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Teva, la mayor farmacéutica de genéricos, despedirá a 14.000 empleados, un 25% de su plantilla mundial

La central sindical de Israel reacciona con la convocatoria de huelga general para paralizar el país

Juan Carlos Sanz
Trabajadores de Teva protestan contra los despidos en la planta de Kiryat Shmona (norte de Israel).
Trabajadores de Teva protestan contra los despidos en la planta de Kiryat Shmona (norte de Israel).JALAA MAREY (AFP)

El grupo farmacéutico Teva, el mayor fabricante internacional de genéricos y la primera empresa privada israelí, ha anunciado este jueves el despido de 14.000 empleados, una cuarta de su plantilla mundial, para hacer frente a una deuda de unos 30.000 millones de euros. El hegemónico sindicato Histadrut ha convocado una huelga general este domingo, primer día de la semana laboral en Israel, que amenaza con paralizar el sector público en el Estado judío ante la prevista pérdida de un 25% de los 6.800 puestos de trabajo con que cuenta la compañía en el país tras el cierre de dos plantas.“Vamos a ejecutar el plan de reestructuración de forma ordenada y prudente, para garantizar que Teva cumpla sus obligaciones financieras”, aseguró Kare Shultz, consejero de delegado de Teva, un ejecutivo danés contratado hace seis semanas con la misión de salvar a la farmacéutica de la bancarrota, en declaraciones recogidas por el periódico económico israelí Globes.

La compañía, que también ha congelado el pago de dividendos a sus accionistas y de bonos a sus directivos, adquirió el año pasado la fabricante británica de medicamentos genéricos Actavis, con 10.000 empleados, para lo que contrajo una deuda de 35.000 millones de dólares, de los que debe devolver una cuarta parte en los dos próximos años.

Esta operación se produjo en un momento de tendencia a la reducción de precios de los genéricos en los mercados internacionales y cuando estaba a punto de expirar la patente exclusiva sobre el medicamento Copaxone para la esclerosis múltiple, que ha sido la principal fuente de ingresos sobre la que Teva apuntalado su expansión.

El secretario general de la antigua central sindical única de Israel, Avi Nikesson, ha advertido de que la huelga general “en solidaridad con los trabajadores despedidos” convocada durante toda la mañana de domingo paralizará las empresas estatales, los aeropuertos, puertos y las administraciones central y local, así como los bancos y la Bolsa de Tel Aviv.

“Esta compañía, que era el buque insignia de la economía israelí, se ha convertido en símbolo de la destrucción del tejido industrial. Creció gracias a la innovación del Instituto Weizmann [centro puntero de investigación] y ahora está dejando de ser una empresa israelí”, apeló al patriotismo el líder sindical tras recordar que Teva se ha beneficiado de cerca de 6.000 millones de dólares en deducciones fiscales a lo largo de la última década a cambio del compromiso de mantener su presencia y el nivel de empleo en el Estado hebreo.

De los 57.000 empleados en la nómina de la compañía en todo el mundo, un 42% se localizan en Europa. Teva cuenta con una planta de producción y un centro logístico en Zaragoza con una plantilla de 350 trabajadores.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha pedido al consejero delegado Schulz que minimice al máximo el impacto del ajuste laboral en zonas económicamente deprimidas del país, como la Alta Galilea (norte) y la región del Negev (sur), y que preserve la identidad israelí de la empresa.

“La dureza de la reestructuración refleja la gravedad de la crisis. La mayoría de los directivos responsables de esta situación, incluyendo el anterior consejero delegado, ya se han marchado de la compañía con generosas indemnizaciones en su finiquito”, argumenta en las páginas de Haaretz el analista financiero Sami Peretz. “Ahora es el turno de los trabajadores en un país como Israel donde los costes de producción son más altos”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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