Menos ‘lobos’ para la banca de inversión
La formación para ser un gestor financiero es más compleja de lo que reza el tópico
Gracias a Hollywood y figuras como el Jordan Belfort de El Lobo de Wall Street (inspirado en una historia real), para el espectador de a pie el financiero se reconoce, más que por lo que tiene, por lo que no tiene: años, experiencia, humanidad, escrúpulos. Pero desastres corporativos como los de Lehman Brothers —y la crisis económica que vino después— han hecho que muchas empresas del sector hayan decidido tirar del freno e impulsar otra forma de hacer las cosas. Y con los nuevos tiempos ha surgido otro perfil de empleado de banca de inversión.
"La cultura se ha relajado mucho", apunta Andrés Gutiérrez, de 29 años, desde hace seis en el sector de banca de inversión de Deutsche Bank. "Hay menos agresividad en el sector financiero en general". Para Carla Quintela, responsable de selección de la entidad alemana en España, "la mala fama es probablemente propia de una época pasada que ya nada tiene que ver con la realidad".
Hay organizaciones, como la Corporación Internacional de Finanzas (IFC, en sus siglas en inglés), el brazo de financiación privada del Banco Mundial, que exigen a sus operadores "un compromiso genuino con el desarrollo de un sector privado sostenible". Una prueba del cambio es que, según el Deutsche Bank, cada vez más mujeres están rompiendo con la imagen machista del sector y entrando en el negocio.
Aun así, hay problemas éticos que están arraigados en la propia estructura del sistema. "Cuando se trabaja en banca de inversión nos encontraremos ante el dilema: ¿cómo hacer compatibles los intereses de la empresa y los clientes?", comenta por correo electrónico María Isabel Delgado, profesora de Organización de Empresas de la Universidad Complutense. "Este dilema tiene implicaciones directas tanto en mi retribución como en mi promoción en este mercado tan competitivo".
Para un joven profesional, el sector tiene sus atractivos. "Eres partícipe de decisiones que, al día siguiente, salen en las portadas de los principales diarios", comenta Gutiérrez. "La curva de aprendizaje es muy empinada, estás rodeado de gente muy preparada y adquieres mucha responsabilidad muy rápido, responsabilidad que te va a servir en otros aspectos de la vida".
En lo que se refiere a la formación en sí, una licenciatura relacionada con las finanzas es útil pero no imprescindible. "La exigencia mínima es un MBA [máster en dirección de empresas] o algún otro máster en finanzas en alguna de las escuelas de negocio más reconocidas", apunta Delgado, "pero la licenciatura no tiene por qué ser en gestión de empresas; basta con que sea en una universidad de prestigio". "También puede valer una formación en matemáticas o ingeniería", comenta Quintela. "En cualquier caso, un excelente expediente académico es fundamental".
Y, por supuesto, una base jurídica. "El conocimiento del derecho siempre se valora positivamente", afirma Quintela. "Los dobles grados [derecho y administración de empresas, por ejemplo] son una buena opción, ya que siempre están más valorados y aportan una mejor preparación para el desempeño de la carrera profesional". Aunque no hay que sobrevalorar los conocimientos jurídicos. "Los profesionales no necesitan saberse al dedillo la legislación", apunta Delgado. "Se manejan en materia legal, pero los aspectos más específicos se los dejan a los especialistas del derecho, que suelen trabajar con ellos".
Haber tenido experiencia laboral previa también cuenta puntos. "Se valora en gran medida haber salido fuera de España a trabajar en algunas de las firmas de consultoría más prestigiosas, para después volver", indica Delgado.
El éxito en la banca de inversión se basa en sacarle el máximo partido a la información disponible en el mercado. Para eso es imprescindible conocer gente bien relacionada. "Formarte en las instituciones de más prestigio no solo es un valor añadido en tu curriculum", comenta Delgado. "También te ayuda a participar en sus redes de contactos".
Los británicos llaman a esa clase de conexiones las old boy networks, las redes formadas por exalumnos de las grandes escuelas y universidades de Reino Unido. Pero en España, estas redes son mucho más familiares y más informales que fuera. "La conexión entre la universidad, sobre todo la pública, y los antiguos alumnos es casi inexistente, y esto se convierte en una auténtica desventaja para los estudiantes que quieran trabajar en banca de inversión", señala Delgado. "Las instituciones extranjeras tienen muy desarrolladas sus asociaciones de antiguos alumnos y potencian los contactos entre ellos".
Para sacarle partido a la información disponible en el mercado es imprescindible estar bien relacionado
Y esto no es solo importante a la hora de trabajar; también ayuda a la hora de encontrar trabajo. "Debemos tener en cuenta que casi un tercio de las ofertas de cualquier tipo de empleo no llegan a salir a la luz porque se cubren vía contactos", apunta Delgado.
¿Qué alternativas hay para evitar quedarse fuera? "Hazte miembro de clubes de banca de inversiones", enumera Quintela. "Únete a grupos de LinkedIn; apóyate en redes de exalumnos y participa en foros y eventos que te permitan conocer gente del sector".
Tener un buen nivel de inglés es un requisito que se da por descontado. Pero no es suficiente en un mercado tan competitivo. "Si se quiere destacar, acreditar idiomas complementarios va a ayudar bastante", apunta Delgado. "En concreto, el francés es uno de los idiomas a considerar, por la influencia suiza y el nivel de inglés de los clientes franceses". "Saber chino o alemán también ayuda a destacar", considera Delgado, aunque Quintela, que trabaja en una entidad germana, no está tan segura de ésto último: "las operaciones con alemanes suelen realizarse con el inglés como idioma de referencia, ya que la barrera idiomática no es un problema".
Además, hay requisitos que son intangibles. "Generar confianza es fundamental", explica Delgado. "Una gran parte del trabajo en banca de inversión consiste en la relación con el cliente". Saber explicar y explicarse es un talento indispensable.
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