del estado español. Volamos a España y aquí nos enteramos que han matado a Carrero Blanco, no a Franco como pensábamos, pero nos quedamos.
P. ¿Todo ese teatro lo hacía en catalán?
R. Sobre todo cuando me incorporé a la escuela de Ricard Salvat, y poníamos en escena a Salvat-Papasseit, Josep Maria de Sagarra, Pitarra; empiezo con el Grec, con la sala Villarroel, y profesionales como Ángel Alonso, José Antonio Ortega, Adolfo Brass, Gloria Muñoz y hacemos el grupo La favorita, llevando teatro infantil por toda Cataluña y por las noche Brecht, menos cuando programábamos a Margallo, Tábano, Goliardos. Yo me encargaba de infraestructura de la sala, actuaba e íbamos a las protestas de la huelga de actores del 75. Y llegaron a mi vida profesionales como Joan Lluis Bozzo, Mario Gas, Lluís Pasqual y aterrizo en La Cúpula Venus, empiezo a hacer cine con modernos cineastas como Manolo Iborra, Carlos Jover, José María Forn ….. Yo quería despuntar, hacía monólogos de Woody Allen, Lorca, números con el grupo de Oriol Tramvia, textos del mejor teatro de vanguardia europeo mezclado con canciones pícaras e improvisaciones, incorporando al público en el espectáculo, cantando Rabanitos o El pito.
P. También fue vedette del Paralelo
R. Segunda vedete. La primera era una inglesa a la que yo le llegaba a las tetas, pero yo hacía números cómicos, estaba curtida y hablaba a la gente de otras cosas. Empezaron a salir críticas muy buenas de gente sesuda como Joan de Sagarra, Peiró o Ruiz de Villalobos. Venían mucho porque cambiaba cada día, me trataban muy bien y todo en catalán. Algo parecido ocurrió en 1984 cuando me traslado a Madrid y actuando en el Molino Rojo, programada por el Festival Internacional del Teatro, junto a Pepe Rubianes, El Brujo, Pavlovski, Christa Leem, Tortell Poltrona y Pep Bou aparecen a verme intelectuales como Eduardo Haro Tecglen, Francisco Umbral y otros muchos. Aquello fue determinante en mi carrera.

P. Al final se ha visto envuelta en una polémica no buscada. Cómo cuando se cayó por la escalera de un hotel y se descubrió que estaba pasando la noche con Jeremy Irons, cosa que provocó envidias, lo del actor no la caída.
R. No entiendo que sea centro de atención, pero cada vez que abro la boca sube el pan. Siempre he sido polémica, pero soy diversa. Ahora están con lo de la política. Yo no soy ni yolandista ni sanchista. Voto al PSOE esté quien esté. Me tuve que ir de Twiter por recibir cientos de insultos. Me llamaban obscena, y mezclaban todo.
P. ¿Qué sentimientos le produce tanto apoyo de gente importante hacia su persona, y el que la Asociación de actores y directores profesionales de Cataluña se nieguen a asistir al acto de entrega de esas medallas por el boicot que le han hecho?
R. Al menos he pensado ‘no estamos solos’. Me sentía muy sola. Ha sido un atropello a la cultura, como les gusta a estos políticos. La cultura ni la huelen y les molesta, la menosprecian y si pueden enterrarla, mejor. Lo de la asociación de mis compañeros es porque estamos hartos; no quieren que se nos vea, porque la cultura les da mucho miedo, desde siempre, siguen prohibiendo incluso ahora. ¿De qué tenéis miedo?, ¿de que os desenmascaren? Los cuatro grupos que han votado no a la medalla son de derechas y lo único que me ha dolido ha sido el atropello cultural que le han hecho a toda la profesión de Cataluña. Llevamos luchando por la profesión teatral en Cataluña ni se sabe cuánto, pero la dignidad no la hemos perdido. Hemos tenido que luchar para que no nos borren del mapa. Para mí la medalla es lo de menos, pero partimos de cero cada vez que ocurren estas cosas y somos muchos los que nos hemos tenido que ir del lugar donde tenemos a nuestra gente, nuestra familia… No tener a nadie es durísimo y en Madrid he recibido mucha amistad y gente dispuesta a ayudar en lo que fuera.
P. ¿Fue duro el desembarco en Madrid?
R. Carlos Sánchez de Tábano me dio trabajo en el Elígeme [conocido bar con actuaciones] . Entonces no había jefes de casting me iban a ver y empezaron a contratarme.
P. ¿Ha hecho trabajos alimenticios?
R. Muchos. Lo que no he hecho es trabajar con quien fuera dañino
P. ¿Cuáles son los trabajos alimenticios? ¿Los que no le gustan o los que le parecen un truño?
R. Los que no me parecían buenos. Pero siempre he ayudado a que fueran mejor, a que no fuera tan malo y trataba de que lo que yo hacía fuera lo mejor posible. Esta profesión da sentido a mi vida y eso también es mi profesión.
P. Si le dejaran el Arnau rehabilitado u otro teatro importante, ¿qué tipo de programación haría?
R. Haría revista y music-hall. Sé tanto de eso…. y sé a quién hay que llamar. Y Zarzuelas y representaciones para explicar la menopausia, como hice con un grupo de ginecólogos. Me gustaría incorporar cosas así.
P. ¿Aún tiene ganas de ligar o ya no le queda nada por descubrir ahí?
R. Me gusta divertirme, salir, hablar, discutir, de cine, teatro, confrontar con los amigos, a lo mejor un revolcón, pero no más. De joven ya hacíamos camas redondas y orgías y queda el ADN. Pero no más y vivir sola es estar en la gloria.
P. ¿Tiene el síndrome habitual en los actores deslenguados, que su problema de fondo es una gran timidez superada a base de descaro?
R. Yo creo que sí, a veces me calan, porque la gran coraza es la provocación. Sales para hacer una vida que no es tuya, soy yo en mi casa y en los platós, allí soy gritona y muy directora porque quiero que salga muy bien y cuando viene alguien y me dice relaja, lo hago. Pero soy muy perfeccionista. En la gente nueva hay dos extremos y con los dos hay que tener cuidado. Con muchos libros, talleres, métodos, etcétera, porque tienes un sueño y una vocación, que puede ser mutilada. Y aún es peor los que llegan y se creen que para hacer esto no hace falta formación.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.