¿Merece la pena invertir en los fondos más grandes del mercado?
Los productos más comerciales de la banca tienen costes elevados y bajos réditos
La coyuntura actual ha castigado fuertemente al ahorrador tradicional: el último movimiento del Banco Central Europeo también está reduciendo el segmento que intentaba resistir las embestidas de años de bajadas de tipos de interés: el depósito a largo plazo. Aunque su rentabilidad ya había caído sustancialmente, seguían existiendo entidades que de forma muy condicionada daban un pequeño plus al ahorrador, ahora obligado a moverse hacia otros productos como los fondos de inversión.
En este traslado del ahorro, los grandes bancos tienen la ventaja de contar con una amplia oferta, aunque tiendan a concentrar las inversiones de sus clientes en productos estrella: a finales del pasado enero, 12 gestoras acaparaban en 90 productos más de 96.500 millones de euros, con una media de 1.027 millones por producto. De esta manera, la ventaja que puede tener el cliente a la hora de diversificar no se cumple y el papel del comercializador destaca una vez más como uno de los eslabones débiles del proceso de inversión: lo que más se vende no suele coincidir con lo más rentable para el ahorrador.
Los cinco fondos principales de las entidades líderes en España —Caixabank, Banco Santander, BBVA, Banco Popular y Bankia— suman más de 15.600 millones de euros en patrimonio. Y todos se asemejan por su baja rentabilidad.
Foncaixa Equilibrio, de CaixaBank, producto nacional con más patrimonio —4.752 millones de euros el pasado febrero— tuvo una rentabilidad negativa del 3,98% en el último año. Lo mismo pasa con los fondos más contratados de las demás entidades: Santander Select Prudente cerró con una caída del -4,34%, Quality Cartera Moderada, del BBVA, acumuló un -11%, Cartera Óptima Prudente, del Popular, obtuvo un -3,82% y Bankia Evolución Prudente, fondo de retorno absoluto, experimentó una caída del 2,38% en rentabilidad en el último año.
Altas comisiones
Al igual que ninguno de los fondos enumerados destaca por su rentabilidad, todos coinciden en exigir comisiones por encima de la media de sus respectivas categorías. Entre las más caras destacan las de Cartera Óptima Prudente —no tiene comisión de depositaría, pero la de gestión es del 1,60%—, y la de Bankia Evolución Prudente, que tiene la fórmula de cobro potencialmente más costosa. Aplica una comisión de gestión directamente al fondo, del 0,75% y hasta un 2% indirecto sobre el importe invertido, nunca excediendo la suma del 2,25% sobre el total del patrimonio del fondo, el máximo legal. En depositaría se aplica un 0,1% sobre el total y un 0,15% sobre la parte invertida, sin exceder el 0,20% anual.
La fórmula resultante es perversa para el cliente y beneficiosa para la entidad
¿Están justificadas estas comisiones? Teniendo en cuenta la existencia de productos más baratos y exitosos, la respuesta es “no”. La comisión de gestión es la remuneración que recibe el gestor por elegir entre diferentes instrumentos de inversión. Pero lo que hace muchas veces es apartar bonos, acciones o derivados y privilegiar fondos —en ocasiones incluso del mismo banco—, que a su vez ya tienen comisiones: el resultado final hace desproporcional lo que se cobra al cliente con respecto al análisis o trabajo que conlleva.
Foncaixa Equilibrio y Santander Select Prudente invierten tanto en activos directos como en fondos de otras gestoras internacionales. Principalmente se dirigen hacia fondos que replican índices (ETF), que tienen comisiones, aunque bajas, que se repercuten al cliente. La entidad presidida por Ana Botín, sin embargo, añade una pequeña porción en fondos de retorno absoluto con comisiones más elevadas, y en renta fija invierte una parte importante en productos del mismo banco, lo que provoca que el inversor tenga una doble capa de costes.
Quality Cartera Moderada (BBVA) invierte en derivados y fondos, en este último caso en productos ajenos a su gestora, pero con un coste que repercute al cliente. Cartera Óptima Prudente también repite la pauta de meter el dinero en productos que ya tienen comisión, y tampoco faltan los que pertenecen al mismo banco. Lo más llamativo, sin embargo, es Bankia Evolución Prudente: en su último informe semestral sólo declaraba tener posiciones con saldo en tres productos, pese a sus altas comisiones.
La fórmula resultante es bastante perversa para el cliente y beneficiosa para el banco. Su gran capacidad de venta permite colocar productos a miles de ahorradores que, con resultados mediocres, les generan altos ingresos por sus comisiones elevadas.
Diego González, socio fundador y responsable de inversiones de la EAFI Bull4All, señala que buena parte del problema está en el bajo nivel de exigencia del cliente: “La mayor parte considera que el fondo ofrecido por el banco es una buena alternativa, porque al fin y al cambo piensa que se trata de una entidad con prestigio”.
La solución estaría en una mayor exigencia basada en una mejor cultura financiera y en un cambio de modelo en el que el asesor independiente cobre más relevancia. Como señala González, “una empresa de asesoramiento financiero no vende un producto, sino lo prescribe: funciona como un médico del dinero que receta la mejor medicina al paciente”.
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