El Model 3 de Tesla llega a las carreteras
Elon Musk entrega las primeras unidades con el que Silicon Valley quiere cambiar el mundo del motor
El Model 3 no es solo un coche eléctrico. Es la última pieza del engranaje de Elon Musk para hacer que su ecosistema de energía eléctrica limpia en carreteras y hogares comience a ser una realidad. Si todo va como anhela, el Model 3 revolucionará la industria del motor como el iPhone lo hizo con la de la telefonía.
“Es un coche alucinante. Lo he probado”, dice Musk, el visionario del siglo XXI, el perfil más admirado en Silicon Valley, solo al nivel de Steve Jobs. “Tiene más de 10.000 piezas. Primero nos subestimaron y luego nos sobrevaloraron. La realidad: es alta la complejidad y mucha la capacidad de nuestro equipo”, dijo a primera hora de la tarde, antes del acto.
Vaqueros oscuros, camisa blanca y chaqueta azul oscura, muchos nervios. Es el único con chaqueta. Musk pasa a bajar las expectativas: “Es un coche menos sofisticado, con un interior más sencillo, pero con la misma aceleración, con las ocho cámaras, los sensores… La misma alta tecnología”. El Model 3, cuyas reservas, con una señal de 1.000 dólares, se abrieron hace un año, tiene más de medio millón de pedidos, la mayoría en Estados Unidos.
Si todo funciona como espera, a finales de año fabricarán 5.000 unidades por semana. Si consiguen aumentar el ritmo en 2018 habrán entregado los pedidos de un coche cuyo precio final se queda en 35.000 dólares. Por 9.000 más se puede mejorar la autonomía de la batería. Por 5.000 se añade el piloto automático o, por la misma cantidad, mejores acabados. “Nos importa cómo te sientes cuando estás dentro del coche”, subrayó.
Su obsesión, como pasaba con Jobs, va más allá del aparato en sí, tiene un aura de visionario: “La belleza solo es bonita si es funcional. Hemos intentado que el interior sea amplio aunque sea un coche pequeño”.
Por primera vez sale un coche de la factoría de Tesla con un precio inferior a 40.000 dólares. El Model 3 encarna el sueño eléctrico y será el premio para una treintena de empleados, que lo pagan, pero tendrán el privilegio de ser los primeros.
Cuando se ponía el sol en la Bahía de San Francisco, los 30 elegidos recibían los coches recién salidos de la fábrica rodeados de compañeros, amigos, inversores y un grupo pequeño de periodistas. Estos afortunados iniciales viven cerca, todos están comprometidos con la causa, todos contarán el problema antes a sus compañeros que a nadie ajeno al clan. Tesla hace un lanzamiento controlado de su pieza más importante para llegar, de verdad, al consumidor de manera masiva.
¿Cómo se ha hecho para que sea más barato sin sacrificar la calidad? En parte por los materiales. Mientras que el Model S está hecho sobre todo de aluminio, el 3 es de acero. Su aceleración es menor, de 0 a 100 kilómetros en 5,6 segundos y alcanza los 209 por hora. Ofrece 209 millas con media hora de carga. La batería de 21 celdas ofrece una autonomía de 354 kilómetros.
“No hay coche mejor”, insistió. Aunque reconoció algunos escollos a superar: no será fácil exportarlos y por ahora no se fabrican fuera de Estados Unidos, aunque han contratado mano de obra mexicana. La gigafactory, su gran centro de baterías en Reno, tiene que subir el ritmo de producción para que los coches y hogares tengan energía. Y tienen que poner muchos más cargadores. Ahora mismo cuentan con 6.124. Terminarán el año con más de 10.000. El empresario dio una pista de sus planes de futuro: “El próximo modelo está hecho para que se arregle y haga el mantenimiento más rápido”.
Una curiosidad: Musk evita dar opiniones, pareceres o hablar de sí mismo. Quiere que, por encima de todo, el foco esté en sus productos. Tartamudea, se frota las manos, mira para arriba, para abajo, y finalmente habla atropellando las palabras y después con paradas con un ritmo extraño. Se percibe que su cabeza va más rápido que su boca.
Han pasado 11 años desde que Elon Musk hizo una declaración de intenciones. Desveló su plan maestro y lo publicó en su blog: “No se lo digáis a nadie”. Los pasos eran fáciles, relativamente, sobre el papel. Y los ha cumplido: “Haz un deportivo. Usa ese dinero para hacer un coche más asequible. Usar el dinero que hagas con el anterior para hacer uno todavía más asequible. Mientras haces todo esto, crea una fórmula para proveerlo de energía limpia".
Musk ha seguido el plan al pie de la letra. Y, además, sigue lanzando los cohetes de Space X, empresa en la que ya estaba, pero ahora son de ida y vuelta. Y quiere llevar a la humanidad a Marte.
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