“La política energética la hace el Gobierno, no las empresas”
El responsable del sector tercia en la polémica sobre el cierre de centrales térmicas dedidido por Iberdrola
Solo hay que encender la grabadora para que Álvaro Nadal Belda (Madrid, 1970), ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, arranque su hilo argumental. Le gusta explicar las cosas. Ha cumplido un año de ministro y no ha tenido precisamente un camino de rosas. Ha tenido varios frentes abiertos, ahora el cierre de centrales que le enfrenta a Iberdrola y ante el que tiene una posición firme.
Pregunta. Usted decía hace un año en este periódico que sus prioridades eran la eficiencia energética, el despliegue de las renovables y las interconexiones, ¿cómo le ha ido?
Respuesta. Ha sido un año muy intenso, que empezó con una volatilidad muy grande en el mercado del gas [se dispararon los precios mayoristas] que nos llevó a crear un operador obligatorio; la meteorología está siendo muy adversa; el petróleo ha ido subiendo... Si vamos a los elementos estructurales, hay cosas que hemos mejorado sustancialmente: tenemos un bono social basado en un criterio de renta que atiende a casos de vulnerabilidad más claros; hemos avanzado muchísimo en el impulso de las renovables y tenemos una composición energética más moderna y competitiva; hemos logrado demostrar que lo verde no es caro y puede ayudar a contener los precios y cumplir con los objetivos del cambio climático; hemos tenido avances para fomentar el vehículo eléctrico; hemos hecho una buena negociación en Europa sobre eficiencia energética en edificios… Si vamos al mundo digital, hemos tenido un avance en la expansión de las infraestructuras y en el plan de banda ancha estamos llegando a tres millones de hogares, hemos sacado el plan para zonas remotas y hemos trabajado muchísimo para que el Mobile World Congress, el evento tecnológico más importante de Europa con diferencia, se quede en Barcelona. Y en turismo va muy bien.
P. ¿Se atreve a ponerse nota?
R. Eso nunca. He sido buen estudiante, pero las notas me las ponían los profesores.
“Continuamos con la tradición de congelar los peajes por cuarto año”
P. Ahora la ponen los ciudadanos, que esperan que les diga que no va a subir la luz.
“Si se cierran las nucleares sube el precio un 25% y si las de carbón, un 15%”
R. De momento, lo que puedo decir es que continuamos con la sana tradición de congelar los peajes por cuarto año consecutivo. Esta es la parte regulada que depende del Gobierno. En lo demás, 2017 ha sido un año especialmente malo en cuanto a las condiciones meteorológicas y al comportamiento de los precios del petróleo. El resultado final ha sido algo mejor que 2015 pero peor que 2016. Si hubiéramos tenido un petróleo estable, habríamos tenido un precio más bajo. A medio plazo se puede hacer mucho más.
P. ¿Cómo?
R. Tenemos que cumplir tres objetivos a la vez: medioambientales, un sistema económico competitivo, con seguridad de suministro, y precios más baratos. Y la composición energética debe solucionarlo con la combinación de energías. Hoy por hoy, no existe ninguna tecnología perfecta. La única que quizá cumple todos los requisitos es la hidráulica, pero tiene el defecto de que no hay suficiente agua. La renovable ya está en precio, pero es intermitente; si todo el país fuera renovable tendríamos apagones porque no siempre hace viento y no siempre hace sol. La nuclear es continua y competitiva, pero produce residuos para los que no existe un tratamiento perfecto, aparte de que no es flexible. Las térmicas dan esa flexibilidad, pero son más caras. Dentro de ellas, el carbón, que es más barato, tiene inconvenientes climáticos al emitir más CO2. El gas es más caro, pero emite menos CO2.
P. ¿Se puede prescindir de alguna?
“Tenemos un sobrecoste de 1.200 millones por la falta de interconexiones”
“Mi prioridad es crear empleo por delante de ser medioambiental”
R. Yo creo que no. Tenemos que planificar de ahora al 2030 y conseguir que los objetivos climáticos sean asumibles. Para ello necesitamos todas las fuentes de energía. Prescindir de alguna de ellas responde a una postura más ideológica que técnica. Es más, el carbón nos ayuda a abaratar el precio. Por cierto, no hay que confundir producir con carbón con tener minas de carbón, que en España ha sufrido una reconversión increíble y ya queda a nivel competitivo. Si eliminas las nucleares en la base, sube el precio un 25%, y si eliminas el carbón en las puntas [cuando hay más demanda], aumenta un 15%.
