Hacia una nueva información financiera
La crisis ha traído cambios legales que suponen un reto para los auditores
La crisis erosionó la confianza del mercado en el gobierno corporativo de las empresas y en la fiabilidad de su información financiera. La respuesta de los reguladores ha sido la aprobación de importantes cambios legislativos —Código de Buen Gobierno, Ley de Sociedades de Capital y Ley de Auditoría de Cuentas— que afectan a la gestión de las compañías y a la supervisión de sus cuentas. La nueva regulación supone un desafío para los auditores externos y también para los comités de auditoría de las propias sociedades. Un grupo de expertos debatió esta semana en la sede de EL PAÍS sobre este asunto en un encuentro patrocinado por KPMG.
“En los temas relacionados con la auditoría de cuentas solo se evoluciona cuando se producen grandes terremotos”, reflexiona José Luis Feito, presidente de la comisión de auditoría de Red Eléctrica. Las nuevas normas y recomendaciones amplían las funciones y responsabilidad de los administradores y obligan a las empresas a una mayor transparencia en áreas como la gestión de riesgos o la información corporativa y financiera que se traslada al mercado y que es clave para la toma de decisiones de los inversores. “Hay además una responsabilidad individual que trasciende el cumplimiento de las leyes. El hundimiento de empresas por datos económicos poco rigurosos ha hecho que consejeros y auditores tomen conciencia de su responsabilidad”, recuerda Feito.
Con el objetivo de reforzar la independencia de los auditores, mejorar la calidad de su trabajo y elevar la confianza en la información auditada de las compañías, la nueva Ley de Auditoría fija nuevas exigencias a los administradores de las empresas, centradas especialmente en las comisiones de auditoría, para reforzar la supervisión, control y calidad de los datos que generan las empresas. “La crisis ha provocado que el trabajo del auditor mejore y también que surjan cautelas, limitaciones y prudencias que son legítimas, pero que hacen que en ocasiones su trabajo se convierta en algo tan alambicado que sea difícil de entender para el que recibe la información”, recuerda Ramón Adell, presidente de la comisión de auditoría de Gas Natural.
Las nuevas normas obligan a las empresas a una mayor transparencia
En España la crisis puso de manifiesto, sobre todo en determinados sectores como el financiero, que el balance de algunas entidades presentaba más debilidades de las comunicadas en un principio al mercado. José Miguel de Andrés, presidente de la comisión de auditoría del BBVA, explica que en los últimos años se ha cambiado la forma de trabajar ya que los hechos han puesto de manifiesto riesgos que son ahora más tenidos en cuenta por el auditor, como el riesgo de liquidez o el de gestión continuada del negocio. “Las normas técnicas de auditoría están muy reguladas y son fundamentalmente las mismas que antes de la crisis. Una posible mejora en el trabajo del auditor está en el uso de la tecnología, todavía muy infrautilizada. Es aún un trabajo muy manual que podría mejorarse con técnicas de análisis de datos masivas”, opina De Andrés.
Más carga de trabajo
Tanto el nuevo Código de Buen Gobierno como la Ley de Auditoría dotan de mayores funciones y responsabilidades a la comisión de auditoría y refuerzan su papel de interlocución tanto con el auditor externo como con los accionistas. “Se ha triplicado el trabajo de los miembros del comité de auditoría. Hemos pasado a tener un exceso de regulación. La percepción general es que el auditor no hizo bien su trabajo durante la crisis, pero quizás el problema estuvo más en el trabajo de los gestores y en los fallos en la gobernanza de las compañías”, advierte Jesús López Zaballos, presidente de la Asociación Europea de Analistas Financieros (EFFAS). Como usuario de la información contable que facilitan las compañías cotizadas, López Zaballos reconoce que se ha mejorado en este aspecto. “Ahora bien, ¿es la información relevante? El auditor tiene un enfoque más contable y nosotros necesitamos más una visión financiera”, matiza.
La demanda que hace el presidente de EFFAS es un viejo debate en el mercado, es decir, ¿puede el auditor ir más allá de dar fe de que las cuentas reflejan la imagen fiel de la compañía a la que evalúa? Borja Guinea, socio responsable del área de auditoría de KPMG España, reconoce que el sector debe hacer cambios en la forma que comunica su trabajo ya que los informes están muy encorsetados y, al ser muy técnicos, resultan de difícil comprensión. “La nueva Ley de Auditoría establece una novedad importante en el contenido de los informes ya que se incluirá un apartado de riesgos. Será un salto cualitativo porque tendremos que identificar esos riesgos y cómo nos enfrentamos a ellos”, subraya Guinea.
Los censores de cuentas reconocen que deben mejorar su comunicación
Los analistas dan la bienvenida a esta novedad, pero piden ir más allá. “Lo que nos gusta son los juicios de valor. ¿Por qué no podemos hablar con el auditor externo o el presidente de la comisión de auditoría? El arte de la valoración está ahí”, explica López Zaballos. El responsable de auditoría de KPMG reconoce que hoy en día el auditor entra en juego “con información del pasado”. “Los inversores están tomando continuamente decisiones a partir de las presentaciones de resultados, conference calls…, y ahí el auditor no participa”, reconoce Guinea.
