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El gran repliegue de Adolfo Domínguez

El modisto gallego hace frente a la sangría de las pérdidas rodeándose de los suyos

Cuatro décadas después de su creación, la firma gallega Adolfo Domínguez busca en sus orígenes la clave del éxito. Tras seis años consecutivos de pérdidas —paralelas a la crisis económica que el modisto afrontó con costosos fichajes en su cúpula directiva, la diversificación de su producto, la apertura de macrotiendas y la aplicación de un ERE en la fábrica orensana— la empresa opta por replegarse para crecer. La veterana firma, pionera del boom de la moda gallega (y española) de los 80 y 90, hace frente a sus malos resultados, —el desplome de su ventas en un 40% con respecto a 2009, el último año con beneficios— soltando lastre: apostará por las tiendas-boutiques en las principales arterias de las ciudades y se centrará solo en las colecciones de hombre y mujer. Será el propio Domínguez, rodeado de una cúpula integrada por empleados históricos de su estrecha confianza, quien asuma todo el control de la compañía.

La pérdida de clientes y los cambios en la dirección afectaron al negocio de Adolfo Domínguez en los últimos años.
La pérdida de clientes y los cambios en la dirección afectaron al negocio de Adolfo Domínguez en los últimos años. Getty images

“La sensación es buena en su equipo; están convencidos de que le van a dar la vuelta a la compleja situación”, sostienen fuentes cercanas al empresario. “Ha aprendido de lo que funciona”, señalan para explicar por qué Adolfo Domínguez desanda camino y opta por “volver a su esencia” en el momento de mayor fragilidad de la empresa.

La compañía ha recurrido a una operación inmobiliaria (la venta, por 45 millones de euros, de un edificio en el Paseo de Gracia de Barcelona) para salvar el último ejercicio económico. Gracias a ello obtuvo los primeros beneficios de los últimos seis años con un saldo positivo de 7,6 millones. Se trata, no obstante, de un parche que no resuelve el problema de la textil, que en el primer trimestre fiscal de 2016 (entre marzo y agosto) presentó unas pérdidas de 12,45 millones de euros. La supresión, en estos últimos años, de 60 tiendas y de 105 empleos en la fábrica no han frenado los números rojos. Adolfo Domínguez no ha conseguido levantar cabeza en un momento en el que el resto de las empresas de su sector, entre ellas las de su propia familia, no han dejado de crecer.

Sociedad Textil Lonia (STL), creada en 1997 por los tres hermanos del modisto (Jesús, Josefina y Francisco Javier) está a un tiro de piedra de la de Adolfo Domínguez. Con una plantilla de más de 2.500 empleados, STL —productora y comercializadora de la marca Purificación García y de la línea lifestyle CH, de Carolina Herrera— ha crecido más que la empresa matriz. Lo mismo que Bimba y Lola, la sociedad puesta en marcha en 2006 por las sobrinas del modisto Uxía y María, hijas de su hermano Jesús y formadas en STL, que facturan más de 100 millones.

¿Qué ha fallado en Adolfo Domínguez? El empresario hace autocrítica y reconoce errores en algunas decisiones de negocio como la apuesta por situarse en “carísimos” locales comerciales de grandes dimensiones en los extrarradios de las ciudades y la diversificación de sus líneas, como la de niños y mascotas, ambas ya cerradas. La firma mantendrá la línea de accesorios y la de perfumería “de excelente resultado”, respetando los acuerdos con Puig. A las decisiones erradas se añaden otros factores externos, como la atomización del mercado y el “efecto arrastre de Inditex”.

Los especialistas consultados por este diario identifican los mismos fallos que reconoce el empresario y añaden un hándicap: Adolfo Domínguez vendía con cada prenda de ropa algo más; un estilo de vida que prácticamente ha desaparecido con la crisis: “El de una progresía intelectual de clase media alta”. Añade a ello el hecho de que, contrariamente a la fobia a los medios de comunicación de las empresas de sus familiares, Domínguez se ha caracterizado por sus declaraciones públicas, algunas muy controvertidas. Como cuando pidió, en 2010, el despido libre y criticó que se pudiesen “coger bajas por depresión durante un año”.

El planteamiento es matizado por el entorno del modisto. En su opinión, los diseños ,“inconfundibles”, siguen siendo el valor de la firma, aunque sí reconocen que sus clientes-tipo han sido golpeados por la crisis. Entienden que el “lujo asequible” que ofrece Adolfo Domínguez se ha resentido. “El consumidor se ha polarizado entre lo muy barato y el lujo total”. Para afrontar la nueva etapa, la compañía da un paso atrás. No será solo en la dimensión y número de tiendas, sino en la política de grandes fichajes, algo que aplauden los trabajadores de la fábrica que hicieron constar en su momento el malestar por la subida salarial del 5,4% que se aplicó el consejo de administración en 2013, en plena crisis, así como por la desviación a Madrid de algunos departamentos de la cadena de producción.

Ahora, en la reestructurada dirección del grupo, el diseñador orensano ha dejado solo a tres ejecutivos con más de un año en puestos de responsabilidad. El resto son empleados de toda la vida.

Históricos que se van

Los consejeros históricos José Luis Nueno (representaba al grupo de perfumería Puig) y José María García-Planas, abandonaron el órgano directivo tras la ruptura definitiva del empresario, el pasado agosto, con su consejero delegado, Estanislao Carpio, a quien el modisto recompró sus acciones. Su puesto ha sido ocupado por el propio Domínguez al no haber llegado a un acuerdo económico con Konstantin Antimissaris, el antiguo ejecutivo de Inditex y de Marks&Spencer que iba a sustituir a Carpio. El entorno del modisto da por hecho que él propio empresario se mantendrá, al menos durante un tiempo, en este cargo.

Carpio arribó en 2012 a Adolfo Domínguez asumiendo el reto de convertirse en el primer director general de la compañía, tras una década de experiencia en otra empresa familiar, el grupo de calzado Camper, en el que fue nombrado director general en 1996 y en 2008, responsable de operaciones. Domínguez no consiguió que el especialista se asentara en Ourense. Carpio se llevó a Madrid buena parte del equipo de la empresa. Cuando se daba por hecho que el diseñador le cedería las riendas, Domínguez impuso su criterio: centrarse en el crecimiento. 

Grandes fichajes

“La gestión de Carpio fue buena al principio, pero en cuanto hubo que hacer frente a la crisis se evidenció que no conseguía resultados”, afirma la delegada de CC OO en el comité de empresa de Adolfo Domínguez, Celia Martínez. Los empleados, que aplauden las nuevas decisiones, ya habían alertado el año pasado de que el traslado a Madrid de algunos departamentos, incluido el de Carpio, no auguraba nada bueno. “Ha tenido que volver a Ourense porque los directivos están aquí”, explica la delegada sindical una de las “incongruencias” que trajo consigo la política de los “grandes fichajes” de la firma.

En ese mismo sentido analiza el sindicato nacionalista CIG la reestructuración en la dirección. El secretario comarcal en Ourense, Etelvino Blanco, recuerda que ya habían alertado el año pasado del “despropósito” que suponía llevarse una parte de la producción a Madrid “para justificar la presencia en la capital española de ejecutivos que vivían a todo tren” mientras la empresa seguía perdiendo peso.

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