Amy Bernstein: “Hacer contactos para trabajar no es jugar sucio”
La directora de la revista Harvard Business Review habla de cómo moverse para encontrar empleo en la era digital
Amy Bernstein (Nueva York, 1960) lleva cinco años al frente de la revista Harvard Business Review, una de las publicaciones de referencia en innovación empresarial en todo el mundo. Su visión de por qué los jóvenes no tienen las habilidades para encajar en el mercado laboral es muy distinta a la habitual. Ella no le echa la culpa a las universidades, sino a las empresas. Cree que la crisis ha llevado a las compañías a reducir drásticamente su inversión en la universidad, lo que quiere decir que los programas académicos ya no resuelven los problemas actuales de las empresas. Así se genera la brecha entre lo que aprenden los jóvenes y lo que demanda el mercado.
Ser la directora de una de las revistas más importantes del mundo empresarial, con sede en Boston (Massachusetts), la convierte en un radar de tendencias y en una experta en nuevas formas de trabajar. Sobre los millennials -nativos digitales nacidos entre 1981 y 1995-, con los que trabaja diariamente, asegura que no “compra” ninguno de los estereotipos más extendidos. Ni es cierto que no les importe el salario ni que su lealtad a las empresas sea menor que la de generaciones precedentes como la Generación X, nacidos entre los 60 y los 80, o los llamados baby boomers (nacidos entre 1946 y 1959). Son las compañías las que han cambiado las reglas del juego: ahora se trabaja por proyectos. Los empleados van y vienen.
Como máxima responsable de una revista con 13 ediciones internacionales, que se publica 10 veces al año -con un alcance de 260.000 ejemplares por número- y que suma más de seis millones de usuarios únicos al mes en su edición web, Bernstein está de visita en Madrid con motivo del lanzamiento de una nueva edición en español de Harvard Business Review, únicamente en formato web.
Pregunta. Hace 15 años, al terminar la carrera universitaria, los jóvenes estaban listos para comerse el mundo. Tenían claro qué función desarrollarían en su puesto de trabajo. ¿Por qué hoy no están a la altura de lo que demanda el mercado?
Respuesta. El problema es que nadie se está dedicando a rellenar esa brecha. Nadie está diciendo claro cuáles son las habilidades que sirven para encajar en el nuevo escenario laboral ni se está enfocando en el desarrollo de esas capacidades. Alguien tiene que definir ese conocimiento. En Estados Unidos, durante generaciones, las empresas han trabajado conjuntamente con las universidades para identificar y construir las habilidades. Buen ejemplo de ello es la industria energética, que desarrollaba el tipo de ingenierías que se requerían en cada momento. Durante la crisis, las inversiones de la industria se redujeron drásticamente. Ahí se empezó a generar la brecha.
El rol más importante de la Universidad es inculcar la curiosidad por seguir aprendiendo toda la vida
P. Entonces, ¿Qué mensaje hay que mandar a los jóvenes? ¿Ya no se puede confiar en las universidades como prescriptoras del nuevo conocimiento?
R. Lo primero que nos tenemos que plantear es cuál es el rol de la universidad y qué papel juega en la educación de los ciudadanos. Es cierto que una de sus funciones es preparar a los jóvenes para enfrentarse al mundo laboral, enseñarles a defenderse en situaciones hostiles y saber moverse. Pero no podemos olvidar que su misión fundamental es prepararlos para la vida, entrenar su mente en valores como la flexibilidad y el rigor, y lo que es más importante, en la curiosidad por continuar aprendiendo, tener esa inquietud durante toda la vida. Estas aptitudes están por encima de los conocimientos técnicos; sirven para toda la vida.
P. Mientras se ajusta el modelo educativo, ¿Tienen que ser las empresas las que formen a las nuevas generaciones en los nuevos roles digitales?
R. Están obligadas a hacerlo porque tienen asuntos inmediatos que resolver. Las compañías están prestando cada vez más atención al entrenamiento en liderazgo, están invirtiendo miles de dólares en cómo potenciar esas capacidades.
P. ¿Cómo pueden estar los jóvenes informados de lo que piden las compañías? ¿Qué recursos existen para no quedarse aislado?
