No hice mi carrera para acabar aquí
El trabajo en algo relacionado con lo que se ha estudiado es cada vez menos el camino más idóneo para triunfar profesionalmente
Resulta difícil imaginar cómo sería acudir como paciente a una consulta del doctor Monzón. Porque, aunque licenciado en Medicina, profesión que llegó a ejercer durante un breve periodo de tiempo, estamos tan acostumbrados a ver a El Gran Wyoming en su faceta televisiva que no lo concebimos vistiendo una bata blanca y con un estetoscopio alrededor del cuello. No es el único caso. Los actores John Cleese (Derecho en Cambridge) y Natalie Portman (Psicología en Harvard) o el cantante de Coldplay, Chris Martin (Historia Antigua en University College de Londres), son ejemplos de otros famosos universitarios a los que la vida y su talento les llevaron a triunfar en campos muy distintos de los que inicialmente marcaban sus estudios superiores.
Una tradición familiar, una nota insuficiente o que todavía no hemos encontrado aquello que nos apasiona, ese "amar lo que se hace" del que hablaba Steve Jobs, pueden llevarnos a estudiar una carrera que no era en realidad la que más nos gustaba. Algo que, según los expertos, no es el fin del mundo. "El paso por la universidad cumple una misión de desarrollo y formación integral de la persona, pero no tiene por qué ser finalista en cuanto a determinar su futura profesión", señala Beatriz Vallejo, orientadora del Centro de Orientación e Información para el Empleo (COIE) de la Universidad Complutense de Madrid.
Tránsfugas ilustres
Asegura que no fue él quien dejó la medicina sino la medicina la que, cansada de darle oportunidades, lo dejó a él. Porque a José Miguel Monzón, El Gran Wyoming (Madrid, 1955), el cambio de orientación profesional le vino rodado. "Yo era un hippie, ya tenía una banda de rock y pensaba en el presente. Trabajando en un bar con el maestro Reverendo, me ofrecieron un trabajo en TVE y fui empalmando un programa con otro, hasta hoy. He tenido suerte". No se arrepiente pero admite que esa seguridad tiene que ver con que las cosas le han ido bien.
Para el artista plástico y licenciado en Arquitectura Javier Serrano (Madrid, 1983) el salto fue menos radical. Pasó de diseñar y construir edificios a reinventarlos a través de las manifestaciones de arte urbano que realiza por todo el mundo junto a sus compañeros del colectivo Boa Mistura. Asegura que le sigue fascinando la arquitectura, aunque de un modo más antropológico que profesional. "De la arquitectura me quedo con una manera de reflexionar y de interpretar la ciudad y el estilo de vida", apunta. Ya pintaba grafitis desde antes de su etapa universitaria, pero en 2009 todo se precipitó. "Fuimos a Berlín a pintar un mural enorme. Pasamos allí un mes. Ahí empezamos a fantasear con la idea de vivir del grafiti. Fue una decisión tomada con las tripas".
Si hay una carrera comodín, probablemente esa sea Derecho. Según los datos del Censo General de la Abogacía hay unos 250.000 abogados colegiados en España. Pero hay muchos otros que han pasado por esa carrera sin llegar a ejercer nunca como letrados. Los encontramos en consultoras, gestorías, medios de comunicación, organismos internacionales, ONGs... la lista es interminable. Y es que, como indica Consuelo Martínez-Sicluna, vicedecana de Estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, "el Derecho forma parte de nuestra vida cotidiana".
Formación amplia
"Los atentados de París, el cambio climático, Internet... todo cuanto sucede a nuestro alrededor tiene un soporte jurídico". Razonar, elaborar un discurso o ayudar resolver conflictos son algunas de las valiosas lecciones aplicables a cualquier ámbito de la existencia que reciben los estudiantes de esta especialidad. "Una formación amplia, dinámica y eficaz que te prepara para enfrentarte a la vida", resume Martínez-Sicluna.
Pasión y disposición al cambio son para Fernando Botella, director general de Think & Action, dos elementos clave para llegar a triunfar en una profesión distinta a la planeada. Unos factores que también nos servirán para vencer el vértigo de volver a empezar y el peso de esos años 'perdidos' estudiando otra cosa. "El autoconocimiento es esencial para saber gestionar esa incertidumbre. Cuando el cambio de profesión te viene impuesto por otros o por las circunstancias puede haber una sensación de fracaso. Pero si eres tú quien escoge ese camino porque es lo que te motiva, estás dispuesto a asumir el riesgo", asegura este biólogo de formación y especialista en liderazgo y transformación organizacional de profesión.
Algunas empresas también están dispuestas a asumir ese riesgo contratando a perfiles 'intrusos' para cubrir determinados puestos. Jaume Gurt, director general de Infojobs, denuncia que la formación que los profesionales reciben en universidades y escuelas de negocios tiende hacia una excesiva uniformidad. "Se están generando clones, y el mercado ya empieza a demandar 'elementos extraños' que aporten una manera diferente de pensar y fomenten así la innovación", comenta este ingeniero de Telecomunicaciones con un pasado tecnológico antes de dedicarse a la gestión de personas.
¿Contratarían a un pianista como profesor de inglés? ¿Y a un jugador profesional de rugby? La escuela de idiomas Vaughan sí. Porque han descubierto que la perseverancia del músico o la disciplina del deportista son cualidades muy útiles para la enseñanza de una lengua. "Para nosotros el profesor es un facilitador, un coach que se implica al 100% en una misión: que el alumno aprenda y se convenza de que puede aprender. Buscamos motivadores, y los mejores suelen salir de personas inquietas, que persiguen imprimir un cambio a sus vidas y no tienen miedo de afrontar nuevos retos", explica la licenciada en Derecho Guadalupe Barrado, directora de Recursos Humanos de Grupo Vaughan.
Cambio planificado
Pero un salto profesional de estas proporciones no puede hacerse efectivo de la noche a la mañana. Conviene tener un plan. Jaume Gurt aconseja que el acercamiento a la nueva área sea gradual y a través de fórmulas que no comprometan en exceso. "Una buena manera de empezar es practicando esa actividad como hobby, probando, viendo si esa experiencia es tal como la imaginábamos. También es útil entablar contacto con personas que trabajen en ese sector o puesto que nos interesa para que nos cuenten su experiencia".
La motivación es fundamental, aunque no siempre será suficiente. "Si a los 40 años decidimos que lo que nos mueve es practicar la medicina o construir puentes pero no tenemos ni los estudios requeridos ni las habilidades imprescindibles para desempeñar esas profesiones, quizá no sea imposible lograr nuestro objetivo en el largo plazo, pero sí muy poco realista intentarlo", advierte Fernando Botella. Antes de tomar ninguna decisión, recomienda, deberemos trasladarle la consulta a nuestro talento, es decir, evaluar nuestras propias capacidades y circunstancias. "Si el talento nos da permiso, entonces podemos planteárnoslo".
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