“Invertir en educación no es gastar más”
El número dos de Educación reconoce que "cambiar de entorno laboral una o varias veces a lo largo de la vida" será común
La educación lo es todo. El principio y el fin. En sus encerados el hombre estudia su destino. Porque no es una industria sino “la” industria. Sin embargo, la robotización, que pone en peligro 2.000 millones de puestos de trabajo, la inequidad, entre quienes pueden pagar o no unos pupitres cada vez más caros, y la dudosa capacidad del dinero, por sí solo, para crear mejores estudiantes suman poderosas incertidumbres. Marcial Marín (Fuente-Álamo, Albacete, 1968), número dos del Ministerio de Educación, mano derecha del titular de la cartera, Méndez de Vigo, defiende su gestión tras años de escasez. “El ejercicio pasado la inversión pública subió en unos 1.500 millones de euros”, asegura. ¿Suficiente?
Pregunta. ¿Hay que diseñar los planes educativos en función de las necesidades de las empresas? ¿No es pervertir el sentido humanístico de la formación?
Respuesta. La finalidad del sistema educativo es el desarrollo pleno de todos los ciudadanos, tanto personal como profesional. La educación debe prepararles para una vida activa, participativa y completa, pero también para el mundo laboral.
P. Vamos hacia un mundo muy competitivo, donde se precisa una formación profunda. ¿Habrá fractura entre quienes pueden acceder a los pupitres de la élite (escuelas de negocio, formación de posgrado) y quiénes no?
R. La verdadera equidad en la educación es la que garantiza las mismas oportunidades a todos los estudiantes, sea cual sea su situación económica. En España, el sistema estatal público de becas y ayudas persigue que las razones económicas no impidan el ejercicio del derecho fundamental a la educación. El Gobierno ha apostado fuerte por ello durante estos años. De hecho ha alcanzado la cifra récord en dotación de becas de unos 1.400 millones de euros anuales, un 25% más que en 2012.
P. Adiós a trabajar en una misma empresa toda la vida. Muchas personas tendrán que cambiar de profesión varias veces a lo largo de su existencia. ¿Estamos preparados para esta revolución?
R. Este fenómeno generalizado es consecuencia de varios factores: hoy es común hablar más de un idioma y estudiar en diferentes sitios. Cambiar de entorno laboral una o varias veces a lo largo de la vida será parte del proceso. Somos más dinámicos, hablamos con personas del otro lado del mundo por medios telemáticos y trabajamos con ellos con la misma facilidad que lo hacemos con un compañero de planta. Además, las oportunidades laborales surgen de manera rápida y de ahí que el reto sea formar en la versatilidad. Una persona bien formada es capaz de readaptarse con facilidad a nuevos entornos y aprovechar las oportunidades.
P. Diversos estudios revelan que alcanzados ciertos niveles no existe relación entre más gasto y mayor rendimiento educativo. Lo importante es invertir mejor en educación. ¿Qué significa “invertir mejor”?
R. La educación en la base del presente y del futuro. Pero invertir en educación no es solo gastar más. Hay que analizar dónde se destinan los recursos presupuestarios. Invertir mejor en educación es avanzar en los puntos estratégicos por los que se ha dirigido el Gobierno: apostar por una educación superior internacionalizada, una formación profesional de calidad, actualizada, atractiva y que se integre con agilidad en el mundo empresarial, una educación en primaria y secundaria que apoye la asimilación de las competencias consideradas esenciales, y, desde luego, la formación integral de la persona en el respeto a los principios democráticos y la convivencia.
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