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La caída del comercio exterior de China añade dudas sobre su economía

Las exportaciones del gigante asiático caen un 6,1% en agosto y las importaciones el 14,3%

Camiones trasladan contenedores de un barco en el puerto de Qingdao (China)
Camiones trasladan contenedores de un barco en el puerto de Qingdao (China)AP

En medio de las dudas sobre si Pekín será capaz de gestionar la transformación de su modelo económico y a su vez mantener el ritmo de crecimiento actual, nuevos datos alimentan los temores a una desaceleración. La primera potencia comercial del planeta vio en agosto como sus ventas al exterior descendieron un 6,1% con respecto al mismo periodo del año anterior, la segunda caída consecutiva en un año en que las cifras sobre exportaciones, tradicionalmente uno de los grandes motores de crecimiento del país, quedan muy lejos de las expectativas de los analistas y del mismo Gobierno.

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El descenso de la demanda procedente de la Unión Europea -principal socio comercial de China- y de Japón es la principal causa de la caída, que lleva arrastrándose durante todo el año. Pasados ocho meses, el objetivo de alcanzar un crecimiento del comercio exterior de un 6% en 2015 se considera prácticamente inalcanzable: de enero a agosto, el balance es de una caída del 7,7%, según datos de las aduanas chinas.

Las compras del gigante asiático a otros países también sufrieron un varapalo en agosto al bajar un 14,3% interanual. El abaratamiento de las materias primas y su preponderancia en el conjunto de importaciones de China explica este descalabro, pero se teme que también refleje una caída de la actividad de las millones de fábricas que compran materiales en el extranjero para convertirlos en productos que se venderán también fuera del país.

Las principales Bolsas del continente se resintieron por los malos datos que radiografían un final de año complicado para China. Tokio se dejó un 2,43% y Seúl un 0,24%. Las Bolsas chinas también recibieron la noticia inicialmente con pérdidas, pero de nuevo los millones de pequeños inversores se dejaron llevar por posibles cambios regulatorios en los mercados y no por las perspectivas de crecimiento de la economía del país.

Los dos principales parqués chinos -Shanghái y Shenzhen- emitieron un comunicado poco antes del cierre de sesión en el que afirmaron estar estudiando un nuevo mecanismo que interrumpiría la negociación bursátil en caso de volatilidad. Según el proyecto, que se someterá a un "periodo de consultas" hasta el 21 de septiembre, en caso de que el Índice CSI 300 -que agrupa a las 300 mayores compañías del país que cotizan en ambas plazas- gane o pierda más de un 5%, se suspendería durante media hora la cotización tanto en Shanghái como en Shenzhen. Si tras retomarse el intercambio de títulos la fluctuación alcanza el 7%, el resto de jornada bursátil quedaría automáticamente suspendida.

Actualmente el regulador chino deja subir o bajar el precio de cada acción hasta un máximo del 10% por sesión y al alcanzar este umbral procede a suspender la cotización, pero en ningún caso se detiene la negociación del resto de acciones. Los inversores chinos han reaccionado con euforia ante la propuesta y Shanghái cerró con ganancias del 2,92% y Shenzhen del 3,29%. Hong Kong también se contagió del avance en China continental y terminó con un alza del 3,28%.

China trata de reestructurar su modelo de crecimiento económico, muy dependiente del comercio exterior y la inversión estatal, para dar más protagonismo al sector privado y al consumo interno. Esta transición supone un cambio de paradigma y acarrea reformas de calado con el objetivo de que el mercado desempeñe un papel determinante en la economía, pero su implementación choca con cierta oposición dentro del país por parte de grupos de interés y se produce en un contexto complicado en el panorama internacional. A pesar de las dificultades, la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China instó este martes a las autoridades a acelerar el proceso si quiere evitar un estancamiento de la economía. En su evaluación casi dos años después de la promesa de reformas significativas, subraya que "muy pocas" se han sacado adelante y que el impulso para implementarlas se ha atenuado.

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