Ocho de cada diez empresas españolas aún no usan Internet para vender, según la Cámara
José Luis Bonet destaca la necesidad de implicar a las pymes y de la necesria colaboración entre las empresas y las Administraciones para "estar en primera línea" de la digitalziaicón
Solo el 19,6% de las empresas españolas con más de 10 empleados realizaron ventas mediante comercio electrónico en 2017, según el informe España Empresa Digital elaborado por la Cámara de España que será presentado mañana a la comisaria de Economía y Sociedad Digitales, Mariya Gabriel, en Madrid. El presidente de la institución cameral, José Luis Bonet, ha subrayado en rueda de prensa, que “la clave está en implicar a las pymes y que haya una conexión con las Administraciones para fomentar la colaboración pública-privada”. Para Bonet, que recordó que España siempre ha llegado tarde a las revoluciones, “hay que aprovechar la oportunidad de estar en primera línea de la revolución digital.
El citado porcentaje, que es la media entre las pymes (entre 10 y 249 empleados) y las grandes (más de 250), se eleva al 40,48% en este colectivo, o lo que es lo mismo, casi el 60% de las grandes empresas no realizan ventas online. El uso se reduce al 4,95% en las microempresas (de menos de 10 empleados). Las ventas a través de este canal (259.515,6 millones de euros) representaron el 17,3% del total frente al 16,6% de un año antes. Otra de las interpretaciones de los datos ofrecidos este lunes por la Cámara es que ocho de cada diez empresas aún no usa Internet para vender o comercializar sus productos o servicios.
El informe deja palpable que los clientes están mucho más avanzados y van por delante de las empresas en el uso del comercio electrónico. “Los datos, con número escaso de empresas participando en el e-commerce, contrastan con el hecho de que un 54,7% de los usuarios españoles con conexión a internet ha comprado por vía electrónica”, según ha resaltado Carlos López Blanco, presidente de la Comisión de Digitalización de la Cámara que ha realizado el informe durante los últimos 12 meses y en la que participan empresas como Telefónica, Indra, Iberdrola, Orange, El Corte Inglés, Aena. BBVA o LaLiga, así como varios departamentos ministeriales. A su juicio, esto obliga a las empresas a hacer un esfuerzo para ajustarse a la demanda.
El estudio indica que las empresas españolas han superado la primera fase de digitalización “porque sus niveles de conectividad y equipamiento son altos”. “Sin embargo, cuando abordan cuestiones más complejas, como la utilización de software de desarrollo empresarial o equipaciones de gestión, los niveles son sensiblemente menores”, añade. Además, apunta que otro aspecto que precisa de mejora es que “solo un 30% declara utilizar la TIC [tecnologías de la información y comunicación] habitualmente en sus proceso de compras y ventas”. Asimismo, el 35% de las empresas considera que su nivel de digitalización es alto y el 53,3% que es medio.
Según Bonet, las grandes empresas ya son parte activa del proceso de digitalización, “pero la clave para mejorar es implicar a las pymes, que suponen el 99% del tejido productivo y deben entender que no es una opción sino una condición para asegurar la supervivencia como lo ha sido y seguirá siendo la internacionalización”. Para Bonet, que recordó que España siempre ha llegado tarde a las revoluciones, “ahora tiene la oportunidad de estar en primera línea”.
Según ha apuntado se debe apoyar en la colaboración pública-privada fomentada por las empresas y las Administraciones, que están informadas puntualmente de los datos del informe. Esta interconexión permitirá impulsar la formación y sentar las bases para la transferencia tecnológica, así como ayudar a reducir las barreras financieras. Según Bonet, la colaboración está siendo muy fluida, mientras López Blanco apostilló que la labor de la Administración “no está siendo mala”.
Para López Blanco, que hizo hincapié en la necesidad de se cumplan bien las fases de sensibilización, construcción y aceleración del proceso de digitalización, existen “inhibidores” que la frenan. Y destacó tres: la falta de un sentimiento de urgencia, que se entiende más como una reducción de costes que como una ventaja para adaptarse al nuevo cliente y que las pymes no saben por dónde empezar. A su entender, la capilaridad de las Cámaras de Comercio ofrece el mejor vehículo para arreglar cualquiera de esos problemas, “porque el reto no es la tecnología, sino integrarla en el modelo de negocio”.
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