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Los dueños del oro peruano

Buenaventura se ha convertido en la mayor productora de metales preciosos e industriales del país

Joel Herlin Cruz López

En febrero de 1952, con 31 años y un posgrado de Harvard, el geólogo peruano Alberto Benavides de la Quintana recorría una pequeña mina de plata ubicada a 4.200 metros de altura y unos 450 kilómetros al sureste de Lima con la intención de resolver un dilema. La disyuntiva era si arrendar esa explotación o seguir con su más seguro puesto como jefe de exploraciones de la Cerro de Pasco ­Copper Corporation, que entonces era la mayor minera del país. Más de seis décadas después, su renuncia se ve como un gran acierto. La Cerro, el jugador dominante de la minería peruana durante medio siglo, fue estatizada en 1974, mientras que Buenaventura, la empresa que fundó el exfuncionario, no ha parado de crecer hasta convertirse en la mayor productora de metales preciosos e industriales del país sudamericano, que es el segundo productor de plata del mundo y el sexto en oro.

A lo largo de más de seis décadas, con el desarrollo de minas propias o mediante asociaciones, la empresa ha sumado una decena de operaciones a lo largo de los Andes peruanos, en las que emplea a 12.700 personas y produce unas 620.000 onzas anuales de oro, 30 millones de onzas de plata, 130.000 toneladas finas de cobre y más de 55.000 toneladas finas de zinc.

Este año, beneficios

Este año, la minera espera dejar atrás un ciclo de resultados negativos. Los menores precios de los metales significaron números rojos en los últimos cuatro balances cerrados. En 2016, las cotizaciones de sus principales productos empezaron a subir, pero aun así la compañía registró una pérdida de 327 millones de dólares. "Fueron números muy negativos, pero solo en términos contables, porque tuvimos que registrar una provisión por el potencial cierre de (la mina) Yanacocha, que se estimó para 2020, y ahora estamos trabajando para extender la vida hasta 2025 o 2026", explica Victor Gobitz, gerente general de Buenaventura, que espera cerrar 2017 con beneficios netos del orden de los 200 millones de dólares.

En dos años, la ratio de deuda neta sobre ebitda bajó de 5,3 veces al actual 1,5. En Buenaventura explican que las pérdidas de 2015, de 375 millones de dólares, se debieron en parte a las inversiones que hizo la compañía mientras los precios de sus productos declinaban. Una de sus máximas es que sacrificar la exploración para lograr buenos resultados en los años malos no es beneficioso en el largo plazo. "Somos una industria cíclica y cuando vienen los precios bajos la tentación es reducir los costes parando las exploraciones, pero, si uno hace eso, está acortando la vida del negocio", afirma Gobitz.

La buena noticia, destaca el primer ejecutivo, es que el año pasado lograron inaugurar Tambomayo, una nueva mina de oro en la provincia de Caylloma (región de Arequipa). La nueva explotación es el último avance en una historia de crecimiento permanente.

Las cifras del Servicio Geológico de Estados Unidos indican que Perú produjo 4.100 toneladas de plata en 2016, solo por detrás de las 5.600 toneladas de México. En el caso del oro, la producción peruana fue de 150 toneladas, una cantidad que lo posiciona en el sexto lugar, por detrás de China, Australia, Rusia, Estados Unidos y Canadá. Las ventas de oro de Buenaventura representaron el 43% de la facturación en 2016, dentro de un total de 1.044 millones de dólares.

En las últimas tres décadas, los principales proyectos de la compañía se han desarrollado mediante asociaciones. En 1993, junto con Newmont, una de las mayores productoras auríferas del mundo, de origen estadounidense, y la Corporación Financiera Internacional (CFI), un organismo del Banco Mundial, comenzó a explotar Yanacocha, la mina de oro más grande de Sudamérica. "Tenemos el 44% de las acciones, que es un activo muy importante dentro del portafolio de Buenaventura", afirma Gobitz. La CFI tiene el 5%, mientras que Newmont es el mayoritario con el 51%.

Las privatizaciones de activos estatales emprendidas por el Gobierno peruano en esos años abrieron nuevas oportunidades. El ímpetu de la empresa en los años noventa la llevó a Wall Street en 1996. Buenaventura, que cotizaba en la Bolsa de Lima desde 1971, se convirtió así en la primera minera de América Latina en listarse en Nueva York. "Hemos precedido incluso a la brasileña Vale (la mayor productora mundial de mineral de hierro)", destaca el gerente general. La familia del fundador conserva alrededor del 30% de las acciones y su hijo Roque Benavides Ganoza es el presidente del directorio. Hasta principios de año, ejercía a la vez el cargo de gerente general, pero los roles fueron separados, en una decisión que destacan como la última de una serie de mejoras en sus prácticas de gobierno corporativo que comenzó con el doble listado.

Por el momento, no hay intenciones de dar un salto internacional. "No descartamos ir a otros países de la región, pero al menos en los próximos dos años tenemos el foco en Perú", señala Gobitz.

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