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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Draghi no está para bromas

Son varios los canales por los que la compra de bonos debería tener un impacto en la inflación

El presidente del BCE, Mario Draghi.
El presidente del BCE, Mario Draghi.Martin Leissl (Bloomberg)

En respuesta a una pregunta de un periodista sobre cuál sería el siguiente movimiento del Banco Central Europeo (BCE), en la rueda de prensa tras el anuncio del QE, Mario Draghi contestó con cierta sorna: “se me ocurren algunas bromas que podría hacer en este momento, pero la situación de la inflación no me permite hacerlas”.

El programa de compra de bonos soberanos que pondrá en marcha el BCE en marzo persigue cumplir su mandato: aumentar las expectativas de inflación en la zona euro. Misión difícil, ya que la inflación lleva muchos meses alejándose del objetivo hasta ubicarse actualmente en -0.2%. Prácticamente toda la caída de la inflación desde principios de 2014 viene explicada por el precio del petróleo, por lo que, en el corto plazo, la inflación difícilmente abandonará el terreno negativo. Sólo es previsible ver aumentos de los precios en el último trimestre del año, con el permiso del petróleo y si no se genera un efecto de segunda ronda en los componentes más estables de la inflación. Es más, en el medio y largo plazo, las expectativas de inflación —medidas a través del indicador más térmico en los mercados financieros— siguen en niveles poco confortables, 1.5%

Le preguntaron al presidente del BCE si tenía un plan B. Se limitó a señalar que tiene un plan A

Pero no es misión imposible. Son varios los canales por los que la compra de bonos debería tener un impacto en la actividad y en la inflación. Por un lado, el efecto señalización en materia de anclaje de tipos de interés: hasta que no termine el programa de compra de bonos no cabe esperar subidas de tipos. Por otro lado, la recomposición de las carteras de los agentes: con la retirada de activos muy seguros del sistema e inyectando liquidez se empuja a los agentes, sean bancos, familias o empresas, a que tomen más riesgo. Algunos de los efectos del QE ya se ha venido produciendo en los mercados financieros: bajadas de tipos de interés y de primas de riesgo; y fuerte depreciación del euro, que favorece las exportaciones y eleva directamente los precios de los bienes importados.

A Draghi también le preguntaron si tenía un plan B en caso de que fracasasen las nuevas medidas. Aquí se limitó a señalar que el BCE tiene un plan A: comprar bonos hasta septiembre de 2016 o hasta que la inflación dé señales de converger a su objetivo. Algo que probablemente tardará en llegar.

Sonsoles Castillo es economista jefe de Escenarios Financieros y Miguel Jiménez, economista jefe para Europa, ambos de BBVA Research. 

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