_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El nuevo optimismo europeo

La UE funciona para sus ciudadanos, y los cambios que están sucediendo la harán funcionar mejor

Luis Garicano
Maravillas Delgado

Europa vive un momento fascinante y prometedor. Tras el extremo pesimismo sobre el momento populista que culminó en el Brexit, Europa ha adquirido un nuevo impulso. Las anteriormente pasivas democracias europeas, la alianza entre democristianos, socialdemócratas y liberales que creó Europa, se han despertado y han decidido crear un bloque de contención contra los populistas que quieren acabar con nuestro sistema de convivencia en el mundo (Trump), en Europa (el Reino Unido, Polonia y Hungría) y, desgraciadamente, también en España. Por cierto, la misma alianza a tres (populares, socialistas y liberales) que en España ha defendido nuestra Constitución y nuestras libertades mediante la aplicación de su artículo 155 frente a los que las querían desmantelar por la fuerza.

Este nuevo optimismo se refleja en una fuerte tasa de crecimiento para las economías europeas, la mayor en una década; en una postura común muy sólida y eficaz en la negociación del Brexit; y en una serie de propuestas ambiciosas y prácticas para asentar las bases de Europa y la efectividad de sus estados, tanto en Francia (las propuestas de Macron que comentamos a continuación) como en Alemania (el SPD acaba de acordar exigir para la “gran coalición” un avance hacia los “Estados Unidos de Europa”).

El impulso inmediato para un gran salto hacia adelante procede del importante discurso de Emmanuel Macron en la Sorbona en el reciente mes de septiembre. En vez de hacer promesas abstractas y usar palabras grandiosas, Macron eligió un discurso de propuestas concretas en áreas en las que, sin entrar en ideologías, todos vemos necesaria la cooperación para resolver problemas comunes: seguridad, inmigración, política exterior, medio ambiente, Europa digital y unión monetaria y económica.

Más información
Europa se acerca a una solución para el euro
Europa ante el Brexit: una hoja de ruta
Hacia un ‘Brexit’ duro: oportunidades y retos para España

Es en este marco de nuevo optimismo en el que hay que enmarcar las propuestas que hizo el pasado miércoles 6 de diciembre la Comisión Europea sobre el futuro del euro y su propuesta estrella de creación de un nuevo Fondo Monetario Europeo, inspirado en el Fondo Monetario Internacional.

El Fondo Monetario Europeo se basaría en la arquitectura del mecanismo actual de rescate, el MEDE, con la misma estructura financiera e institucional, aunque con una toma de decisiones más rápida y ágil, evitando la unanimidad. Su primera misión seguirían siendo los rescates de países en apuros. Pero además, serviría de apoyo financiero para el Fondo Único de Resolución y actuaría como un prestamista de último recurso para facilitar la resolución ordenada de los bancos en dificultades. Esta función es clave: recordemos que, si el Popular hubiera caído (si el Santander se hubiera asustado en el último momento) ni el Fondo de Garantía de Depósitos español, ni su equivalente europeo, hubieran tenido fondos suficientes para proteger a sus depositantes.

Además, la comisión propone dar dos pasos clave más para 2018: completar la unión bancaria con un esquema de seguro de depósitos común, y una propuesta para el establecimiento de una modalidad de eurobonos europeos. El objetivo de estas propuestas es evitar que nunca vuelva a ponerse en marcha el "círculo vicioso diabólico" entre los bancos y los estados que llevó del deterioro de un país al de sus bancos y viceversa en Grecia, Irlanda, Portugal y España a principios de esta década.

Esto requiere dos cosas. En primer lugar, evitar que la caída de un banco arrastre a un estado (como Bankia hizo con España), lo cual se logra con un seguro de depósitos común y un fondo único de resolución. El seguro de depósitos común, que siempre parece una entelequia, acabe de recibir un inesperado apoyo: Finlandia, dura oponente, ha cambiado de opinión ahora que va a ser sede de una entidad sistémica (Nordea). No hay como experimentar problemas que sobrepasan a un estado para que este entienda la necesidad de Europa.

Pero cortar el “círculo vicioso diabólico” también requiere evitar que la insolvencia de un estado haga caer en la insolvencia a sus bancos. ¿Por qué sucedería esto? Porque los bancos invierten en bonos de su propio estado: a día de hoy, las carteras de préstamos bancarios están aún más concentradas en las deudas soberanas de sus propios países de origen que antes de la crisis. Para esto necesitamos un activo común, algún tipo de eurobonos

La modalidad de eurobonos que la comisión propone, se trata de los ESBies, una propuesta que hicimos un grupo de 9 economistas académicos europeos en 2011 y que Tano Santos y yo explicamos en estas páginas en septiembre de ese año.

Nuestra propuesta, que ahora será la de la Comisión también, es crear un nuevo activo seguro: "valores respaldados por bonos soberanos". La Comisión argumenta que estos nuevos valores podrían, junto con un cambio en el tratamiento regulatorio de los soberanos, reducir drásticamente la vulnerabilidad del sistema financiero.

No todo es ambicioso: donde el paquete que sugiere la Comisión es más débil es al no introducir un elemento de estabilización o de distribución de riesgos en el presupuesto europeo, que deja para después de 2020.

Aquí la Comisión es demasiado tímida y no aprovecha lo suficiente el viento europeo a favor. La Comisión debería introducir (o España debería proponer) un verdadero seguro europeo de desempleo con reglas europeas. Tal esquema no solo sería anticíclico, sino que también posibilitaría cambios estructurales positivos en los mercados de trabajo de los estados miembros.

La semana que viene la cumbre europea discutirá varias de estas propuestas. Serán muchos cambios técnicos que a los europeos les pueden resultar difíciles de entender, pero cambios que servirán para anclar este nuevo optimismo europeo. Europa funciona para sus ciudadanos, y los cambios que están sucediendo la harán funcionar mejor.

Luis Garicano es profesor en el IE Business School y la London School of Economics, responsable de Economía y Empleo de Ciudadanos y vicepresidente de la Alianza de Demócratas y Liberales europeos (ALDE).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_