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Navantia prepara un plan de bajas pactadas para rejuvenecer la plantilla

La nueva dirección de los astilleros intentará restablecer las relaciones con los sindicatos y contener las pérdidas

Antonio Maqueda

Navantia inicia nueva etapa para intentar paliar las pérdidas que acumula. La empresa pública ha nombrado otro equipo directivo con Esteban García Vilasánchez en la presidencia. Y el primer paso es elaborar un plan estratégico con tres ejes: un inventario de la carga de trabajo de los próximos años; la incorporación de nuevas tecnologías; y un programa de bajas voluntarias incentivadas para los más mayores, que se sustituirán con nuevas contrataciones para rejuvenecer la plantilla. El 68% de los 5.283 empleados tiene más de 50 años.

Factoría de Navantia de Puerto Real (Cádiz).
Factoría de Navantia de Puerto Real (Cádiz).Eduardo Ruiz

Los nuevos cuadros de mando de Navantia, empresa propiedad de la Sepi —el conglomerado de inversiones industriales del Estado—, trabajan ya para elaborar un plan estratégico que intente contener las recurrentes pérdidas en los astilleros. Un calendario de negociaciones va a ser trasladado en los próximos días a los sindicatos, y este servirá de base para comenzar un diálogo que debería empezar después del verano y concluir a finales de año. Todavía no se tienen los números cerrados, que se determinarán en los pactos que se suscriban con las centrales sindicales. Sin embargo, algunas fuentes cercanas lo cifran en varios centenares de bajas voluntarias incentivadas, cuyo número podría ir en aumento si se logran firmar los contratos pendientes de Arabia Saudí y Australia.

El reto de contener las pérdidas de los astilleros será importante. Desde que se constituyó Navantia allá por el año 2005, la empresa no ha presentado ganancias ni un solo ejercicio salvo en 2007, cuando presentó un beneficio de 195.000 euros. Solo en el año pasado registró números rojos por valor de 229 millones de euros. Es más, entre 2011 y 2016 se observa una peculiaridad: cuanto más aumenta el importe neto de cifra de negocio, las pérdidas resultan todavía mayores. Es decir, parece que hasta ahora la empresa ha estado consiguiendo trabajo a pérdida. Sin embargo, el empleo que sostiene en las provincias donde está emplazado se considera vital. De ahí los renovados esfuerzos para reforzar la sostenibilidad de Navantia.

Fuentes sindicales esperan que las conversaciones con la empresa representen el comienzo de una nueva etapa tras un periodo en el que, bajo la presidencia de José Manuel Revuelta, las relaciones se enturbiaron. Hasta el punto de que CC OO acusó a la presidencia de engañarlos y tumbó en los tribunales el último convenio colectivo.

Fuentes próximas a la empresa corroboran que el nuevo equipo trabaja bajo la consigna de restablecer una interlocución fluida y cordial con las federaciones sindicales. Dentro de este marco, está previsto entablar un diálogo con los ministerios implicados para buscar la mejor forma de rejuvenecer la plantilla sin recurrir obligatoriamente a prejubilaciones. La legislación abre la vía a varias fórmulas, entre ellas las bajas incentivadas. A la vista de la pirámide de edad de la fuerza laboral, en principio se ofrecerá este esquema, aún en estudio, a varios centenares mayores de 61 o 62 años que quieran acogerse. La plantilla cuenta con un 68% de trabajadores que supera los 50 años. De los 5.283 efectivos propios, Navantia solo emplea a 139 trabajadores menores de 35 años. Y precisamente hace falta personal joven para adaptarse a las tecnologías de los astilleros 4.0, una iniciativa que consiste en digitalizar y automatizar más los procesos. Por este motivo, la mayoría de las bajas serán reemplazadas con personal joven.

Frente a los planes del anterior presidente de llevar a cabo un ajuste fuerte de plantilla — frenados en reiteradas ocasiones por el Ministerio de Hacienda y la Sepi—, la idea ahora es mantener abiertos todos los centros y la plantilla. No tiene sentido que se apruebe algo que no esté pactado con los sindicatos, explican.

