La marca de la mesa de Navidad peruana
San Fernando, la mayor empresa avícola del país andino, mejora su gestión
Cuando se acerca Navidad, no es raro ver en Lima a algún trabajador volviendo a casa con un pavo empaquetado en plástico azul y rojo, el ingrediente principal del plato más tradicional de la cena de Nochebuena. Los peruanos saben lo que indican ambos colores: que el producto es de San Fernando, la mayor empresa avícola del país andino. El crecimiento sostenido que ha vivido en los últimos años la economía de este Estado latinoamericano se ha visto reflejado en sus empresas, que tras consolidarse en el mercado nacional ahora se atreven a mirar fuera. Es el caso de San Fernando, que facturó 683 millones de dólares el año pasado y que se ha embarcado en el último lustro en un profundo proceso de transformación con el objetivo de convertirse en una multinacional líder en la región.
El negocio principal de la compañía radica en el pollo, que acapara el 70% de los ingresos. En la capital, donde viven cerca de 10 millones de personas, tres de cada 10 pollos que se sirven en la mesa de hogares y restaurantes salieron de sus granjas. Una cuota de mercado importante, si se tiene en cuenta que se trata del tipo de carne más popular en el país: cada peruano come más de 40 kilos al año. Los españoles apenas superan los 14 kilos per cápita. Las aves en general son uno de los alimentos favoritos de los limeños: en 2015 consumieron 76,4 kilos cada uno, según los datos de la Asociación Peruana de Avicultura.
Los cuatro hijos del fundador mantienen casi el 90% del grupo pero cedieron el mando
San Fernando cerró 2015 con un crecimiento del 6% en las ventas. Si se tiene en cuenta a las otras dos empresas del grupo que se encargan de complementar la producción en el norte y el sur del país, Chimú Agropecuaria y Agropecuaria Chavín, el total de ingresos se elevó a los 900 millones de dólares, un 8% más que el ejercicio anterior. Las exportaciones, sin embargo, se limitan al pavo y a la genética de aves. El primero tiene a Colombia, Panamá, Ecuador y Bolivia como destinos. Precisamente en este último, la firma cuenta con una planta de incubación de abuelas (las madres de las aves reproductoras). La compañía es el distribuidor de la raza de pollos Cobb en la Comunidad Andina —Ecuador, Bolivia, Perú y Colombia— y el segundo reproductor en Sudamérica. Pero estos negocios en el extranjero todavía suponen una pequeña parte de la actividad del grupo frente al gran monstruo que representa la venta de pollo, cuya demanda no cesa de aumentar.
La firma no ha dejado de introducir cambios desde 2009. Entonces, San Fernando había incrementado sus ventas en más de un 50% en pocos años, pero aún funcionaba como una empresa familiar. El negocio había evolucionado mucho desde que su fundador, un inmigrante japonés llamado Julio Soichi Ikeda, montara en 1948 su primera granja con una treintena de patos. La compañía se había convertido en un gigante en cuyas instalaciones se sacrificaban decenas de miles de ejemplares cada día y hacía décadas que había reemplazado la carne de pato por la de pollo, cerdo, pavo y los huevos. Pero las aspiraciones crecían a la par de la empresa, así que los Ikeda tomaron dos determinaciones importantes.
Reorganización
La primera consistió en dar un paso atrás, replegarse en el directorio y ceder el manejo diario de la firma a un ejecutivo ajeno a la familia. Los cuatro hijos de Julio Ikeda aún se reparten en proporciones idénticas el 89,64% de la compañía, pero ahora prefieren contratar a un gerente general con experiencia en multinacionales para que la dirija. Eliot Chahuán, quien ocupa este cargo en la actualidad, explica que este proceso se encuentra casi concluido: “No es un tema fácil porque ellos han vivido la historia de la empresa, la han hecho con sus manos, y a su vez, la tercera generación está comenzando a conocer el negocio”.
La firma facturó 683 millones de dólares en 2015, el 70% por la venta de pollos
La segunda apuesta de la firma fue empezar a desarrollar productos de valor añadido para no depender tanto de las commodities y la volatilidad de sus precios. A la carne y los huevos se sumaron los embutidos, las conservas de pollo y la comida preparada congelada; estas dos últimas, inspiradas en platos típicos de Perú. Una gama de productos que ya circula en el mercado nacional, aunque a una escala mucho menor a la de la carne fresca. Pero las perspectivas de futuro se ambas ramas se encuentran realmente en la exportación, según afirma Chahuán. “Si todo sale bien, empezaremos a exportar en diciembre, como muy tarde, la línea de comida congelada 5cina. Tenemos pedidos firmes de supermercados de Chile, donde la gastronomía peruana ha pegado tanto”, asegura.
“La idea es llegar a la persona que no tiene tiempo para cocinar, a la que va a su hogar solo un ratito. El pueblo peruano no está acostumbrado a la comida congelada como el europeo o el americano”, admite el directivo. Aunque el ritmo de vida en el país ha cambiado: “Cada vez hay más mujeres que trabajan y menos que se quedan en casa a cocinar. Así que buscamos soluciones que faciliten el día a día. Queríamos ser los primeros en innovar”. Para reforzar los cambios, la empresa apostó por invertir en campañas publicitarias —algo singular en su sector—, algunas de las cuales incluso recibieron premios.
De momento, la línea de congelados ha alcanzado una cuota de mercado del 44% a nivel nacional y la de conservas ingresó el año pasado 10,9 millones de dólares. Esta última es utilizada por el Gobierno peruano para el programa social Qali Warma, que provee de alimentos a los menores que asisten a las escuelas públicas. Mientras tanto, la compañía, que emplea a cerca de 6.000 personas, continúa invirtiendo. En 2015, destinó alrededor de 27 millones de euros en ampliar y modernizar sus instalaciones y este año repetirá la cifra y el fin.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.