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Obama envía al secretario de trabajo a mediar en la crisis portuaria del oeste

Los puertos de California, Oregón y Washington, por donde pasa el 70% de las importaciones de Asia, están cerrados desde el jueves por un conflicto laboral

Pablo Ximénez de Sandoval
Contenedores en el puerto de Los Ángeles, el jueves.
Contenedores en el puerto de Los Ángeles, el jueves. Nick Ut (AP)

La Casa Blanca ha decidido tomar cartas en el conflicto laboral que mantiene cerrados desde el jueves 29 puertos de la costa oeste de EE UU, que son la puerta del comercio con Asia y de los que dependen fábricas y minoristas en todo el país para llenar sus estanterías. El presidente, Barack Obama, decidió ayer enviar a California al secretario de Trabajo, Tom Perez, para mediar en la negociación entre las navieras y los estibadores, que se prolongan ya durante siete meses y han llegado este fin de semana a un punto de máxima tensión.

“Debido a la preocupación por las consecuencias económicas de un mayor retraso, el presidente ha ordenado a su secretario de Trabajo que viaje a California para urgir a las partes a resolver rápidamente sus diferencias en la mesa de negociación”, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Eric Schultz. La última vez que cerraron los puertos del oeste por un conflicto parecido, en 2002, el presidente George W. Bush tuvo que recurrir a la justicia para ordenar la reapertura después de 10 días de inactividad.

El 12,5% del PIB de Estados Unidos está de alguna manera relacionado con la actividad de los puertos de la costa oeste. La industria marítima calcula que el cierre de 2002 provocó pérdidas de 15.600 millones de dólares, según Reuters. Cuando terminó el conflicto, había 200 barcos esperando para descargar. En aquel entonces los barcos más grandes transportaban unos 8.000 contenedores. Hoy hay barcos en el Pacífico que transportan 18.000 contenedores. Los sectores manufacturero y minorista creen que un cierre total y prolongado de los puertos puede costarle a EE UU pérdidas de 2.000 millones de dólares diarios.

El anterior convenio entre las navieras y los estibadores caducó en julio de 2014 y desde entonces las partes protagonizan una negociación a cara de perro que ha afectado a las operaciones normales de los puertos del oeste. Las navieras, representadas por la Asociación de Marítima del Pacífico (PMA) acusan a los trabajadores de retrasar la descarga en los muelles en una huelga de celo soterrada que obliga a sacar el trabajo los fines de semana, cuando se paga más. Los trabajadores, representados en la mesa por la Unión Internacional del Trabajadores de Puertos y Almacenes (20.000) afiliados, dicen que el retraso se debe a las propias navieras. Las negociaciones continúan el fin de semana.

La PMA anunció esta semana que se negaba a descargar en fin de semana, lo que ha supuesto en la práctica el cierre patronal, en principio desde el jueves hasta el lunes, de 29 puertos. Entre ellos están la zona conjunta de San Pedro (Los Ángeles) y Long Beach, el puerto más grande de EE UU, además de Oakland, Portland y Seattle. Estos puertos manejan la mitad de todo el comercio marítimo de Estados Unidos y el 70% de las importaciones de Asia. Unos 30 barcos se amontonan anclados frente a las costas de Los Ángeles llenos de contenedores sin descargar. Se espera que esta cifra aumente durante el fin de semana según van llegando barcos de Asia a descargar.

La situación es muy dura para el pequeño comercio que depende de género del sureste asiático, como juguetes, textil o electrónica. En cuanto a la exportación, el sector más afectado es la agricultura de California, la primera potencia agrícola de EE UU, que no puede sacar sus productos por mar. Las pérdidas se estiman en cientos de millones de dólares al día.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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