Mi pueblo es una pyme
El impulso emprendedor de algunas poblaciones rurales las sitúa en los primeros puestos de riqueza y crecimiento de España
La idea de que las actividades de alto valor añadido están reservadas a las ciudades, donde imperan las multinacionales y los bancos, y de que los municipios rurales tendrían que resignarse a vivir de la agricultura y los molinos de viento, es una falacia. España, que es un país de pueblos (más de 8.000 Ayuntamientos), cuenta con centenares de poblaciones rurales, a veces a decenas de kilómetros de la ciudad más próxima, y, sin embargo, pletóricas de actividad económica. Localidades ricas, casi sin paro y con ratios de renta per capita por encima de la media nacional que atraen a gente de municipios cercanos y han incrementado su población en una época de desertificación rural.
Mientras que, en una gran ciudad, la instalación de dos o tres empresas de 100 trabajadores tiene un impacto nulo sobre la riqueza y el empleo de estas urbes, en pueblos de 2.000 o 3.000 habitantes, dos o tres empresas pequeñas desatan todo un círculo virtuoso, con la creación de decenas de otras pymes comerciales o auxiliares, todo un efecto-demostración para las áreas vecinas. Y, pese a que en algunos casos su prosperidad se la debe a alguna empresa implantada en la zona, lo normal es que esa abundancia de actividad empresarial sea el producto de la iniciativa de sus propios vecinos, que han sabido explotar habilidades propias, que han ido depurando a lo largo de décadas y que los han convertido en auténticos clusters.
La industria que nadie esperaba (Quel, La Rioja)
Situado en la Rioja Baja, este pueblo de solo 2.000 habitantes, donde está la sede de El Naturalista, vivió durante años de las conservas vegetales y las mermeladas. Pese a estar cerca de Arnedo, había poca actividad zapatera debido a las inclemencias de la producción en Asia. Pero, a finales de los años noventa, con la tecnificación y sofisticación de esta industria en España, Quel, especializado antes en la fabricación de botas para la industria del vino, entró en el calzado, y con mucho éxito.
El Naturalista, una marca de zapatos ecológicos de culto fundada en 2003 que factura unos 30 millones de euros y vende el 90% de su producción fuera de España, en 45 países, no solo colocó su sede en el pueblo sino que tiene ahí dos fábricas donde trabajan unas 160 personas, lo que significa que una de cada cuatro familias de Quel está relacionada con la empresa. Y no solo fabrica zapatos, sino que se ha dedicado a investigar con nuevos materiales y procesos como el bambú, del que ha aprendido a extraer una fibra con propiedades antibacterianas naturales, una actividad de I+D que desarrolla en la zona.
El más rico de la provincia (Olaberria, Gipuzkoa)
Cuantas más empresas, más prosperidad. Y esto es lo que pasa en Olaberria, que tiene más de 100 pymes para una población de 956 personas. ¿Resultado? Una renta per capita de 183.000 euros que la convierte en la localidad más rica de la provincia. Y la segunda de la comunidad autónoma. Algunas de sus empresas tienen, de hecho, un tamaño respetable. Es el caso de Hine, centrada en la fabricación de equipos de automatización industrial, que ha crecido mucho en los últimos años. Con cerca de 200 empleados, buena parte de ellos ingenieros, Hine exporta gran cantidad de su producción.
En un sector totalmente distinto destaca Aldanondo, una empresa quesera, que ha ido adquiriendo terceras marcas y produce variedades de quesos de denominación de origen como Idiazabal, Roncal, Arzúa-Ulloa y Tetilla. Su planta de Olaberria no solo elabora estos quesos, sino otros productos como legumbres, carne, embutidos, lácteos, hasta un total de 1.500 referencias.