P. ¿Prevé cambios tecnológicos en ese periodo?
R. Previsiblemente, no. ¿Qué ocurriría si se inventara una batería que permitiera acumular energía? Pues habría que cambiar el mix. Pero legislar hoy pensando que en algún momento alguien va a inventar algo es poco responsable. Me recuerda el error que se cometió con las renovables. Se empezaron metiendo muy caras con la idea de que iban a bajar mucho de precio, no bajaron y nos está costando 7.000 millones al año durante 25. Hay que ser realista y tener un sistema flexible para que cuando haya un cambio tecnológico se pueda incorporar. Pero, mientras tanto, no hacer cuentos de la lechera porque luego cuesta muy caro. Y eso repercute, porque cada euro que una empresa gasta en energía es un euro que no puede gastar en salarios.
P. ¿Entonces?
R. Debemos tener un escenario en función de los niveles de interconexión. El objetivo es llegar al 10% de interconexión (el paquete de invierno lo eleva al 15%) y ahora apenas tenemos el 3%, que, con la conexión submarina con Burdeos, pasará a menos del 6%. Hoy tenemos un sobrecoste respecto al resto de Europa de 1.200 millones por no tener interconexiones. Si las tuviéramos, la factura sería entre un 4% y un 7% más barata.
P. Pero mantener las térmicas de carbón va en contra de los objetivos europeos, ¿no?
R. No, en tanto en cuanto se mantengan las nucleares, que como no emiten dejan hueco para el carbón. Ningún país ha cerrado nucleares y carbón a la vez. Lo reclamo como ministro. No hay nada perfecto. Si se quiere ser medioambiental, hay que subir los precios, y si se quiere contener los precios, ganar competitividad y crear empleo, no se pueden tener las ambiciones medioambientales que a alguno le gustaría tener. Hagamos un debate, pero no con eslóganes políticos. Lo importante son las prioridades y llegar a consensos. Este es el objetivo del grupo de expertos, que reconozca las ventajas y los inconvenientes. Para mí, la prioridad es la creación de empleo.
P. Iberdrola le está echando un pulso en este asunto.
R. También lo echó con la nuclear de Almaraz, que dijo que no produciría más si no le bajaban los impuestos...
P. ¿Le llamó Sánchez Galán para contarle su intención de cerrar las centrales de carbón?
R. Tuve una conversación con él poco antes de anunciarlo y no me dijo nada de eso. Me enteré cuando presentó la solicitud aquí. Yo le he dicho que las cosas se hacen bien cuando hay acuerdo entre los gestores privados y públicos y, cuando hay discrepancias, siempre hay salidas. Una empresa no debería cerrar centrales rentables, salvo que esté esperando obtener ventajas. Hay que preguntarse la razón del cierre. ¿Porque van a subir los precios del mercado y beneficia a las demás centrales? ¿Por imagen de marca?
P. ¿Usted qué cree?
R. Las decisiones empresariales tienen que ser compatibles con las de política energética. Y son los Gobiernos y los Parlamentos y no las empresas los que deben decidir el mix energético porque es una decisión estratégica del país. Primero hay que comprobar si se basa en criterios de rentabilidad y, si es así, ver cómo se gestiona. La norma deja la posibilidad de que venda las plantas. En caso de que no la quiera comprar nadie es que no es rentable. Entonces, tenemos dos situaciones: una, que no es de interés y se regula cómo se cierra; y dos, si sigue siendo de interés porque evita apagones o es medioambientalmente importantísima, entonces habrá que compensar los costes para que siga funcionando.
