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El BCE sugiere que intervendrá para forzar un aumento de la inflación

En octubre el Eurobanco ya estudió la posibilidad de comprar activos para inyectar más dinero a la economía

Claudi Pérez
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, en la Eurocámara, en 12 de noviembre pasado.EFE/Olivier Hoslet
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, en la Eurocámara, en 12 de noviembre pasado.EFE/Olivier Hoslet

La sucesión inacabable de crisis (financiera, económica, griega, de refugiados, de seguridad tras los atentados de París) obliga a Europa a actuar de nuevo. Y el BCE es la única institución con capacidad para hacerlo: el Eurobanco ya sopesó en octubre ampliar su programa multimillonario de compras de activos (la versión europea del QE), e incluso profundizar en los tipos de interés negativos, según las minutas de la reunión, conocidas ayer. La inflación se le va de las manos. Y los riesgos se acumulan: los consejeros del BCE son partidarios de disparar ahora para apuntalar la maltrecha confianza en una eurozona que renquea.

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Tras la Gran Depresión, el mundo solo salió de la crisis tras la II Guerra Mundial. La Gran Recesión nunca llegó a tanto, entre otras cosas porque los bancos centrales aprendieron la lección y llevan años pulsando el botón de imprimir dinero como si al papel moneda le faltara poco para pasar de moda. Aun así, la crisis europea encadena quebraderos de cabeza: el euro estuvo cerca de romperse en julio, poco después empezó la fase aguda de la crisis de refugiados, y los atentados de París amenazan con dejar huella con un miedo que debilita aún más la lánguida recuperación.

El BCE dio ayer claras señales de que está listo para actuar: disparará de nuevo en diciembre con su programa de compras de activos, al que llegó más tarde que Estados Unidos pero que está aquí para quedarse. A Fráncfort le asustan los riesgos, que son legión, según se deduce de las minutas de la última reunión y de las declaraciones de su economista jefe, Peter Praet.

“El riesgo de deflación es relevante”

Mario Draghi y compañía no han decidido aún la receta exacta elegida: el resumen del último consejo no da pistas de por dónde van los tiros. Pero la plana mayor del BCE considera que la política monetaria actual puede no ser suficiente para llevar la inflación al 2%. El programa de compra de activos es una suerte de catarata de liquidez sobre los mercados, pero no consigue elevar los precios de consumo y parece poca cosa ante los peligros en forma de desplome sostenido del crudo, el lío en China o la subida de tipos en EE UU. “El riesgo de deflación es relevante”, apuntaron los consejeros en Malta usando una palabra habitualmente proscrita. “El impacto de los factores externos eleva la incertidumbre y aumenta las posibilidades de que el BCE tenga que activar medidas”, apuntan las minutas.

Varias opciones abiertas

Claudi Pérez

Más QE. El BCE puede aumentar el tamaño, la composición y la duración del programa de compra de activos. Lo más probable es que amplíe los plazos actuales (septiembre de 2016) al menos hasta bien entrado 2017.

Tipos de depósito. El BCE mantiene la facilidad de depósito en el -0,2%: cobra a los bancos por dejar el dinero en su ventanilla. Los analistas creen que puede situar esa tasa en el -0,3% aún lejos de Dinamarca o Suiza (-0,75%).

Intervención verbal. Las minutas de la última reunión demuestran que los consejeros están a favor de elevar el tono en sus intervenciones públicas. Eso ya ha sucedido.

Esos factores externos son básicamente los riesgos asociados a China. Pero vinculado a ese problema aparece un fenómeno inhabitual: el BCE activa políticas más expansivas a la vez que la Fed (el banco central de EE UU) acomete su primera subida de tipos en años. Esa divergencia se ha dado pocas veces en la última década. Y con la economía mundial cargada de anabolizantes monetarios, nadie conoce las consecuencias.

El BCE tiene previsto comprar 1,1 billones en activos hasta septiembre. Ha bajado los tipos de interés al 0%, e incluso mantiene tipos negativos para la facilidad de depósito: los bancos pagan por dejar ociosos sus fondos en Fráncfort. La consecuencia de esa política ha sido la rebaja generalizada de los intereses de la deuda (en el caso alemán, tipos negativos en el 60% de sus bonos), aunque fuera de los mercados los efectos sobre la economía real son más que discutibles.

Draghi dará ahora varios pasos más allá: ampliará el QE —puede que incluso sine die— y profundizará en los tipos negativos. “Tenemos un problema de credibilidad”, admitió Praet. “He dejado de contar las veces que hemos tenido que admitir que la inflación volverá al objetivo más tarde de lo previsto”, dijo para justificar las nuevas medidas.

El desplome sostenido del petróleo empieza a ser preocupante: el Eurobanco teme que familias y empresas incorporen a sus expectativas esa nueva normalidad. El BCE, en fin, de nuevo ante los peligros de la inacción: la recuperación de la eurozona está lejos de la de EE UU, en parte por la mayor timidez del BCE. De ahí esa obsesión de Draghi por explorar todas las opciones a su alcance. Pese al Bundesbank.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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