Alta concentración carrocera (Arbucies, Girona)
La historia de Arbucies es un caso de libro de adaptación económica. Su industria carrocera, nacida en el siglo XIX por la abundancia de bosques en la zona, sufrió lo indecible en las últimas décadas del siglo XX, después de que las grandes marcas de autobuses optaran por construir sus propias carrocerías. La solución fue hacer carrocerías a medida, lo que salvó al sector, y al pueblo, que no ha parado de crecer: en 2001 tenía 5.100 habitantes, ahora tiene 6.500. El 65% de la población trabaja en el sector, en firmas como Indcar, Ayats o Beulas, además de otras 40 auxiliares. También cuenta con una empresa textil como Jocavi o las plantas embotelladoras de Viladrau, Font d’Or, Font Agudes y Font de Regàs. Al final, el municipio solo tiene 400 parados.
Las carrocerías son una actividad muy sofisticada, con mucho I+D, centrada en los mercados internacionales. Las tres grandes firmas emplean a cerca de 600 personas y facturan en torno a 25 millones de euros cada una.
Cómo sacarle todo el partido al jamón (Guijuelo, Salamanca)
Situada a 50 kilómetros de Salamanca, esta localidad de 5.800 vecinos debe su prosperidad a que ha sabido poner el jamón de su denominación de origen a niveles similares al de Jabugo, algo nada fácil y que exigió un esfuerzo de modernización y marketing por parte de dos o tres empresas, en especial de Bernardo Hernández (Beher), con más de 100 empleados y una facturación de unos 21 millones de euros. Estas empresas marcaron las pautas que luego siguieron las demás, un total de 173 pymes.
El éxito de Guijuelo, y el impacto sobre la prosperidad de la zona, ha sido tan fuerte que el pueblo aumentó su población en un 50% desde los años setenta, cuando tenía solo 4.000 habitantes. Con una de las rentas per capita más altas de España (y un paro del 7%), la mayoría de los habitantes se dedica al jamón, desde su producción al almacenamiento, comercialización, transporte y servicios auxiliares: una historia de éxito que se aceleró en los ochenta, cuando el hijo del fundador de Beher se lanzó a la piscina y construyó la fábrica más puntera del momento.
El municipio con más empresas de España (Antas, Almería)
Que un pueblo de 3.200 habitantes tenga más de 400 empresas registradas no es normal. Pero ocurre en esa localidad almeriense, conocida por ser la que tiene más empresas por habitante de España. No extraña que la plantilla total de sus pymes duplique la propia población de Antas y que esta no haya parado de crecer. Entre 1996 y 2014, su censo subió de 2.659 a 3.161 personas, un 19%. ¿El secreto? Igual que en otros pueblos de la provincia: la abundancia de empresas de producción, comercialización y transporte de frutas y hortalizas, que trabajan para toda Europa, como Frutas Aloa, J. Cano, Pérez Casquet o Valero y Alonso. Además de una fábrica de bordillos, un distribuidor de cosméticos, una ingeniería de molinillos eólicos, un astillero y una firma marmolista.
Arroz y cangrejos rojos, un tesoro comercial (Isla Mayor, Sevilla)
Nada hacía presagiar que este pueblo de 5.900 habitantes, cercano a Doñana, que antes solo se dedicaba al cultivo del arroz y a la pesca, se iba a convertir en un verdadero vivero para la industria alimentaria. La apuesta industrial ha hecho que ahora cuente con empresas como Arrozúa, la cooperativa arrocera más grande de Europa, con unas instalaciones de 100.000 metros cuadrados. Esto, además, de un núcleo de firmas de transformación de productos del mar, cuatro o cinco, que facturan en total unos 20 millones de euros, entre ellas Pescacial, Seafood Sevilla, Emfacar o Alfocan. Todas fabrican productos elaborados, que incluyen el cangrejo rojo, que exportan en un 87% a todo el mundo. En el municipio también opera la piscifactoría Pesquerías Isla Mayor. El resultado es que solo tiene 500 parados registrados.
