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Montoro se va como el ministro de Hacienda más longevo de la democracia

El político popular ha participado en la elaboración de 15 Presupuestos Generales del Estado.

J. S. GONZÁLEZ
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.ULY MARTÍN

La moción de censura con la que Pedro Sánchez se ha convertido en presidente del Gobierno ha supuesto también el punto y final del mandato del Gobierno de Mariano Rajoy. En ese gabinete destaca un hombre: Cristóbal Montoro, el ministro de Hacienda más longevo de la democracia y uno de los ministros que más tiempo ha ocupado una cartera gubernamental desde que se aprobó la Constitución en 1978. Los socialistas Narcis Serra y Carlos Solchaga son los ministros que más tiempo han ocupado un sillón en el Consejo de Ministros.

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Cristóbal Montoro (Jaén, 1950) hace gala de haber participado en la elaboración de 15 Presupuestos Generales del Estado. Cuatro como secretario de Estado del primer ejecutivo de José María Aznar y el resto como ministro. Ha dirigido el Departamento que tiene la llave de las arcas públicas en dos etapas: la primera, con José María Aznar entre 2000 y 2004; y la segunda con Mariano Rajoy, desde 2011. Más de 3.800 días en el despacho del viejo caserón de Hacienda situado en el nacimiento de la calle de Alcalá de Madrid.

Pese a su timidez y sus pocas ansias de protagonismo, Montoro ha sido un ministro polémico por sus agrias intervenciones parlamentarias, criticado por medidas como la amnistía fiscal y admirado por sus propios adversarios políticos. Hace apenas un mes, uno de sus contrincantes más acérrimos admitía la talla política del político de Jaén, que procede de una familia humilde. Y reconocía su visión económica de luces largas. En sus comparecencias, el ministro no se cansaba de explicar los buenos cimientos sobre los que está creciendo la economía española. Y con ironía indicaba a menudo que el gráfico más importante del power point que siempre utilizaba en sus presentaciones era el que mostraba el superávit de la balanza por cuenta corriente. Ese indicador muestra cómo España está desendeudándose y creciendo a lomos del sector exterior gracias a la fuerza de las exportaciones.

Durante su última etapa se le atragantó la polémica amnistía fiscal, que terminó siendo un fracaso político por el que llegó a pedir perdón. A pesar de ello, ha sido una losa demasiado pesada que le ha acompañado durante los últimos seis años. También ha sido el responsable de la mayor subida de impuestos de la democracia. En 2012, en su segunda etapa, ya con el Gobierno de Rajoy, aprobó incrementos del IRPF, IVA, impuestos especiales y sociedades. Tardó cinco años en desmontar el grueso de esos incrementos fiscales gracias a la recuperación, aunque muchos siguen en máximos históricos.

Otra de las grandes claves de su andadura como ministro de Hacienda ha sido su batalla contra el déficit público. A su llegada en 2012 los números rojos de las administraciones públicos eran escandalosos. A pesar de no cumplir las metas de Bruselas ningún año, solo lo logró en 2017, y porque la Comisión relajó las metas, lo cierto es que el déficit ha bajado del 9,3% de 2011 al 3,1% el año pasado. Estaba previsto que a lo largo de este mismo ejercicio la Comisión Europea sacara a España del Procedimiento de Déficit Excesivo, el brazo corrector de Bruselas para los países con desequilibrios presupuestarios. Pero Montoro ya no podrá colgarse esa medalla.

Y termina su mandato con tareas pendientes. Con una reforma de la financiación en marcha pero sin cerrar, con nuevos impuestos por desarrollar, como los que graban a las tecnológicas y con las soluciones para asegurar el futuro de las pensiones. Él ha tenido la llave de las arcas públicas durante los últimos años. Una época marcada por la grave crisis económica en la que casi todas las soluciones pasaban por su despacho, su búnker, como él suele llamarlo. Un refugio que ahora tendrá que despejar.

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Sobre la firma

J. S. GONZÁLEZ
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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