El escenario económico en 2060
China, India, Estados Unidos e Indonesia serían las primeras potencias del planeta
La temporada veraniega es buen momento para sustraernos al análisis económico cortoplacista convencional. Hace solo unas semanas la OCDE publicaba la visión a largo plazo que la institución tiene sobre la economía mundial en un sugerente documento: The long view: scenarios for the world economy to 2060. Los resultados de un ejercicio tal, en este caso el horizonte temporal se sitúa poco más allá de 40 años, pueden ser cuestionados por el grado de incertidumbre y componente especulativo que incorporan, lo cual es consustancial también a otras disciplinas como la demografía, climatología o el medio ambiente. No es menos cierto, sin embargo, que son ejercicios necesarios para el diseño de políticas de bienestar y que, en cualquier caso, desde luego en economía, la inercia desprovista del ruido de la coyuntura juega su papel a largo plazo.
El estudio no cubre el mundo en su totalidad; incluye a 46 países: los 36 de la OCDE, ocho que no lo son, pero forman parte del G20 (China, India, Indonesia, Brasil, Argentina, Rusia, Arabia Saudí y Sudáfrica), y otros tres más. El conjunto de ellos supone el 82% de la producción mundial actual. Una primera conclusión es que el crecimiento mundial se ralentizará de manera progresiva y aumentará sustancialmente el peso de las economías emergentes. Que el centro de gravedad de la economía mundial gire definitivamente hacia Asia no es sino una segunda derivada del enorme recorrido que espera a las tres grandes economías asiáticas emergentes. China e India, por este orden, acabarían encabezando la clasificación según el PIB ajustado por poder de compra. A mucha distancia les seguiría Estados Unidos, tras quien Indonesia ocuparía la cuarta plaza, doblando grosso modo la producción de Japón y Alemania, las dos siguientes economías en esa clasificación proyectada.
Las razones de un avance tal radicaría en una suerte de combinación de factores: mejora en la calidad institucional y de gobierno, extensión y profundización de las políticas educativas reforzadoras del capital humano de estos países y, finalmente, una mayor apertura exterior de esas economías. Una combinación propiciadora del aumento de la productividad laboral, que tiene un amplio margen de recorrido frente a los países desarrollados. Solo en alguno de ellos (India o Indonesia, pero no China) se suma parcialmente un aumento de la población activa, del factor trabajo en definitiva.
Mucho más relevante que la reordenación de la aportación a la producción mundial es la expansión de la renta por habitante según el poder de compra en estos países, un indicador al uso más apropiado para evaluar su mejora real en el nivel de vida. Mientras que en los países desarrollados no llegaría a multiplicarse por dos en este periodo, en China e Indonesia lo haría por tres y en India por cinco, cerrándose sustancialmente, aunque obviamente no del todo, la brecha existente entre "ambos mundos".
Daniel Manzano y Diana Posada son profesores de AFI Escuela de Finanzas.
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