P. ¿Por eso el real decreto?
R. El real decreto de cierre de centrales no es una reacción al anuncio de Iberdrola. En absoluto. Ya teníamos otras peticiones de cierre. Lo hemos sacado cuando han fracasado las conversaciones que teníamos con diferentes grupos parlamentarios. Llevamos hablando de esto con el PSOE desde febrero. En primavera lo dije en el Senado. En julio sacamos a audiencia pública la propuesta. Ciudadanos no me ha dado una respuesta. Y al final lo hemos remitido a la CNMC inmediatamente después de que el grupo socialista nos dijera que no nos apoyaba definitivamente.
P. O sea, que de pacto, nada.
R. Creo que la razón fundamental es que en el PSOE la idea general es la de cerrar nucleares y carbón. Discrepamos en las prioridades. Las mías son respetar los acuerdos medioambientales, pero a partir de ahí hacer todo lo posible a favor del empleo, los salarios y el poder adquisitivo de las familias. Cuando más barata sea la energía, mejores salarios habrá y el recibo de la luz será más barato. Ellos ponen por delante los objetivos medioambientales a la actividad económica y la creación de empleo. Es ir más allá de lo que pide Europa, que, salvo Bélgica y Reino Unido, está planteando cierres de carbón a 2030. Esto es una transición y hay que modular el ritmo y ahí no nos ponemos de acuerdo.
“Debemos recuperar la imagen de Cataluña y Barcelona”
P. ¿Estamos al día en la revolución digital?
R. España no fue protagonista en la revolución industrial del siglo XIX (carbón y vapor) ni en la del XX (electricidad y motor de explosión). Por eso, debemos ponernos muy serios y ser uno de los primeros protagonistas del mundo en la revolución del siglo XXI (digital, climático y energética). Podemos tener el mejor turismo digital del mundo, la inteligencia en español la tenemos que hacer aquí o nos la harán los norteamericanos. Deberíamos tener la conciencia mediática, social y política enorme. Destaco que hay más gente estudiando matemáticas. Lo primero es la concienciación y luego la formación, y como ministro a mí me preocupa que se siga.
P. ¿Cómo va Cataluña tras el 155?
R. La primera obligación nuestra en Cataluña es que haya normalidad. Y en momentos de tensión, como las huelgas, los servicios básicos energéticos y de telecomunicaciones han funcionado a la percepción. Incluso hubo un aumento del consumo eléctrico por encima de la media. En turismo, hubo un bache tras los atentados de agosto que se recuperó en seguida; pero lo que ha tenido impacto ha sido la situación política desde octubre. En noviembre se mantiene, pero algún indicador nos aclara que podíamos estar en un cambio de tendencia. Tenemos que hacer muchos esfuerzos para que se recupere la imagen de marca que tiene Cataluña y, sobre todo, Barcelona, que es poderosísima. Y creo que el 21-D [fecha de las elecciones] va a ayudar muchísimo. Se está normalizando. Tengo un indicador buenísimo, en los consejos europeos, y tengo varios al mes, ya no me preguntan.
Pulso con la CNMC por los peajes en la red
P.¿Por qué ese pulso con la CNMC?
R. Solo hay un punto de discrepancia, en los peajes de red. La CNMC reclama dirigirlos. Nosotros decimos que la estructura la define la CNMC, pero los peajes, nosotros. Evidentemente, lo negocia el Gobierno con Bruselas y no la CNMC. Y cuando tengamos un acuerdo lo llevaremos a las Cortes y se aprobará. Hay demasiado ruido, pero la directiva pone lo que pone. También es verdad que la CNMC tiene un montón de competencias que serían buenas que se ejerciesen. Luego hay otras que temporalmente se cedieron, como la liquidación del sistema, pero que al haber ahora un Ministerio de Energía y un aumento presupuestario, pues tendrá que volver.
P. ¿Está arreglado el autoconsumo?
R. El Supremo ha hecho una sentencia muy clara. Ha dicho que el concepto de impuesto al sol es erróneo. Y de no tener el canon de compensación, estaría discriminando a los que no autoconsumen. Es decir, eliminarlo sería discriminatorio. Pero lo que sí estamos trabajando es en hacerlo más sencillo para que el que quiera autoconsumir, lo haga. Lo que queremos hacer es que sea más fácil cobrar por lo que vierta a la red.
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