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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Enmendad la plana a los dos grandes

Ceder la poltrona del FMI es la propuesta que más ampollas puede levantar en Alemania y Francia

Xavier Vidal-Folch
El vicepresidente de la CE, Valdis Dombrovskis.
El vicepresidente de la CE, Valdis Dombrovskis.LAURENT DUBRULE (EFE)

“No estamos inventando la rueda”, dijo ayer el vicepresidente Valdis Dombrosvkis al presentar su, modesto pero práctico, primer paquete para ir añadiendo piezas pendientes a la aún incompleta unión económica y monetaria.

Y a fe que no es una rueda nueva. Aunque sí un rodamiento a bolas, de esos que engrasan las grandes maquinarias mediante mecanismos de ajuste aparentemente menores. Pero la ambición de cualquier conjunto de medidas se mide sobre todo en función de las resistencias que suscita, ayer, hoy y mañana.

De entrada, ayer: “Es inaceptable empezar ahora una discusión sobre una mutualización adicional de los riesgos bancarios mediante un fondo de garantía de depósitos común o un esquema de depósito europeo de reaseguro”, reza un contundente y restrictivo non-paper alemán, del 8 de septiembre.

O sea, que la unión bancaria amenazaba cojera, con solo dos patas (supervisión común y fondo común de resolución/liquidación debancos en crisis), y sin la tercera prevista (fondo de garantía de depósitos).

Y entonces irrumpe el tímido, ortodoxo y calmoso letón y le enmienda la plana al gran Wolfgang Schäuble. Con el simple anuncio de que presentará antes de Navidad una propuesta para erigir un “esquema europeo de seguro de depósitos, complementario de los fondos de garantía nacionales”.

Los cocineros de la Comisión no han terminado la receta. Esperan propuestas de ingredientes. De momento solo están convencidos de algunos: 1) el “esquema europeo” será un seguro, y complementario de los fondos de garantía nacionales; 2) debe beneficiar a los clientes/consumidores; 3) debe evitar que la seguridad de los depósitos recaiga al final en las Administraciones; 4) por tanto, no debe comprometer recursos públicos, de los contribuyentes; 5) al contrario, debe ser financiado por la propia banca; 6) pero no debe apretarle aún más las tuercas de la rentabilidad; 7) por eso se abre paso la idea de nutrirlo con un porcentaje de los fondos nacionales.

¿Por qué quienes se han opuesto cederían ahora? Porque también recelaron de las otras innovaciones de la unión bancaria, se arrugaron, “y ahí están”. Y porque se busca un diseño “equilibrado”, cómodo para todos. Ojalá.

La otra propuesta del paquete que más ampollas es suceptible de levantar —en Alemania, pero también en Francia— es la de unificar la representación internacional del euro, para que esta hable con “una sola voz”, evitando las habituales cacofonías.

La apuesta se concretaría por etapas. Culminaría en 2020-2025, cuando iría a la Ejecutiva del FMI el presidente del Eurogrupo como voz de la eurozona, absorbiendo las poltronas de París y Berlín. En el ínterin, una de ambas —esa propina— representaría al conjunto a título de “observador”. El cálculo es que los europeos se hagan la reforma/reducción de presencia acorde a su menor peso mundial antes de que se la impongan los emergentes.

Claro que mucho antes el Eurogrupo deberá ser una institución formal (que no lo es), y responsable democráticamente ante un Parlamento (que aún menos). Bruselas empieza su trabajo. Los de Estrasburgo: muévanse.

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