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Tejidos para el nuevo milenio

La industria española se vuelca en el desarrollo de textiles inteligentes

Momento de la presentación en Bilbao en 2011 de un traje inteligente para mejorar la comunicación corporal.
Momento de la presentación en Bilbao en 2011 de un traje inteligente para mejorar la comunicación corporal.

Los tejidos para hacer camisas o faldas del montón se están convirtiendo en cosa del pasado, al menos en Europa. Tanto, que para sobrevivir a la escabechina provocada por las importaciones asiáticas, decenas de firmas del sector no han tenido más remedio que aprender a hacer otras cosas y de otro modo. Al calor de la nueva demanda, muchas empresas han apostado por el diseño y producción de textiles cada vez más sofisticados, para la confección o para un sinfín de nuevos usos.

“Estos últimos años”, explica Andrés Borao, secretario general del Consejo Intertextil Español, “no han parado de surgir nuevos tipos de tejidos especiales, entre ellos los técnicos y los ‘inteligentes’, para un creciente número de aplicaciones, desde el deporte a la sanidad, la protección laboral, la defensa, la agricultura y hasta la construcción de carreteras”. Marina Textil, Pont, Aurell y Armengol, Sport Wear Argentona, Comtex Sport o Industrial Sedó son algunas de las empresas clave de este movimiento industrial. De no ser por esta migración del sector de la indumentaria básica a la sofisticada, la industria hubiera sufrido aún más la crisis. Y sufrió mucho. Entre 2000 y 2013, el número de productores de tejidos y fibras pasó de 6.160 a 3.800. Y el empleo bajó de 88.000 a 41.500 puestos de trabajo.

Los textiles de vanguardia están siendo parte de la solución al problema ya que, según apunta Marta Castells, directora del Centro de Información Textil y Confección (CITYC), “son los que más han crecido en los últimos cinco años”. En Europa y EE UU, las empresas que los fabrican parecen inmunes a la competencia de Asia. Los tejidos técnicos representan ya el 26% del consumo mundial del textil. Solo en Europa, son el 30%. En España, el año pasado, las 225 empresas que hacen textiles técnicos facturaban en torno al 16% del sector (1.650 millones de euros), aun cuando solo suponen el 6% del total de firmas textiles existentes.

Las historias de éxito son frecuentes. Sport Wear Argentona exporta el 80%, de lo que produce y dobla su facturación cada dos años. En Pont, Aurell y Armengol, que produce tejidos para el revestimiento de automóviles, su director de Desarrollo, Luis Fernández, explica que “hace años abrieron una planta en República Checa y ahora otra en Marruecos”. Este auge es el resultado de una auténtica revolución tecnológica en el sector, impulsada por multinacionales químicas, textiles, de maquinaria industrial, centros de innovación y universidades.

Este sector está tan tecnificado que no hay firma que no acuda a obtener tecnología de los centros de innovación. “Tenemos la suerte”, asegura Borao, “de contar en España con centros de primera línea como LEITAT, Cetemmsa o Aitex, que nutren a las empresas de nuevos materiales, sistemas o productos a través de contratos de colaboración”. Marina Textil, por ejemplo, ha desarrollado proyectos como “la aplicación de nanotubos de carbono para mejorar las propiedades mecánicas de los tejidos de protección”.

La innovación está impactando incluso en el segmento más maduro, los textiles para la ropa. El hecho de que la moda se esté haciendo más sofisticada, versátil, exigente, y demande nuevos materiales para sorprender, “está impulsando también la aparición continua de tejidos”, apunta Borao. En Textil Santanderina han desarrollado tejidos ultraligeros con mayor elasticidad multidireccional o con mayor libertad de movimiento para el deporte. Y esque la ropa deportiva, para profesionales y para el público general, es el segmento más innovador dentro de la indumentaria y el que ha generado más empresas nuevas en España. Sport Wear Argentona, que produce tejidos para ciclismo, running o atletismo (y para la policía y el Ejército), ha creado un producto, el Dry-Clim, que mejora la transpirabilidad, elimina la humedad del cuerpo, no se pega y se seca con rapidez.

No hay sector de la economía que se mantenga al margen de las propuestas de esta nueva industria textil. Desde la automoción (el 25% de los textiles técnicos en España) al sanitario o a la defensa, pasando por el mundo del espectáculo, la agricultura, el transporte y hasta la construcción de carreteras, todos exigen estos productos. En medicina se han creado tejidos para actuar de barrera contra bacterias, absorber líquidos o proteger de cargas electroestáticas. En protección personal hay telas capaces de proteger de las llamas, la contaminación bacteriológica o las radiaciones.

Ante estas oportunidades, muchas empresas no han dudado en lanzarse hacia este mercado. “Antes estábamos en el mundo de la moda”, explica Cesar Andreo, de Marina Textil, “pero ya en los 90 fuimos dejando esos productos para centrarnos en los tejidos técnicos, sobre todo en protección laboral”. Luis Fernández, director de desarrollo de Pont, Aurell y Armengol, dice que “a partir de la crisis en el sector, decidimos evolucionar desde los textiles para ropa y zapatillas a los tejidos para recubrir el interior de los coches y ahora esa es nuestra única actividad”. Otra firma que se reinventó fue Teixits Torné. Pasó de hacer todo tipo de telas para indumentaria a entrar en el mercado de gasas para hospitales, que también abandonaron por la competencia de Asia, según explica su director general, Mateo Tornó. “Ahora hacemos gasas para uso industrial, para pañales o para cintas autoadhesivas, especialmente en largos metrajes”, explica Torné, que se muestra satisfecho del nicho de mercado que encontró. “Exportamos a Italia un tipo de gasa difícil de fabricar debido a su ancho y, pese a que ahí hay mucho textil, no hemos encontrado con ningún competidor local”.

A los tejidos técnicos hay que sumar el auge de los llamados tejidos inteligentes, telas o fibras con propiedades y prestaciones muy específicas como la llamada ropa health-tex en medicina, que incorpora sustancias beneficiosas para la salud mediante la microencapsulación, o los nuevos tejidos con efectos especiales o que incorporan sistemas electrónicos e informáticos en las prendas de moda para controlar las constantes del usuario. Lo interesante de este nuevo segmento es que registran mayores facturaciones por unidad que en el textil convencional. “Suelen ser productos más caros”, apostilla Castell, de CITYC, “más sofisticados y que necesitan trabajadores con mayor nivel de formación”. También se enfrentan a una menor competencia por estar en nichos concretos. “No suelen sufrir las caídas habituales del textil para la moda, un producto que al no ser de primera necesidad se ve rápidamente afectado por las crisis”, dice un empresario del sector.

El segmento de tejidos inteligentes tiene mucho recorrido. “Su capacidad de crecimiento es impresionante”, asegura Borao, “porque ahora mismo empieza a haber textil en todos los ámbitos de nuestra vida. Y más va a haber, ya que están saliendo usos en los que ni habíamos pensado”. De hecho, la creciente demanda de estos productos está logrando detener la carrera descendente que llevaba el textil español desde hace años. “Se empieza a estabilizar el número de empresas”, asegura Marta Castells, “y hasta el empleo creció por primera vez el año pasado, el 1,8%”.

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