El avispero griego
La desafortunada filtración del Gobierno alemán sobre la posible salida de Grecia del euro aumentó la tensión en la campaña electoral griega y en los mercados financieros. Sigmar Gabriel, líder del SPD y vicepresidente alemán, y el presidente francés François Hollande se desmarcaron inmediatamente y la canciller ha tenido que desmentirlo. En Grecia, la campaña del miedo tanto de Syriza como del expresidente Samaras también mete mucha tensión en la campaña.
Grecia mantiene un conflicto desde hace décadas con Turquía y para la mayoría de los griegos abandonar el euro supone la amenaza de sufrir nuevos enfrentamientos con sus vecinos. Por eso Alexis Tsipras, líder de Syriza, ha tenido que defender su compromiso de que Grecia siga en el euro. Las encuestas no dan una mayoría clara y no son descartables unas segundas elecciones, ante la dificultad de formar Gobierno.
Syriza lidera las encuestas, pero tendría que pactar y la irrupción del ex primer ministro Yorgos Papandreu con un nuevo partido complica el escenario. Y el día después Grecia seguirá teniendo: elevada deuda, elevado desempleo, baja productividad y competitividad y débil desarrollo institucional. Grecia ha cumplido su compromiso de alcanzar un superávit fiscal primario y el Eurogrupo se comprometió a retrasar el plazo de los préstamos y a rebajar la carga de intereses de los mismos.
Syriza ha descartado salir del euro, pero el cisne seguirá siendo negro hasta que esa duda se elimine
Pero esto no es lo que Syriza está contando. Piden una quita de deuda, poniendo de referencia la que se aplicó a Alemania en 1953 que superó el 50%. Esto supondría que los Estados tengan que asumir pérdidas. Si incluimos la recapitalización necesaria del sistema bancario, la quita supondría una pérdida de unos 400 euros para cada ciudadano alemán y unos 300 euros para cada ciudadano español. Si alguien sinceramente piensa que Angela Merkel va a ir al parlamento alemán a proponer esa quita sería la confirmación de que no hay ningún indicio de vida inteligente en Syriza.
La otra gran fantasía que Syriza está vendiendo en la campaña es que acabará con la austeridad y aprobará planes de gasto público por valor del 7% del PIB griego. Eliminada la opción de abandonar el euro, con necesidades de financiación, el sistema bancario quebrado y mantenido con un respirador automático del BCE, sea quien sea el nuevo Gobierno tendrá que aceptar las condiciones que imponga la Troika en un nuevo Memorándum que habrá que firmar. Si este es el escenario más probable, sería un déjà vu de 2011. Grecia seguirá con un estancamiento secular, elevado desempleo, deflación y dentro poco tiempo habrá que reestructurar de nuevo la deuda, con una situación social y política mucho más deteriorada que la actual.
La solución pasa la aprobación de un plan Brady de mutualización de deuda, un plan de inversiones financiado con Eurobonos y el BCE monetizando parte de esos bonos para evitar la deflación. Grecia supone el 2% de la población de la Eurozona y nada de esto se está jugando en sus elecciones. Esta partida se va a jugar en el Consejo Europeo por los cuatro grandes países; Alemania, Francia, España e Italia y por los dos grandes partidos en el Parlamento Europeo. La única posibilidad de que Grecia fuera determinante es si deciden salir del euro. Syriza parece que lo ha descartado, pero el cisne seguirá siendo negro hasta que esa incertidumbre se elimine.
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