Relojes de lujo, pero conectados
La decisión de Louis Vuitton de producir un ‘smartwatch’ en California añade presión sobre la industria suiza más tradicional
El lanzamiento se había organizado con la estrategia más ambiciosa. El pasado 10 de julio, desde Sydney hasta San Francisco, las tiendas Louis Vuitton presentaron a su clientela, nada más abrir, un producto que el publico se había acostumbrado a encontrar más bien en Apple o Samsung: un reloj conectado. Y ese reloj era el Tambour —un éxito de ventas de la casa que acaba de rediseñarse para celebrar sus 15 años de vida— con una caja redonda de 42 milímetros de acero y las 12 letras de Louis Vuitton grabadas en el canto. Qualcomm fabrica los microprocesadores y Google ha personalizado su sistema operativo Android para la casa de lujo parisina.
“Llevamos dos años dándole vueltas a este proyecto”, explica Hamdi Chatti, el vicepresidente de la división de relojería y de joyería de la marca. “A Louis Vuitton siempre le han interesado las nuevas tecnologías. Lo importante era saber cómo integrar eso en nuestro universo”. La casa francesa, compañera de viaje o de la vida cotidiana, representa una cierta idea del lujo que combina la elegancia con el lado práctico. Por tanto, era fundamental que el futuro Tambour Horizon asimilase estos códigos. No se ha hecho ninguna concesión a la hora de buscar el detalle, una “filosofía” que se ha tenido que exportar a Silicon Valley. “Este reloj conectado, uno de los más pequeños del mercado, aúna el diseño de Louis Vuitton, los conocimientos de relojería suizos y la tecnología estadounidense”, prosigue Chatti. La idea del bisel grabado debajo del cristal de zafiro para “facilitar la lectura de las funciones”, surgió en la Fabrique du Temps, en Meyrin.
Por su parte, Google ha puesto su experiencia a disposición de Louis Vuitton para desarrollar dos aplicaciones dirigidas a los trotamundos. City Guide recoge los algoritmos de las guías de viaje publicadas por Louis Vuitton y le da información en tiempo real, según la hora, su ubicación en la ciudad y sus gustos en cuanto a restaurantes, bares y monumentos. My Flight le permite organizar su viaje y también que le informen de un posible retraso o de un cambio de terminal. Y las esferas, las imprescindibles watchfaces, son totalmente personalizables.
Rolex o Patek Philippe son algunas de las casas que aún se resiten a las nuevas tendencias
A diferencia de TAG Heuer, que incorporó el montaje de sus microprocesadores a su cadena de producción en La Chaux-de-Fonds, Louis Vuitton ha decidido renunciar a la etiqueta del Swiss Made para ensamblar su reloj conectado en California. “Nos encargamos de hacer las piezas en Suiza, siguiendo nuestros criterios de calidad”, precisa el directivo, “pero nos parecía lógico realizar el ensamblaje final en EE UU”. El Tambour Horizon estará disponible en tres versiones (Graphite, Black o Monogram) por un precio inicial de unos 2.140 euros.
Con el anuncio del nuevo reloj conectado, Louis Vuitton se suma a la tendencia de las grandes marcas suizas de dar el paso de lo analógico a lo digital para atraer a un comprador más joven. El movimiento de los grandes relojeros no es una simple estrategia para modernizarse, sino que está forzada por la caída de las ventas. En el último salón de la industria en Basilea, hace apenas unos meses, el sector constató más que nunca el declive de ventas y la necesidad de adaptar la oferta.
La Federación de la industria relojera suiza reveló durante la feria de Basilea que las exportaciones habían caído un casi 10% en 2016, el peor año con diferencia desde 2009, cuando estalló la crisis económica mundial. La llegada de 2017 tampoco ha traído de momento buenas noticias, ya que los primeros datos indican que la tendencia a la baja, pese a algún repunte concreto, se resiste a cambiar de forma persistente. Ante esta perspectiva, son cada vez más las marcas que abrazan los smartwatch como una tabla de salvación.
Marcas de moda
Las primeras en apostar fuerte fueron las grandes casas de moda (Michael Kors, Tommy Hilfiger, Guess, Fossil, Hugo Boss, DKNY...), que presentaron una infinidad de relojes inteligentes e híbridos de apariencia convencional, pero con algunas funciones propias de los smartwatches. Más recientemente, son cada vez más los históricos fabricantes suizos que se suman a esta corriente, como Tag Heuer, Alpina, Breitling, Mondaine, Frederique Constant, Tissot o Montblanc. Aún no se ha visto un smartwatch de Rolex, Cartier o Patek Philippe, pero tras la entrada de Luis Vuitton en este mercado para los llamados millennials, parece difícil que estas prestigiosas casas de relojería puedan darse el lujo de quedarse al margen.
El presidente de Patek Philippe, Thierry Stern, señaló durante la feria que quizás ya haya pasado lo peor para la industria relojera suiza tras el peor año para las exportaciones desde la crisis financiera, pero no se atrevió a dar un pronóstico para este año ni los venideros a medio plazo. Como señal no está mal tener en cuenta que la feria de Basilea durará dos días menos el próximo año tras reducirse el número de expositores más de un 13% este año por la caída de las exportaciones del sector desde Suiza.
Leading European Newspaper Alliance (LENA)
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