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El Gobierno mexicano revisa a la baja su cuadro macroeconómico

México crecerá entre un 1,3% y un 2,3% este año, siete décimas menos que en su previsión anterior, pero el Ejecutivo constata la "resiliencia" de la economía

Ignacio Fariza
Un trabajador en una planta de televisores en Ciudad Juárez (México)
Un trabajador en una planta de televisores en Ciudad Juárez (México)JOSÉ LUIS GONZÁLEZ (REUTERS)

La economía mexicana navega hoy en aguas más tranquilas que hace tres meses. El cambio de tono de la Administración Trump respecto al TLCAN y las disensiones internas en el Partido Republicano han calmado parcialmente los temores iniciales sobre un giro proteccionista radical de EE UU: el tratado comercial se renegociará, según un borrador remitido ayer por la Casa Blanca al Congreso estadounidense, en unos términos mucho más moderados de los que se presumía; y el impuesto fronterizo no parece suscitar el consenso que se preveía en las filas conservadoras. Noticias halagüeñas para México.

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Sin embargo, por una cuestión puramente de calendario, sigue el reguero de previsiones a la baja. El Gobierno mexicano ha revisado este viernes su cuadro macroeconómico para este año y el próximo por la incertidumbre sobre las políticas de la nueva Administración estadounidense en las decisiones de inversión y consumo, aunque subraya que las dudas han “disminuido sustancialmente” en las últimas semanas. El nuevo pronóstico oficial prevé un crecimiento de entre el 1,3% y el 2,3% en 2017 –siete décimas menos que en su proyección anterior, publicada a finales del año pasado; idéntico al previsto Banco de México y ligeramente inferior al del Fondo Monetario Internacional (FMI)– y de entre el 2% y el 3% en 2018. Si, como pronostica el Ejecutivo, el crecimiento cierra el año en la zona baja de la horquilla –1,5%–, sería el peor ejercicio para la economía mexicana desde 2013, en pleno frenazo de los emergentes.

Pese al empeoramiento de sus previsiones, el Ejecutivo destaca la “resiliencia” de su economía y los “resultados positivos en términos de producción, consumo, empleo e inversión”. En enero, el único mes de 2017 del que se disponen cifras, el vigor de la actividad económica sorprendió positivamente con un crecimiento del 2,5% gracias al buen desempeño del sector primario y del consumo interno. La mayor certidumbre también deja huella en el tipo de cambio del peso que, tras un buen primer trimestre de 2017, debería cerrar el año en 19 unidades por dólar frente a las 20,64 de diciembre de 2016.

La nota más positiva del nuevo cuadro macroeconómico viene del lado fiscal. El Gobierno mexicano augura el cumplimiento de las metas fiscales incluso sin tener en cuenta el remanente del banco central, que supondrá un ingreso extraordinario de 17.000 millones de dólares para las arcas públicas. Según sus cálculos, por primera vez desde 2008, este año las cuentas públicas registrarán un superávit primario (sin tener en cuenta el coste de la deuda) equivalente al 0,5% del PIB. Esta cifra es ligeramente mejor que la estimada en el anterior cuadro macroeconómico. Para 2018, el Ejecutivo de Enrique Peña Nieto (PRI) prevé un recorte adicional del gasto público del 0,2% del PIB. Aunque el ajuste fiscal prosigue, éste es mucho menos severo –un punto porcentual– que en los dos ejercicios precedentes. De cumplirse los pronósticos oficiales, la deuda pública debería cerrar 2017 en el 48% del PIB una vez descontada la inyección adicional que supone el beneficio récord del Banco de México.

“El entorno externo es adverso”, reconoce la Secretaría de Hacienda. “Sin embargo, en los últimos meses comienzan a observarse señales de un crecimiento sincronizado a nivel mundial que, junto con el desempeño positivo de las finanzas públicas y del mercado interno durante 2016, permiten anticipar el cumplimiento puntual de las metas fiscales en 2017 y 2018”. La ejecución de esos objetivos es clave para mantener la calificación crediticia de la deuda soberana mexicana.

En cuando a la inflación, uno de los puntos calientes de la economía mexicana en estos primeros compases de 2017 –en la primera quincena de marzo los precios subieron un 5,3%, por encima del rango que fija el banco central–, la Secretaría de Hacienda prevé que el año cierre con un repunte del 4,9%. En 2018, en línea con los pronósticos del Banco de México, el alza de precios debería moderarse hasta el 3%, una cifra que sí estaría dentro del objetivo del instituto emisor.

Un buen trimestre para el peso

El marcapasos de la economía mexicana se estabiliza. Tras un aciago tramo final de 2016, el peso ha cerrado el primer trimestre del año con una apreciación del 9,7% frente al dólar hasta las 18,7 unidades por billete verde. Esta revalorización, que se concentró en los meses de febrero y marzo, sitúa a la divisa mexicana como la más fuerte del mundo en el periodo. Es su mayor recuperación desde que en México se adoptó el régimen de libre flotación cambiaria en diciembre de 1994, según datos del Banco Base. Pese a su mejoría, la moneda mexicana cotiza un 8,3% por debajo de los niveles de hace un año, cuando la sobra de Donald Trump apenas se intuía en el horizonte.

Para el futuro, los analistas de BBVA-Bancomer esbozan dos escenarios. En el negativo —marcado por un potencial fracaso en la renegociación del TLCAN, la imposición de restricciones arancelarias un impuesto fronterizo del 20% en EE UU—, el que el peso se iría a 23 unidades por dólar. La probabilidad de que se produzca es hoy del 30%. En el más optimista, las conversaciones para la reforma del tratado de libre comercio llegarían a buen puerto, la relación comercial con EE UU no se vería dañada y el peso oscilaría entre las 18 y las 19,5 unidades por dólar. A este escenario, el servicio de estudios de BBVA le asigna una probabilidad del 70%.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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