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¿Pero en qué nos afecta la dichosa prima de riesgo?

El menor coste de financiación pública se traslada (aunque poco y tarde) a las familias

Amanda Mars
Bullicio en la Puerta del Sol madrileña, en época de compras navideñas.
Bullicio en la Puerta del Sol madrileña, en época de compras navideñas.Emilio Naranjo (EFE)

La crisis económica española entró en una nueva dimensión cuando desde mediados de 2011, pero sobre todo en 2012, un concepto financiero reservado a inversores y analistas empezó a ocupar las conversaciones en los mercados -pero no en los de acciones o bonos- sino en los mercados de la carne y las verduras: la prima de riesgo. Los niños preguntaban qué era, a los jubilados ajenos al mundo económico les inquietaba y los chistes sobre parientes femeninas con mucho riesgo se multiplicaron. El empeoramiento de esta prima se usaba como arma arrojadiza entre políticos y ahora se exhibe como un triunfo.

El 2 de enero de 2015 ha llegado a bajar de los simbólicos 100 puntos básicos por primera vez en cuatro años y medio. ¿Y qué? ¿Qué diablos es eso de la prima de riesgo y por qué nos afecta?

1-Porque la prima es el diferencial con la sacrosanta Alemania. La inversión refugio por excelencia es la deuda pública alemana porque se le considera la más fiable. A menor riesgo, menor rentabilidad, y eso implica los inversores se conforman con menos intereses cuando compran títulos bonos germanos en el merado secundario (el de los títulos ya emitidos en su día por los tesoros públicos de cada país). Este 2 de enero, por ejemplo, el bund alemán a 10 años ha llegado a pagar una rentabilidad del 0,548%. La diferencia entre este interés y el que paga otro país europeo es la dichosa prima de riesgo. Como el bono español a 10 años está pagando el 1,532%, la diferencia, es decir, la prima de riesgo se ha situado en los 97 puntos básicos (0,97 puntos porcentuales). La prima se traduce en sobrecoste de financiación respecto a la gran referencia: Alemania.

2- Pero resulta que no siempre hemos pagado más que los alemanes. Sí, la prima ha llegado a ser negativa. La escalada de la prima de riesgo arranca con la crisis, en 2008, pero hasta entonces el interés exigido a bonos españoles y alemanes era muy similar y hace 10 años los germanos pagaban incluso un poco más que los españoles, así que la prima de riesgo era negativa: el 25 de noviembre de 2004 acabó en los -5,9 puntos básicos (-0,059 puntos porcentuales). Entonces, España aún cabalgaba a lomos de su tremenda burbuja inmobiliaria -el mal llamado milagro económico español- y las agencias de calificación de riesgos le daban la máxima nota de solvencia, la triple A, cuando en lo peor de la crisis rozamos la categoría de bono basura. La prima de riesgo o diferencial ha llegado a cerrar en 638 puntos básicos (24 de julio de 2012), más de seis veces la de ahora.

3-Fabuloso, ¿pero en qué nos afecta? El coste de los bonos españoles sirve de referencia para fijar los intereses que las empresas pagan por financiarse. Cada vez que baja la prima de riesgo y la rentabilidad exigida a los bonos españoles baja, las grandes empresas sobre todo se frotan las manos porque su financiación también se suaviza, especialmente cuando buscan recursos a través de la emisión de bonos. Normalmente, las compañías pagan un sobrecoste sobre los intereses que paga un título del Tesoro Público (su propia prima de riesgo), aunque grandes firmas como Gas Natural, BBVA o Telefónica lograron colocar deuda entre los inversores a unos intereses más bajos que el Estado a primeros de 2013.

4- A las familias les llega después... en teoría. Es, en teoría, la segunda fase de la mejora, pero el efecto llega mucho más tarde y de forma mucho más progresiva. En España la mejora de los mercados comenzó a mediados de 2012 y el grifo del crédito se ha empezado a abrir ahora tímidamente. La prima de riesgo también tiene un efecto en la financiación de los bancos, cuando estos emiten bonos, y si las entidades financieras logran dinero prestado más barato, estas también pueden prestarlo más barato para que las empresas inviertan y los hogares consuman. La teoría funciona a medias, ya que el Banco Central Europeo (BCE) lleva años facilitando crédito barato a los bancos europeos y estos han abierto poco el puño de crédito en España.

5- Las arcas públicas sí se benefician. Para empezar, como la bajada de la prima de riesgo suele ir pareja con el abaratamiento de la financiación, implica que el Estado paga menos por financiarse y eso favorece que el Gobierno pueda usar ese ahorro en intereses en inversiones públicas más productivas que la carga financiera. Por ejemplo, el interés medio de todos los bonos y letras en circulación bajó en noviembre al 3,46%, el mínimo en casi 150 años, frente al 3,73% del año anterior. Eso supone un ahorro en términos relativos, pero no en la factura total de los intereses, porque el volumen total de la deuda crece y supera ya el billón de euros.

6- ¿Y cuanto más baja la prima, más crece la economía? Si no actúan factores extraordinarios, en teoría unas condiciones de financiación mejores para empresas y Estado dinamiza la inversión y por tanto el crecimiento. Hay incluso algunos cálculos al respecto. Por ejemplo, el ministro de Economía, Luis de Guindos, dijo en su día que una rebaja de la prima de riesgo de 100 puntos básicos (un punto porcentual) se traduce en medio punto al alza de PIB.

7. Retroalimenta la confianza inversora en España. Que la prima de riesgo baje para España refleja que los inversores confían más en este valor de su deuda y ello se retroalimenta: aunque hay un perfil de inversor más especulativo que busca poner su dinero en títulos de más riesgo , pero más rentables, otro fondo de perfil conservador quiere este tipo de deuda más fiable. Es un termómetro de la fiabilidad de un país como pagador. Además, el propio aumenta de la demanda favorece la dinámica: si suben las compras, sube el precio del bono (es decir, que este paga menos intereses) y por tanto baja la prima de riesgo.

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Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press

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