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El proveedor de armas que no hace preguntas

China ya es el tercer exportador de armamento y equipamiento militar, desde cazas hasta botas

Guerrilleros del birmano Ejército Independentista Kachin desfilan con sus fusiles de asalto chinos. 
Guerrilleros del birmano Ejército Independentista Kachin desfilan con sus fusiles de asalto chinos.  Z. A.

China es ya el tercer mayor exportador de armamento y de material militar del mundo. En la última década ha superado a Alemania y a Francia, y sus ventas crecen mucho más rápido que las del segundo clasificado, Rusia, que todavía retiene un 22% de cuota de mercado. Según un informe publicado en marzo por el Instituto de Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI, en sus siglas en inglés), en el lustro 2013-2017 las exportaciones militares de China crecieron un 38%, un porcentaje superado únicamente por el de Israel, cuyo peso en el mercado global es de solo el 2,9%.

Al mismo tiempo, y aunque el gigante asiático continúa siendo el cuarto mayor importador de armamento, sus compras en los últimos cinco años han caído un 19%. "Es evidente que China no puede incrementar su poderío militar sin desarrollar su propia industria armamentística, porque las sanciones internacionales aprobadas tras la matanza de Tiananmen aislaron al Ejército", explica un profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Fudan, en Shanghái, que pide ser nombrado solo por su apellido, Li.

"Ese desarrollo se ha plasmado en aparatos como los cazas J-20 y J-31, la aeronave de transporte Y-20, el mayor avión anfibio del mundo —el AG-600—, o el portaaviones que acaba de construir. Puede que su tecnología no esté a la altura de la estadounidense, pero es más que suficiente para hacer negocio con países que no están en la órbita de los poderes occidentales", recalca Li. En 2016, China vendió armamento por valor de 2.100 millones de dólares.

Según el informe de SIPRI, en el último quinquenio China ha exportado armamento a 48 países —algunos pertenecientes al 'eje del mal' estadounidense, como Venezuela o Irán—. No obstante, la gran mayoría ha tenido como destino solo tres: Pakistán —es ya su principal proveedor de armamento—, Bangladesh, y Myanmar (Birmania). Por su parte, las ventas a países africanos se han disparado un 55%.

Compras ‘online’

De los tres fabricantes de productos militares la provincia de Guangdong contactados, solo uno ha accedido a responder. “Tenemos un catálogo amplio de todo tipo de uniformes y de accesorios. Como cartucheras, chalecos, y material de campaña. Vendemos por todo el mundo, sobre todo en África y América Latina. Nuestros clientes son gobiernos, pero también otros grupos e individuos”. Resulta sencillo adquirir todo tipo de artículos militares —no bélicos— en las principales plataformas ‘online’ de China. El responsable de la fábrica contactada, que tiene una tienda ‘online’ en Taobao, reconoce que “para hacer un pedido no hace falta verificar nada”. “No producimos armamento. Nuestros productos pueden resultar esenciales para la guerra, pero no matan a nadie”, afirma. “No podemos controlar si un cartel del narcotráfico o un grupo paramilitar es el que adquiere nuestros productos. Pero no vendemos a países afectados por sanciones de la ONU”.

Los gobiernos le compran, sobre todo, cazas J-10, tanques de clase 99, submarinos Yuan, drones, y un creciente número de misiles de diferentes tipos, así como otros proyectiles, plataformas de lanzamiento, armas ligeras, y munición. Pero, como apuntan Daniel Byman y Roger Cliff en su ensayo Las motivaciones e implicaciones de las ventas de armamento de China, "las principales motivaciones de Pekín no son económicas sino de política exterior". La segunda potencia mundial quiere influir también en la esfera política global y contrarrestar el poder de Washington, razón por la que sus exportaciones de material militar se centran en socios económicos y comerciales. "La venta de armamento chino es una amenaza moderada para Estados Unidos", concluyen los analistas.

"La reducción en la brecha tecnológica que separa a China de los principales fabricantes rusos y americanos le ha permitido entrar con su última generación de productos militares en otros mercados, incluidos Arabia Saudí, Marruecos, Ecuador, Perú, México, o Nigeria", explica Michael Raska, profesor asociado del Instituto de Defensa y Estudios Estratégicos de la Nanyang Technological University de Singapur. SIPRI calcula que el armamento chino representa ya el 22% de las adquisiciones de Latinoamérica, y solo Venezuela gastó unos 370 millones de dólares entre 2011 y 2015. "En los países en vías de desarrollo se está posicionando como una alternativa a Rusia, a la vez que equilibra la balanza con los poderes occidentales. Los chinos compiten en precio y ofrecen mayor flexibilidad en las opciones de pago", apostilla Raska.

No obstante, existe una cara oscura en las exportaciones de armamento de China. Según un informe del instituto británico Conflict Armament Research, ese precio tan competitivo y la falta de controles estrictos ha hecho que las armas y el equipamiento militar chino sean también los favoritos de grupos terroristas e insurgentes. Por ejemplo, el 43% de las armas incautadas a grupos del autoproclamado Estado Islámico han sido fabricadas en China, y está comprobado que diferentes grupos rebeldes de Myanmar, entre ellos el Ejército Independentista Kachin (KIA, por sus siglas en inglés) y el Ejército de Liberación Nacional Karen (KNLA) utilizan fusiles —sobre todo versiones del Kalashnikov AK-47—, proyectiles de diverso calibre, y munición fabricados en China.

"Algunas las producíamos nosotros mismos de forma artesanal, pero es más fácil comprárselas a los chinos, porque no preguntan qué vamos a hacer con ellas y son más fiables", reconoce uno de los comandantes del KIA. Los detractores de esta aparente falta de conciencia china recuerdan que la mayoría de los machetes utilizados en las masacres de Ruanda en 1993 eran de origen chino, y que lo mismo sucedió antes con armas más sofisticadas durante el despótico régimen de los Jemeres Rojos en Camboya.

Y no es solo el armamento. China también ofrece tecnología de detección como radares y sónares —en 2015, Argentina se comprometió a adquirir mil millones de dólares de estos sistemas—, y vehículos de transporte —que muchas veces se muestran incluso en ferias de automóvil convencionales y que tienen especial predicamento en Sudamérica—. Por si fuese poco, el país se ha convertido también en el principal productor de equipamiento táctico, que incluye desde vestimenta militar hasta accesorios o chalecos antibalas.

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