Entre las opciones contempladas por empresa y sindicatos, se baraja que una parte de los jóvenes que se incorpore pueda presentar un perfil ya formado, y que otro grupo más nutrido acceda mediante contratos de relevo. Los números podrían oscilar bastante, según la marcha de las negociaciones y, sobre todo, en función de la carga de trabajo.

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De acuerdo con estas fuentes, si finalmente se obtiene el contrato con Arabia Saudí para construir cinco corbetas, entonces la carga de trabajo se duplicaría y la cifra manejada de bajas incentivadas que serían sustituidas por jóvenes podría incluso superar el medio millar. La última visita a Ryad del presidente de Navantia ha inspirado confianza.

Al mismo tiempo, la compañía está discutiendo con el Ministerio de Defensa y otros departamentos los encargos concretos que tendrá en los próximos años. En definitiva, se trata de intentar garantizar la viabilidad ahora que la economía mejora.

La negociación del contrato con Arabia Saudí, en su recta final

Miguel González

El ramadán y el cambio de heredero —el hijo del rey, Mohamed Bin Salman, ha sustituido a su primo, Mohamed Bin Nayef— han mantenido casi paralizada la Administración saudí durante más de un mes, pero no han interrumpido las negociaciones sobre la venta de cinco corbetas de Navantia. El viceministro de Defensa saudí, Mohamed Al-Ayesh, visitó la semana pasada Madrid, donde se reunió con la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, y el secretario de Estado, Agustín Conde. Esta es, para el Gobierno español, la principal prueba de que el contrato sigue adelante y ha superado las dudas surgidas tras el viaje a Riad del presidente estadounidense, Donald Trump, quien negoció en mayo pasado ventas de armas por casi 100.000 millones de euros, incluidas fragatas.

El contrato está siendo analizado por una comisión saudí de alto nivel. Entre los flecos pendientes están las obras que habrá que acometer en el puerto de Yedá, donde tendrán su base las corbetas, después de que la Marina saudí decidiera trasladarlas al mar Rojo renunciando a su idea inicial de emplazarlas en Jubail, en el golfo Pérsico.

Una vez que la comisión emita su informe, previsiblemente favorable, solo faltará firmar el contrato, aunque nadie se atreve a vaticinar cuánto puede demorarse en un régimen cuya ley suprema es la voluntad del Monarca. Por eso, fue el propio Felipe VI quien viajó en enero a Riad para darle un impulso definitivo.

Fuentes de Navantia reconocen que el futuro de la empresa depende en gran medida del contrato con Arabia Saudí. No solo se trata de la mayor exportación de armamento español de la historia, por unos 3.000 millones de euros, sino que supondrá cinco años de trabajo (siete millones de horas y unos 2.000 empleos directos) para los astilleros de la Bahía de Cádiz y Ferrol (A Coruña). Navantia se encargará de mantener los buques durante su ciclo vida y la Armada española de instruir a 400 marinos saudíes, una relación a largo plazo.

La segunda gran operación internacional en la que está embarcada Navantia es la construcción de nueve fragatas para Australia por 20.000 millones, por la que compite con la italiana Fincatieri y la británica BAE Systems. Los buques serían construidos por la filial de Navantia en Australia, pero para la matriz española representaría una importantísima carga de trabajo, sobre todo en ingeniería.

Si logra ambos contratos, Navantia podrá encarar con optimismo el futuro y sobreponerse a fiascos como el del submarino S-80, un programa en el que se han invertido ya 1.800 millones y del que, tras corregirse sus problemas de sobrepeso, aún se desconoce cuál será su coste final.

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Sobre la firma

Antonio Maqueda
Periodista de la sección de Economía. Graduado en Periodismo en la Universidad de Navarra y máster por la Universidad de Cardiff, ha trabajado en medios como Cádiz Información, New Statesman, The Independent, elEconomista y Vozpópuli.

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