Máquina herramienta con mucho I+D (Antzuola, Gipuzkoa)
Con solo 2.100 vecinos, este municipio destaca, como otros del País Vasco, por su producción de máquinas herramientas, una actividad que estuvo a punto de esfumarse en los años ochenta y noventa a manos de la reconversión industrial. Las empresas que lograron sobrevivir a la hecatombe reconversora deben su éxito a que se modernizaron y especializaron en equipamientos de alta sofisticación. Es el caso de Goizper, una de esas pequeñas multinacionales de nicho que se han hecho globales con un producto muy diferenciado: los pulverizadores (para sanidad, agricultura…).
Fundada en 1959, Goizper ha crecido mucho en los últimos años y ya no es solo la primera de España, sino la tercera del mundo (y primera en pulverizadores de espalda a presión retenida). Con casi 200 empleados y unas instalaciones de 35.000 metros cuadrados en el pueblo, factura 39 millones de euros, el 70% procede del exterior.
Una empresa casi más grande que el pueblo (Arrúbal, La Rioja)
Pese a contar con solo 470 habitantes, este municipio destaca por su actividad empresarial. En su polígono industrial El Sequero conviven decenas de empresas, siendo la principal Arluy, un fabricante de galletas y chocolates que ha vivido un fuerte crecimiento, lo que ha atraído al pueblo muchos trabajadores de otras localidades, con un fuerte impacto sobre el comercio y la hostelería.
Con una facturación de 40 millones y 200 empleados, Arluy se ha convertido en uno de los primeros grupos galleteros españoles, tras adquirir firmas como Rio (aperitivos y galletas saladas) o Zahor (chocolates y bombones). La compañía también ha invertido bastante en el pueblo. Hace cuatro años compró una planta de 25.000 metros cuadrados con el fin de duplicar su capacidad de producción de galletas en Arrúbal, una inversión de 10 millones de euros. Este en un pueblo de menos de 500 habitantes.
Localidades repletas de pymes
Los casos citados son solo una muestra. España tiene decenas de pueblos donde la presencia de pymes innovadoras y campeonas en sus nichos ha permitido evitarles lo peor de la crisis, en especial cifras de paro de dos dígitos.
Onil (Alicante), 7.600 habitantes. La principal actividad de este pueblo son los juguetes, especialmente muñecas, de las que hay varias fábricas modernizadas.
Castelserás (Teruel), 830 habitantes. Se le conoce como el pueblo español con más negocios online.
Igualada (Barcelona), 32.000 habitantes. Capital del cluster de la piel, una actividad que parecía que iba a desaparecer, pero que se ha recuperado y crecido gracias a la especialización en tipos de piel novedosos.
Almendralejo (Badajoz), 35.000 habitantes. La creciente producción de vino en la zona y el éxito de sus cavas le ha llevado a elevar un 30% su población en ocho años. Su mayor bodega de cavas, Bonaval, factura cinco millones.
Elgoibar (Gipuzkoa), 10.700 habitantes. Es una de las capitales de la máquina herramienta, con decenas de empresas, todas pymes, que exportan a todo el mundo y dan empleo a la mayor parte de su población.
Ubrique (Cádiz), 16.800 habitantes. Esta localidad, que sufrió hace años una crisis (debida a la globalización) que estuvo a punto de hundir su industria de bolsos, se ha recompuesto y hoy fabrica para las grandes marcas de lujo.
Tabernes de Valldigna (Valencia), 17.900 habitantes. Muy centrado en el mueble, este municipio cuenta con cerca de 18 pymes que emplean a la mayoría de sus vecinos.
Ribesalbes (Castellón). Apenas con 1.250 habitantes, está muy centrado en la cerámica artística, la loza y la industria azulejera, que mueven el 70% de su economía.
Yecla (Murcia), 34.000 habitantes. Es una de las capitales españolas del tapizado, con gran concentración de firmas del sector. Elevó su población un 21% en ocho años.
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