La deuda soberana vuelve a atraer a inversores ávidos de rentabilidad
Las Bolsas andan revolucionadas mientras los bonos de EE UU o Alemania ofrecen intereses máximos en años
Revolcones en las Bolsas... seguidos de ligeras subidas. Volatilidad a raudales. Temores de próximas alzas de tipos de interés e inflación. Aumento de la rentabilidad de la deuda de países centrales, y estabilidad en periféricos como España. Los mercados viven días de fuertes emociones, donde conviven tendencias de fondo con sobrerreacciones cercanas al histerismo. El desplome bursátil de la semana pasada ha agilizado un proceso previo: los bonos de EE UU o Alemania ofrecen ya la mayor rentabilidad de los últimos tres o cuatro años. La deuda soberana es de nuevo un producto atractivo para los inversores.
Lo dijo el consejero delegado de Blackrock, el mayor fondo de inversión del mundo, en Davos. “El mayor problema ahora es dónde invertir el dinero”, aseguró Larry Fink. Las malas noticias en las Bolsas -con dos días la semana pasada en los que Wall Street perdió más de 1.000 puntos- fuerzan a buscar nuevos refugios. En solo cuatro días, los inversores han sacado del poderoso fondo SPDR S&P 500 el récord de 17.400 millones de dólares (más de 14.000 millones de euros). Y tras años de tipos mínimos o incluso negativos, la deuda soberana vuelve a aparecer apetitosa. La rentabilidad del bono estadounidense a diez años ha llegado al 2,84% —su máximo en cuatro años—; y el alemán el 0,8% —récord en dos años y medio—.
Estos cambios tectónicos en los mercados responden a un cóctel de motivos. “La recuperación económica continúa con fuerza y los bancos centrales aceleran el ritmo para abandonar sus medidas extraordinarias. Pero estos cambios no justifican la volatilidad inmensa ni unos movimientos tan abruptos”, resume Jaime Costero, analista de mercados de BBVA Global Markets Research.
La mejora ha despertado los temores, sobre todo en EE UU, de que las subidas de tipos y el consecuente repunte de la inflación vayan a llegar antes y con más fuerza. El Banco de Inglaterra acaba de avisar de que, a la vista de la fortaleza económica, el endurecimiento de la política monetaria llegará antes de lo previsto.
“El cambio se produce por una incertidumbre sobre la tendencia de la inflación. Esto se debe a un factor positivo, como es el fuerte crecimiento, pero genera miedo en los mercados”, añade Diego Mendoza, consultor de AFI. “No veo riesgo de inflación, sino psicosis de inflación”, matiza el analista Juan Ignacio Crespo, que insiste en que el trasvase de inversiones desde una renta variable en horas bajas a una renta fija que ofrece intereses cada vez más altos no es automático. La volatilidad de los mercados se ha acercado estos días a “niveles lehmanbrotherianos”, añade Crespo.
Pero las mayores tasas que los Estados tendrán que pagar para financiarse no afecta a todos por igual. Mientras en Alemania los intereses suben, el bono español se mantiene en el nivel de estos años de grifo abierto del BCE, por debajo del 1,5% para los títulos a 10 años. Esto permitió al aún ministro de Economía, Luis de Guindos, alardear durante su presentación como candidato a vicepresidente del BCE del estrechamiento de la prima de riesgo. Pero esta no se debe tanto a una caída del interés español, sino a un aumento del alemán.
Mejor ‘rating’ español
El analista del BBVA explica la calma en el mercado de bonos de países periféricos por una mezcla de motivos que van desde las mejoras en los ratings (como la reciente de Ditch a España) al apoyo de las compras masiva de deuda por parte del BCE o cambios regulatorios en los bancos.
En EE UU, el show que vivió la Bolsa fue cosa de dos: los resultados trimestrales de las corporaciones y los tipos de interés. Cuando el precio del dinero está bajo, las compañías disponen de más liquidez y las acciones suben. Pero si ese equilibrio se tambalea, como empieza a ocurrir, la volatilidad hace acto de presencia y se desencadenan movimientos violentos como los de la semana pasada.
El tipo de interés en las letras del Tesoro al 2,8% no se veía desde inicios de 2014. El año lo arrancó por debajo del 2,5%, tras subir de un 1,3% del mínimo de julio.
Este nivel es el que provocó hace una semana el primer susto. El lunes llegó a rozar el 2,9% en pleno descalabro del Dow Jones. Esta correlación se explica principalmente por temor a una inflación más alta de la anticipada que puede llevar a la Reserva Federal a retirar más rápido los estímulos monetarios. Y al poco apetito de los inversores se suma que un Presupuesto más caro.
“Se acabó la fiesta”, asegura Boris Schlossberg, gestor de BK Asset Management. Ve natural que el mercado rebote pero advierte que se produjo un “cambio de guardia” en la Reserva Federal que va a poner fin a la era del dinero barato. Ese cambio de estrategia hacia una menos laxa explica que el mercado de bonos sea más atractivos que las acciones.
El dato de empleo, y en concreto la aceleración de los salarios, fue la señal más clara de que la presión inflacionista es real. Los más veteranos del parqué insisten que no es momento para entrar en pánico, pero sí coinciden en que el patrón de los últimos años se ha roto, porque los bancos centrales no van a ser tan generosos con su política.
“Estamos observando un despertar de la inflación tras años en niveles muy bajos”, indica Witold Bahrke desde Nordea Asset Management. “Los costes laborales están subiendo además por la baja productividad”, añade. El miedo, por tanto, es real porque a la vez se reducen los márgenes de las empresas y la Fed tiene incentivos para subir tipos con más agresividad. Los bonos, por tanto, se convierten en un puerto seguro cuando Wall Street sufre.
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