Frutas y verduras inteligentes
La andaluza Hispatec ayuda a los agricultores en su transición hacia la digitalización
A los que se dedican a los cultivos les gusta repetir la canción de Danza Invisible Sabor de amor. A José Luis Molina Zamora, presidente de la empresa de agrotecnología Hispatec, también. “Besarte es como comer naranjas en agosto y uvas en abril”, tararea, para justificar que la agricultura ahora da lo que se le pide, sin atenerse al calendario de temporada. Los supermercados se afanan en conseguir más y mejores productos al menor coste y los productores tiran de genética, tecnología y datos. En ese escenario se mueve esta empresa almeriense que en 2017 rozó los 6,5 millones de euros de ingresos y prevé llegar este ejercicio a los ocho. Propiedad en sus inicios de Cajamar, la entidad vendió la el 87,5% del capital a sus actuales propietarios que a la vez son directivos, y hace cuatro años la refundaron para centrar sus soluciones informáticas en el sector agrícola. Desde entonces, han crecido un 60% y cuentan con una plantilla de 90 personas, todas con contrato indefinido. Hispatec opera en España, México, Chile y Perú y se trabaja en el desarrollo de alimentos de huerta, frutas, vid, olivo, cereales, granos y cultivos industriales.
“Damos soporte a la gestión del sector desde la semilla hasta el mercado mayorista en destino, centrándonos en la transición. Estamos apostando muy fuerte por ámbitos como Big Data, Internet de las Cosas, inteligencia artificial y blockchain”, resume Molina Zamora. Sus clientes son 400 técnicos y agricultores de empresas y cooperativas (y sus correspondientes proveedores). Además, colaboran con empresas como Syngenta o Monsanto. “Son aliados naturales. En ocasiones les proporcionamos tecnología y en otros casos nos integramos con ellas”. Hispatec lamenta la poca atención que despiertan los avances tecnológicos en un sector tan importante. “A la gente se le llena la boca hablando de las cosas que permite hacer la tecnología y ponen como ejemplo a la industria, pero si quieres ver ganancias de productividad, vete al sector agrícola”, apunta. Todavía queda mucho por hacer para digitalizar el sector del campo, pero hay avances. “Los agricultores se están convenciendo de que tienen que registrar todo lo que ocurre para que sean más efectivas las cosechas y se ahorre energía y agua, es la agricultura de precisión”.
El 80% de su negocio está en España: la compañía andaluza se centra en los procesos anteriores y posteriores a la cosecha. “Queremos que fluya la información en las dos direcciones. Que el consumidor aporte información que llegue al productor, por ejemplo, a través de un clic en una aplicación. De ser así, todos, desde los transportistas a los productores, tendrían más claro dónde y cuándo tienen que centrar sus esfuerzos, en qué fechas del calendario, con qué tipo de calibre, categoría, texturas… porque están recibiendo información directamente del mercado. Redunda en menores pérdidas, menos desperdicio alimentario, que roza el 40% en todo el mundo y que empieza en el momento en que un productor entrega un producto que requiere más limpieza o que no responde a los estándares”.
El famoso cuaderno de campo, con un seguimiento tradicionalmente analógico, es una de las principales herramientas que ofrece la compañía en formato digital; y además de cumplir su función de recopilar datos, trazar estadísticas y prever movimientos, ofrece un vademécum siempre actualizado. “Cuando están en el campo, in situ, pueden estar recomendando un tratamiento, tomando fotos, geolocalizando una incidencia, transmitiendo una necesidad a la central... todo en tiempo real”. Pero para poder implicar a más actores en el proceso, reclaman que las partes implicadas trabajen en código abierto.
Auguran un futuro en que los robots, y no los herbicidas, eliminen las malas hierbas
Gran parte de la plantilla se dedica a tanto al software como a su implantación y disponen de un fuerte departamento de I+D+i. El segmento que más les renta es la horticultura (que supone el 45% de sus ingresos) y la fruticultura (un 40%). Los cereales, granos y cultivos industriales les dejan un 15%. En estos productos el crecimiento es “equilibrado”, y explican que están creciendo mucho los cultivos de aguacate, ciertos tipos de bayas, hortalizas de hoja o frutos secos. “Se debe a la presión competitiva, que demanda soluciones digitales y técnicas, y la presión de los mercados”. Su inversión está siendo más fuerte en la construcción e integración de soluciones y gestión de campo con sensores, automatismos, maquinaria o imágenes de satélite y drones.
La agricultura ecológica es otra tendencia de mercado que les está trayendo más clientes y trabajo. “Ha venido para quedarse, tiene un gran potencial. España es el primer país por superficie dedicado a la agricultura ecológica en Europa y esto es imparable. Por la trazabilidad se puede saber mucho más y gracias al control de datos se puede facilitar usar menos químicos en los procesos”, explica José Molina Zamora. El directivo confía en que el siguiente paso sea de la inteligencia artificial y la robotización. “¿Por qué no vamos a tener rodando por el suelo un robot que sea capaz de quitar malas hierbas en lugar de usar herbicidas?”, plantea. “El siglo XX ha sido el de la química, pero el XXI va a ser el de la física y lo digital”.
Antídoto contra la crisis del pepino
Si se comparte, la información que genera el control digital de la cadena de producción es valiosa para el consumidor. Sin embargo, “apenas uno de cada dos productos ofrecen datos transparentes de su origen”. Por eso la compañía defiende la llamada ‘huella social’. “Sirve para saber quién ha trabajado con ese producto, de dónde viene, y crear un tejido social sano”. Aún recuerda la compañía la crisis del pepino en Alemania (que acusó a España de vender pepinos contaminados con la bacteria ‘E. Coli’). “El ‘big data’, con la tecnología de Hispatec, pudo demostrar en cinco minutos que no era culpa de España. Prevenimos una catástrofe y recibimos indemnizaciones millonarias”.
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