R. Más allá de las prácticas profesionales durante la carrera, que hoy son obligatorias si alguien quiere encontrar un empleo, el networking es una herramienta muy potente. Hacer contactos es una tarea cero placentera y hay que aprender a hacerlo sin volverse loco. Yo soy la primera a la que le resulta incómodo ir por ahí presentándome a gente cuando necesito algo. Precisamente, hace unos meses publicamos un artículo sobre esta cuestión, Learn to love networking (en español, aprende a amar el networking), en el que contamos que mientras algunos tienen una pasión natural por conocer a gente nueva, a otros les hace sentir incluso sucios. Hay que romper con esa idea. En la pieza, dejábamos claro que hoy es una necesidad y ofrecíamos una serie de estrategias para cambiar de actitud. La clave está en hacer preguntas, en perder la vergüenza de interrogar a alguien sobre cómo consiguió el puesto que tú quieres, incluso pedirle consejos para acercarte a la empresa. No consiste en soltar un discurso con tus bondades y pretender que las compren; tienes que saber conectar, construir un conocimiento de la compañía. Investigar a qué se dedica y qué podrías aportar. Tu mensaje tiene que calar.
Hacer contactos es una tarea cero placentera y hay que aprender a hacerlo sin volverse loco
P. En España, tenemos una visión del trabajo mucho más estática que en Estados Unidos. Aquí cuesta romper con la idea de un mismo puesto para toda la vida.
R. La realidad de 2016 es muy distinta en ambos países. El paso por la universidad no define tu trayectoria profesional, es solo el punto de partida. Tratar de averiguar lo que quieres hacer con tu vida es un proyecto a largo plazo que para nada termina cuando consigues tu primer trabajo. Tienes que tener curiosidad por conocer a otras personas, abrir tu mente y encontrar mentores que te puedan mostrar nuevos caminos, eso siempre te va a beneficiar. A las personas más introvertidas a las que les incomoda el contacto visual, pueden hacerlo a través de comunidades online. Hay que ser creativo con todo eso y atreverse. Yo, que no estoy obviamente en mi primer trabajo, siempre estoy pensando qué será lo siguiente que aprenda, esa es mi motivación. No hay ningún libro que te diga qué pasos hay que dar.
P. ¿Qué opinión le merecen algunos gurús de la educación que defienden que hay que acabar con los exámenes e incluso con los profesores?
R. Las universidades, los institutos y los colegios han estado durante demasiado tiempo pensando que solo había una forma de enseñar, pero las investigaciones han demostrado que hay inteligencias múltiples. Lectura, vista o audio, es apasionante lo que estamos experimentando con el aprendizaje. Uno de los fenómenos más interesantes es Khan Academy, un ejemplo de que la figura tradicional del profesor como emisor de contenido ya no es útil. Su misión tiene que ser la de ayudar a digerir las ideas.
P. ¿Qué aporta más a las empresas, la frescura de un millennial o la experiencia de un senior?
R. Los necesitas a ambos. Creo que el trabajo obliga a la gente a cambiar y a actualizarse, los millennial no son los únicos que saben vivir en el mundo digital. Aunque es cierto que crecieron de forma diferente, creo que exageramos las diferencias. Las generaciones precedentes también querían hacer del mundo un lugar mejor. No compro todos los estereotipos que nos venden de los millennials. Si se preocupan menos por el dinero no es por mentalidad, sino porque no tienen hijos ni hipotecas, pero ese momento llegará. También se habla mucho de que no son leales a las empresas, pero son las compañías las que desde hace tiempo ya no son fieles a sus empleados. Cambian a menudo de trabajo porque ahora se funciona por proyectos, los empleos por sí mismos son a corto plazo.Habría que analizar cuánto de esto corresponde a la supuesta forma de ser de los millennials y cuánto a la realidad del mercado de 2016. Estamos ante una cultura laboral diferente.
P. ¿Qué consejo le daría a un joven que acaba de encontrar su primer empleo?
R. Si es complicado trabajar contigo y si no haces nada por aprender, perderás tu trabajo. Así de simple.
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