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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Familias felices y familias desdichadas

En España existen diversos grupos sociales —y algunas formaciones políticas— que vienen actuando con el propósito de garantizar, a los ciudadanos, que el futuro ha de ser mejor que el presente. Obedecen al hecho de que la crisis nos ha castigado con fuerza. En la década anterior al estallido de la misma, la tendencia del PIB se situaba en un aumento del 3% que ahora ha pasado a oscilar, tan solo, alrededor del 1%. ¿Qué puede esperarse que ocurra a medio y largo plazo? Poca cosa, pese a que hoy en día la economía crece por encima de este último registro, hay sólidas razones para pensar que nos encontraremos con factores limitadores del desarrollo económico.

Además del abundante endeudamiento exterior y de la reducida productividad, también tropezaremos con un hecho novedoso, la desigualdad social ha adquirido tal potencia, que sobre la renta disponible de los hogares se deja sentir la acumulación de una serie de stocks negativos. Todos ellos pueden enumerarse mediante un listado de recortes, ya sean producidos en los salarios, o en otros ámbitos: en los niveles de prestación de los servicios públicos y en las restantes políticas de bienestar.

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En España hemos asistido a una profunda caída de los ingresos de las familias de rentas bajas, al vertiginoso desplome del empleo, al considerable aumento del paro y a los cambios habidos en la distribución de los salarios.

Cuanto ha ocurrido en el Mercado, viene siendo objeto de información por parte del INE quien, explotando con intensidad las Encuestas de Población Activa, esta permitiendo conocer la devaluación salarial ocurrida desde 2007. En ese ejercicio, mediante un análisis por deciles, se ha visto que el salario medio de los trabajadores que más ganaban multiplicaba por 5,9 al de quienes tenían el sueldo más bajo. En 2013, el factor multiplicador se ha elevado pasando a ser 8,1.

A Mario Draghi no le faltaba razón cuando decía “en algunos países, los salarios reales de los nuevos contratos, están en niveles vistos en los años ochenta del siglo pasado.” Por tanto admitamos que desde el Mercado, se nos ha hecho más pobres y más desiguales.

Ahora bien, existe otro vector que, desde hace tiempo, viene poniéndose al servicio de la igualdad, son algunas de las políticas intervencionistas del Estado. Siendo así resulta conveniente que nos aproximemos a su evolución desde 2009. No obstante, antes de medir el impacto que han tenido, he de señalar que la confianza en ellas -tanto aquí, como fuera de aquí- ha ido desdibujándose, puesto que los Gobiernos mansamente han aceptado que la desigualdad es la consecuencia inevitable de las fuerzas del mercado frente a la que poco es lo que se puede hacer (A. Costas).

La IGAE es quien ha medido el gasto no financiero del conjunto de las AA.PP., entre 2009 y 2013, mostrando que se redujo en 29.106 millones/€, lo que equivale a 2,8 puntos del PIB. Veamos cual ha sido la evolución que se produjo en algunas de sus funciones de gasto.

La función vivienda durante el ajuste ha caído en 9.176 millones/€ pasando a ser tan sólo el 0,5% del PIB. Un desplome de 0,8 pp resulta muy intenso en una sociedad que continuamente se ve sobrecogida por la abundancia de los desalojos en las viviendas sociales. Esto hace pensar que se carece, en el ámbito público, de una verdadera política favorecedora del acceso de muchos ciudadanos a cualquier modalidad de vivienda.

En la función salud la reducción cuantitativa ha sido de 9.933 millones/€ lo que supuso, en el periodo analizado, la caída de 0,8 pp, hasta bajarla a un 6,0 del PIB. Los recortes presupuestarios en sanidad se han centrado en los recursos humanos del sistema, afectando al 20% de sus efectivos (casi 5.000 trabajadores) y en menor medida a la reducción del número de camas operativas. Por ambas vías, lo que se hace es perjudicar a la calidad del servicio sanitario.

En educación el recorte fue de 7.299 millones/€, lo que ha supuesto, en el intervalo, una caída de 0,6 pp del PIB, reduciendo el peso de esta función a tan solo 4 pp del PIB. Los recortes presupuestarios han estado acompañados de cambios normativos cuya finalidad era cuestionar el objetivo de una escolarización cada vez más universal y gratuita en el bachillerato, es decir limitar la concepción de la educación pública como instrumento de ascenso social, del que se beneficiaban tanto las clases medias como las clases bajas.

Sumando estos tres recortes que se han llevado a cabo en funciones de gasto poseedoras, cada una de ellas, de un elevado contenido social (sin mencionar otros como los habidos en la dependencia), se llega a una reducción de la cuantía del gasto de 26.408 millones/€. La cifra es suficientemente elevada, ya que equivale a 2,5 pp del PIB, pero además en ella se concentra una enorme proporción (el 90,7%) de los recortes realizados por el conjunto de las AA.PP. en el período de ajuste.

Para comprender las consecuencias ocasionadas en España por estas actuaciones, hay que tener en cuenta que el Mercado y el Estado han evolucionado de forma procíclica. Pero algo más debe de señalarse, desde la renta del mercado se ha llegado a la renta disponible de las familias aplicando fuertes recortes a las políticas públicas más redistributivas, a la vez que se establecían elevaciones de los impuestos más regresivos del sistema, por lo que nos encontramos ante una orientación claramente ideológica y regresiva de la política de gasto público.

Toda una estela, que seguida, poco a poco, nos está llevando de manera silente a un Estado “incapaz de prevenir situaciones de necesidad y de asegurar expectativas racionales de movilidad” (J. M. Maravall).

El resultado de estas políticas ha sido analizado por la Fundación Encuentro, en su Informe de 2014, quien manifiesta que “actualmente la brecha socioeconómica se está incrementando y crece la desigualdad, aumenta la pobreza severa y empeoran las condiciones de vida de las capas medias y bajas, mientras que se produce una concentración de renta y de riqueza en las capas de mayores ingresos”.

Los hogares han visto como se reducía su renta media, año a año, desde 2009, provocando un empobrecimiento de las familias españolas, que esta Fundación, mide en 3.270 €, un 10,9%.

El recorrido efectuado llega hasta los rostros de la crisis, permitiendo que nos percatemos del dolor, de la dureza y de la escasa sensibilidad de muchas actuaciones llevadas a cabo al socaire de la denominada política de austeridad. En esta vuelta atrás nos encontramos con Tolstói, quien dice en el comienzo de Anna Karénina, que “todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada”. Lamentablemente, esto esta ocurriendo ahora con harta frecuencia en muchas familias españolas.

Francisco Fernández Marugán es economista y exdiputado del PSOE

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