Las otras ‘commodities’ piden paso
La tecnología da relevancia a materias primas hasta ahora secundarias
Hoy en día, para la mayoría de la gente, "revelar" no tiene otro sentido que "descubrir lo que se ignoraba". Hace menos de 20 años esto no era así. Cuando las primeras cámaras digitales empezaron a asomarse por el mercado, a finales de la década de los 90 del siglo pasado, la principal víctima fue la venerable película de 35 milímetros. Y con ella, la demanda de los compuestos de plata que fijan la imagen al celuloide. En 2004, la fotografía respondía por un 19,4% de la demanda mundial de plata; en 2013, ese porcentaje había caído al 4,6%, según el Silver Institute, un centro de estudios ligado a las grandes empresas del sector.
La evolución tecnológica puede hacer crecer (o disminuir) la demanda de una materia prima.El caso del litio es el más destacado. Durante décadas, este elemento se ha utilizado mayoritariamente por la industria cerámica y del vidrio —el litio facilita la producción al hacer más manejable los materiales de fabricación—, para uso médico e, incluso, para la fabricación de fuegos artificiales. Pero la aparición de las baterías de ion-litio han provocado un aumento de la producción del mineral. Según un estudio de Citibank, el mercado de esta clase de acumuladores pasará de 13.900 millones de dólares (11.779 millones de euros) en 2011 a 34.300 millones en 2020. En julio pasado, Tesla Motors anunció un acuerdo con Panasonic para construir la mayor fábrica de baterías del mundo; baterías que utilizarán litio. Sin embargo, los expertos ven improbable que exista un mercado abierto para el litio como existe para otros minerales como el hierro o el zinc. "Es un mercado muy fragmentado", explica David Merriman, analista de la consultora Roskill. "El litio se utiliza en muchas formas, pero muy específicas según su destino".
Los mayores productores del mineral son Chile (que, según la consultora SignumBOX, representa más de un tercio del suministro mundial), seguida de Australia. La misma empresa afirma que el 65% de las reservas mundiales de litio está en las salmueras del Altiplano andino. Bolivia, que es el país con mayores reservas, ha elegido explotar su litio a través de una empresa pública sin financiación exterior, por lo que, por ahora, su producción representa menos de un 5% del suministro mundial.
Merriman afirma que el precio del litio no va a cambiar demasiado a pesar del frenazo en la demanda. "Hay mucho dinero invertido en energías limpias", comenta. "Además, muchos de los compromisos a favor del uso de baterías no se hacen desde un punto de vista de la rentabilidad sino de la legislación medioambiental y los objetivos de reducción de emisiones".
Las nuevas tecnologías también fomentan el uso de elementos como el disprosio o el neodimio, utilizados en turbinas eólicas y en dispositivos portátiles; el europio, que se usa en pantallas de cristal líquido, o el renio, que forma parte de varias aleaciones utilizadas en aviones de última generación. Estos elementos son conocidos como "tierras raras", aunque el chascarrillo habitual es que no son ni lo uno ni lo otro; son elementos que se encuentran en la naturaleza, algunos de ellos más abundantes que el plomo o el cobre. Reciben ese nombre porque, en su mayoría, fueron descubiertos en el siglo XIX en minerales difíciles de encontrar.
China es a la vez el mayor productor (es responsable de más del 95% del suministro mundial, gracias a sus reservas en Mongolia Exterior) y el mayor utilizador de tierras raras, por lo que no es de extrañar que su precio se haya hundido con el frenazo de la economía local.
El precio puede tender aún más a la baja tras el tirón de orejas de la Organización Mundial del Comercio, que llevó a China a levantar este lunes sus cuotas de exportación de tierras raras. Pero la situación no cambia mucho. "Simplemente han cambiado la redacción de la ley", afirma Merriman. "Sigue siendo necesario adquirir una licencia de exportación". En todo caso, la dependencia de China en el suministro de tierras raras preocupa a países como Estados Unidos.
Mucho más a largo plazo, el siempre presente potencial de la energía de fusión —aún a la espera de hacerse realidad— despierta dudas acerca de, una vez se haga viable la tecnología, dónde encontrar el hidrógeno que alimentará esos generadores. Ouyang Ziyuan, el padre del programa espacial chino, sostiene que la Luna puede ser una fuente de helio-3, un isótopo del helio de donde el hidrógeno puede extraerse con facilidad. Sin embargo, un estudio de la universidad de Harvard arroja dudas acerca de la posible rentabilidad de una operación de este tipo.
¿Y los alimentos? Los analistas son escépticos acerca de las posibilidades económicas de "superherbáceas" como el teff o la quinoa, que han empezado a ganar tracción en Occidente. "Siguen siendo mercados nicho", afirma Merriman.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.