Exceso normativo
Siempre que hay una crisis la reacción del regulador suele ser responder con una avalancha normativa. En este sentido, los expertos que participaron en el debate advierten sobre los riesgos de legislar en caliente y, sobre todo, de forma muy profusa. “Soy bastante escéptico sobre la capacidad de las leyes para cambiar comportamientos de las personas”, dice Feito. “La crisis no se produjo por falta de regulación. Las leyes que se hacen cuando surge un escándalo solo ganan las guerras del ayer. La próxima crisis vendrá por otro sitio que nadie prevé”, añade el consejero de Red Eléctrica. Esta opinión es compartida por José Miguel de Andrés: “Una ley más dura desincentivará algunos comportamientos, pero siempre habrá personas que quieran infringir las normas. Hay que regular para el conjunto y no solo para unos pocos”.
La nueva legislación sobre los auditores también supone un cambio en el modelo de negocio de las propias firmas. En este sentido, el Gobierno ha aprobado un texto que fija una rotación del auditor a partir del décimo año de servicios prestados. Además, aumenta el número de incompatibilidades y se limitan los servicios de consultoría que puede hacer un auditor a su cliente. “Tal y como queda la ley, habrá grandes compañías que aunque roten de auditor tendrán difícil contratar a otro por el tema de las incompatibilidades. En España la industria depende del Ministerio de Economía, mientras que en otros países se autorregula con organizaciones corporativas”, señala Ramón Adell. Por su parte, José Miguel de Andrés cree que el régimen de incompatibilidades puede ser incompatible con el modelo de negocio de las cuatro grandes firmas de auditoría mundiales: “Si las big four analizan el binomio rentabilidad riesgo quizá concluyan que nos les interesa ser el auditor porque tienen que renunciar a los ingresos de consultoría”.
La tecnología ofrece al auditor una herramienta para el análisis masivo de datos
En el caso de las comisiones de auditoría de las empresas, el nuevo Código de Buen Gobierno establece que sus miembros, en particular el presidente, sean consejeros independientes y se designe teniendo en cuenta “sus conocimientos de contabilidad, auditoría y gestión de riesgos”. “Creo que uno de los aspectos positivos de la ley es que introduce la novedad de tener mayoría de independientes en la comisión”, señala Borja Guinea. El presidente de los analistas, por su parte, considera clave la presencia de esta tipología de consejeros en las comisiones de auditoría “si se quiere recuperar el prestigio” del sector. El problema es qué perfil debe reunir un profesional para que cumpla ampliamente con el concepto de independencia. “Es importante que un miembro de la comisión de auditoría tenga conocimientos técnicos sobre la materia y conozca el sector. Pero más importante es que tenga una trayectoria en la que se demuestre que es crítico con la dirección. Eso es difícil si el sueldo de consejero es una parte importante de tus ingresos totales”, concluye Feito.
Qué preocupa a los comités de auditoría
KPMG realiza cada año una encuesta global a los miembros de comités de auditoría. En el sondeo de 2015, las preocupaciones son bastante similares a las detectadas el curso anterior. Es decir, a estos consejeros les desvela la volatilidad y la incertidumbre política, la regulación y el impacto de iniciativas de políticas públicas, el riesgo operacional y la ciberseguridad. Sin embargo, muchos comités destacan una tendencia que avanza lentamente y que afectará posiblemente a la eficacia de su trabajo: una agenda sobrecargada debido a que están asumiendo nuevas áreas de riesgos.
De los 1.500 profesionales que respondieron a la encuesta, tres de cada cuatro afirman que el tiempo necesario para ejercer sus responsabilidades ha aumentado de forma significativa (24%) o moderada (51%). Además, la mitad indica que su labor continúa complicándose cada vez más dado el tiempo y los conocimientos especializados que necesita el comité.
Por otra parte, los miembros de estas comisiones consideran que la información que reciben es buena o generalmente buena, pero siguen manifestando su preocupación sobre la información que obtienen (en el comité o en el consejo de administración en pleno) en relación con el ciberriesgo y el cambio tecnológico, la gestión del talento, el crecimiento y la innovación, y la posible alteración del modelo de negocio. “También es posible que sea necesario prestar más atención a la exposición y la preparación ante fallos en infraestructuras vitales: sistemas financieros, redes de telecomunicaciones, transporte, energía o electricidad”, señalan.
En el caso de España, la encuesta de KPMG destaca una mayor asunción de responsabilidades por parte de las comisiones de auditoría, “que incrementan su foco hacia un adecuado entorno de control interno de la información financiera y de los riesgos operativos”, así como la necesidad de atender los aspectos de cumplimiento regulatorio ante los cambios normativos diversos que se han generado en el último año.
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