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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Actuar ahora para acabar con el trabajo infantil en 2025

MARAVILLAS DELGADO

Gobernantes de más de 150 países se reúnen desde hoy en la sede de la ONU en Nueva York en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible para definir los objetivos de los próximos años y la agenda para alcanzarlos, con la advertencia que “es la hora de la acción mundial”.

Una de las metas de esa agenda será eliminar el trabajo infantil para 2025. En América Latina y el Caribe aún hay 12,5 millones de niños que trabajan, de los cuales una proporción muy alta, 9,5 millones, lo hace además en condiciones peligrosas para su integridad. Se trata de más de doce millones de niños y niñas que deberían estar estudiando y preparándose para ser parte del capital humano de la Latinoamérica moderna y competitiva del futuro, no de la pobre e informal del pasado.

El trabajo infantil supone un drama personal para estos niños que trabajan y no estudian, que se ven privados de una niñez y adolescencia protegida, y que están destinados a tener puestos de trabajo mal remunerados y más precarios en su edad adulta, perpetuando así un círculo vicioso de pobreza para sus familias.

El trabajo infantil es también un problema para las economías de los países, pues trabajadores menos formados y empleos informales resultan en menor productividad y menor capacidad de los gobiernos para gestionar el desarrollo y el crecimiento económico.

Para acabar con el trabajo infantil en el 2025 es necesario redoblar los esfuerzos que han hecho nuestros países. En particular, será necesaria una mayor inversión de recursos humanos y financieros. Un estudio reciente de OIT estima la inversión anual necesaria en un 0,3% del PIB. El mayor componente es la construcción de escuelas, sobre todo en zonas rurales dispersas donde se encuentra el “núcleo duro” del trabajo infantil, seguido de las transferencias de dinero condicionadas para incentivar a las familias, y los costos administrativos de las políticas y programas.

No será fácil cumplir con este objetivo. En momentos de notoria desaceleración de las economías, se requerirá gran claridad y voluntad política para redoblar los esfuerzos y mantener el espacio fiscal para las inversiones necesarias.

Trabajan 12,5 millones de niños en América Latina, de los que 9,5 millones lo hacen en condiciones peligrosas

Pero no debemos equivocarnos, el objetivo está al alcance. La experiencia reciente de América Latina y el Caribe así lo demuestra: en los últimos 15 años el número de niños que trabajan ha bajado de 20 millones a los 12,5 actuales, casi 8 millones menos.

Se han puesto en marcha programas y políticas contra el trabajo infantil a diferentes niveles, y hay logros que inspiran y motivan.

La experiencia también demuestra que avances en materia de empleo productivo y de protección social para los adultos, que mejoren la calidad de vida de las familias, también contribuyen a reducir el trabajo infantil.

Como complemento de los planes en el ámbito de cada país, en octubre del año pasado en la Reunión Regional de la OIT que se realizó en Lima se lanzó la “Iniciativa Regional América Latina y El Caribe Libre de Trabajo Infantil”. Esta iniciativa está generando un intercambio de ideas y de experiencias, un sentido de propósito común y mejores mecanismos de medición y seguimiento.

Desde 1992, la OIT puso en marcha el programa IPEC (Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil) mediante el que estamos apoyando y prestando asistencia técnica a los gobiernos en esta región y en todo el mundo en el diseño y aplicación de políticas eficaces para la erradicación del trabajo infantil.

La OIT celebra que la eliminación del trabajo infantil se haya incluido como una de las metas más importantes dentro de la visión de desarrollo y crecimiento inclusivo con trabajo decente para todos que forma parte de la agenda de desarrollo 2030, y estamos listos para seguir acompañando cada paso de estos esfuerzos. Es una meta realizable. El mundo estará atento para dar el merecido reconocimiento a los países que la vayan alcanzando.

José Manuel Salazar-Xirinachs es director regional para América Latina y Caribe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

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