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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hoteles en el escaparate

Hay que recordar que el 'boom' turístico no durará para siempre y ser prudentes en todos los aspectos

Hay varios motivos para que el dinero de los fondos de inversión afluya de forma ávida al mercado de fusiones y adquisiciones hoteleras en España. El principal, casi decisivo es la relación que existe entre la importancia del mercado turístico español —el segundo del mundo— y el suministro de servicios de alojamiento en ese mercado. La configuración de la infraestructura hotelera está muy por debajo de la capacidad de atracción de visitantes. Los hoteles españoles son buenos, de una calidad superior a la media europea; pero los grupos de gestión —las empresas del sector, como suele decirse en estos casos— son pequeñas en relación con los grupos hoteleros de Estados Unidos, Francia o Reino Unido.

Dicho en términos empresariales, la estructura de la propiedad hotelera en España tiene un margen importante de concentración y mejora financiera. Las operaciones de inversión en 2017 alcanzaron casi los 4.000 millones; cambiaron de manos 147 hoteles, equivalentes a 21.650 habitaciones. Esta efervescencia de las operaciones indica un interés próximo a la excitación. En las expectativas de inversión en el mercado de la propiedad hotelera juegan dos variables optimistas. La primera es un crecimiento sostenido de la llegada de turistas, consecuencia indirecta de la tasa de crecimiento económico en Europa y en los países avanzados. La segunda observa una inquietud de los grupos hoteleros española hacia la concentración y la ganancia de tamaño. Eso se manifestó por ejemplo en la oferta de compra de NH por el grupo Barceló.

Porque la estructura de propiedad adolece del mismo problema de muchos mercados en España: escaso tamaño, minifundio. Sobre la estructura de propiedad convergen así dos fuerzas. La primera es la mencionada tendencia a la concentración. La segunda es la aparición del modo de gestión anglosajón. Los hoteles son gestionados por operadores, más que por empresas controladas por los propios dueños. Estas son las fuerzas que modificarán el mercado hotelero en los próximos años. Es importante tenerlas en cuenta porque el turismo va camino de aportar el 16% del PIB español; y, por deficiencias de la política económica española, hoy es el sostenedor del crecimiento económico.

En este paisaje es conveniente introducir otras variables, algunas de suma importancia para evaluar el futuro de la inversión turística. No está claro, por ejemplo, que en los próximos años se mantengan las dificultades en los países competidores de España que han trasvasado turistas desde países árabes o zonas de especial, pero circunstancial conflictividad, hasta España. Se supone que la buena calidad de los servicios españoles captará una parte de esa demanda sobrevenida; pero hay que contar con una desaceleración en años venideros.

El mercado hotelero tiene que enfrentarse a la competencia de las viviendas turísticas, cuya regulación hasta hoy ha sido negligente. No se trata de que los pisos turísticos desaparezcan, sino de que se sujeten a unas normas estrictas de autorización y concesión, al menos tan rigurosas en términos fiscales y de revisión como las que sufren los hoteles. La aparición de negocios a través de plataformas, que facilitan los servicios a turistas o viajes (o clientes de taxis) no implica competencia desleal. Los mercados libres no están exentos de pagar impuestos o de responder por la higiene.

Atención, en fin, al síndrome de burbuja. Nada hay tan peligroso en un mercado —la depresión de 2007 y las muchas anteriores lo demuestran— como la creencia de que lo que hoy sube seguirá haciéndolo siempre. Los equilibrios no son permanentes y las variaciones de precios pueden depender de variables que casi nunca se controlan desde instancias nacionales. Lo más prudente es prevenirse con políticas de precios que no ahuyenten al viajero y con estimaciones de demanda más bien moderadas.

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