Esperando a Trump
Las amenazas proteccionistas y aislacionistas que parecen inspirar la nueva política norteamericana pueden ser fuente de conflictos serios
Esta semana el Fondo Monetario Internacional (FMI) actualizó sus perspectivas sobre la economía mundial. En dicha actualización subyace la incertidumbre sobre la orientación de las políticas que finalmente ponga en marcha el nuevo presidente norteamericano. Las salvedades, explicitadas desde el principio del informe, son expresivas de la relevancia que dicha institución, también los analistas y los propios mercados, otorgan a sus impredecibles decisiones. No ya a las de carácter político, que posiblemente lo serán mucho, sino también a las de índole meramente económico.
El FMI asume en primera instancia que se producirá un cierto estímulo fiscal a corto plazo, con un impacto cercano al medio punto sobre las anteriores previsiones de crecimiento económico de octubre. El PIB estadounidense alcanzaría tasas interanuales del 2,5% en 2018. Consecuentemente se aceleraría la normalización de la política monetaria por parte de la Reserva Federal, cuya manifestación sería un aumento más rápido de los tipos de referencia y también de la pendiente de la curva de tipos estadounidense. En la práctica es lo que ha descontado el mercado desde las pasadas elecciones de noviembre, al elevarse más de 50 puntos básicos el tipo de los bonos del Tesoro a diez años. La apreciación adicional que ha registrado el dólar durante este periodo también es consistente con dicho escenario.
Por supuesto, dicho comportamiento no ha sido inocuo para otras áreas económicas. Aunque en mucha menor medida, se ha producido una contaminación al alza sobre los tipos a largo en Europa, donde sin embargo no ha cambiado la orientación necesariamente laxa todavía de la política monetaria. La combinación de una crisis bancaria larvada en algunos países de la eurozona, particularmente en Italia, y la incertidumbre que causará la próxima activación por el Reino Unido de la cláusula de salida de la Unión Europea, podrían interferir negativamente sobre una economía que, como la europea, se mantendría con un pulso débil cercano al 1,6% en estos próximos dos años. Destacable es la excepción de España que, aun desacelerándose desde los notables registros de estos dos últimos años, superaría no obstante con cierta holgura tasas de crecimiento del 2%.
No es el brexit el único riesgo geopolítico. Las amenazas proteccionistas y aislacionistas que parecen inspirar la nueva política norteamericana pueden ser fuente de conflictos serios con países como México y, peor aún, con China. Es muy complejo anticipar la intensidad con las que dichas amenazas se concretarán en el medio plazo, si bien el FMI no es pesimista a corto plazo. Espera una cierta aceleración de la actividad para el conjunto de las economías emergentes y en desarrollo hasta tasas superiores al 4,5% en el bienio 2017-18, que también se produciría globalmente en la economía mundial alcanzando referencias del 3,5%.
David Manzano y David del Val son profesores de Afi, Escuela de Finanzas
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