Geopolítica veraniega
El conflicto Iraquí está superando en intensidad al de Siria
Desde hace un año venimos publicando un informe de situación geopolítica mensual en BBVA Research. En el mismo utilizamos una base de datos de eventos de alta frecuencia a escala de Big Data para medir la intensidad de los conflictos y protestas más significativos a nivel mundial. El análisis de estos datos nos permite comparar los distintos puntos calientes de la geopolítica mundial y ponerlos en perspectiva no sólo respecto a otros eventos, sino a la propia experiencia histórica.
La geografía de los mismos es dispersa pero podemos ordenarlos en función de su intensidad o tono. Los conflictos más intensos a nivel mundial se están produciendo en Oriente Medio, en particular en Siria y en Iraq. En ambos la intensidad de los mismos es extrema si lo comparamos con la media mundial y la mala noticia es que la intensidad del conflicto Iraquí está este año superando la de Siria. Por lo tanto, los avances en el control del Estado Islámico en Siria se pueden ver empañados por un deterioro de la situación Iraquí.
La intensidad del conflicto en algunos países del Norte de África supera también el promedio mundial. Aparte de la situación de Libia, el nivel de conflicto se mantiene elevado en Túnez, en menor medida en Egipto y aumenta la tensión en Argelia. Más allá de la fragilidad interna de estos países, ISIS intentará desestabilizar una región donde no sólo los niveles de conflicto, sino también de desencanto social permanecen en alerta constante. Además, dado el elevado grado de contagio que observamos durante la primavera Árabe, habrá que seguir alerta no sólo en el Mediterráneo sino en el Golfo Pérsico.
El anillo de fuego que rodea a Europa se extiende también por Europa del Este y el Cáucaso. Aunque la situación en Ucrania mejoró sensiblemente desde comienzos de 2015, el nivel de conflicto en el Cáucaso ha aumentado. En esta área confluyen conflictos históricos como los de Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj, el potencial desestabilizador yihadista y la posible respuesta rusa a las decisiones tomadas en la OTAN hace unos días.
El conflicto crónico de Corea del Norte y las tensiones en el Mar de China constituyen los principales focos de tensión del Sudeste Asiático. Dejando a un lado el primero, el fallo del tribunal de La Haya ha resuelto en favor de Filipinas. Ambas partes han expresado su intención de llegar a un acuerdo, al mismo tiempo que China se estrena como potencia geopolítica y anuncia que “la ley es igual para todos pero para unos más que otros”. Esto es, veremos algo más de escalada de tensión antes de la negociación. Sin olvidar que este conflicto, aunque menos intenso, es el auténtico cisne negro. No hay más que contar el porcentaje de cargueros mundiales que cruzan el estrecho de Malaca y la posibilidad de algún accidente no deseado que involucre a China y EE UU.
En Europa como siempre, todo ocurre a cámara lenta. Los niveles de conflicto están muy por debajo de la media mundial, a excepción del terrorismo, del que desgraciadamente hemos sido testigos tanto en Europa Central como en Turquía. No obstante, no hay lugar para la complacencia, ni siquiera en verano. El vecindario Europeo es más que complejo y distinguir entre ruido y señal está siendo una labor cada vez complicada.
Álvaro Ortiz Vidal-Abarca es economista jefe para Asia, Oriente Medio y Geoestrategia del BBVA.
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