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China pisa el freno

El gigante asiático crece un 7,3% en el tercer trimestre, su tasa más baja en cinco años

China, segunda economía mundial y primera potencia comercial, creció a una tasa del 7,3% interanual entre julio y septiembre, una cifra que confirma la progresiva desaceleración del gigante asiático durante los últimos años. Este 7,3%, inalcanzable para casi todas las naciones del planeta y algo superior a lo que esperaban los analistas, es la menor tasa registrada desde el primer trimestre de 2009, cuando China sufrió la fuerte embestida de la crisis financiera internacional y su PIB aumentó sólo un 6,2%. Si entonces Pekín decidió responder con uno de los mayores planes de estímulo que se recuerdan, hoy las autoridades han sugerido que una medida de tal calibre estaría prácticamente descartada.

“El crecimiento está dentro del intervalo apropiado y los niveles de empleo son estables. A pesar del freno, la economía funciona bien y camina hacia la dirección y objetivo esperados”, aseguró hoy el portavoz de la Oficina Nacional de Estadísticas, Shen Laiyun. Sin embargo, también advirtió de las “numerosas presiones a la baja” que afectan a la segunda economía mundial y acuñó en repetidas ocasiones el concepto de “nueva normalidad”, una idea que mencionó por primera vez el presidente Xi Jinping para referirse a la nueva fase de crecimiento de la economía china, significativamente menor a las tasas del 10% anual que se han logrado en las últimas décadas. En esta nueva fase, dicen los analistas, ya no se contemplan los planes de estímulo. De hecho, Pekín quiere abandonar un modelo económico basado en el crecimiento a toda costa para alcanzar otro más sostenible donde el consumo interno y el sector privado gane protagonismo en detrimento de la inversión estatal.

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Desde que empezó 2014, las autoridades del gigante asiático han tratado de encontrar el equilibrio entre una tasa lo suficientemente alta para generar un nivel de empleo adecuado y, a su vez, seguir con el programa de reformas estructurales en su economía, que inevitablemente arrastran a la baja el crecimiento. El gigante asiático creció un 7,4% en los primeros tres meses del año y repuntó ligeramente entre abril y junio (7,5%) gracias a una serie de medidas de estímulo de índole fiscal y monetario dirigidas a las pequeñas empresas del país. Sin embargo, el frenazo del sector inmobiliario, que se ha agudizado en los últimos meses y que representa aproximadamente un 30% del PIB, ha vuelto a afectar negativamente al crecimiento.

“La desaceleración del sector inmobiliario, la moderación de la inversión y un ligero descenso de la producción industrial han provocado tal ralentización”, explica la economista jefe del Banco Asiático de Desarrollo, Yolanda Fernández. Según datos oficiales, las ventas de viviendas han caído un 10,9% entre enero y agosto en comparación con el mismo periodo del año anterior y los precios siguen bajando en prácticamente todas las ciudades grandes y medianas del país. Para amortiguar la caída, los Gobiernos locales han relajado los controles a la compra de viviendas y el Banco Popular de China (PBOC) ha inyectado liquidez a los principales bancos. Shen aseguró hoy que los ajustes en el sector “no son radicales” y ha sugerido que los datos de septiembre podrían mostrar una leve mejoría.

En marzo, el primer ministro chino Li Keqiang fijó un objetivo de crecimiento del 7,5% para 2014. A menos de tres meses para acabar el año, la tasa acumulada se sitúa en el 7,4%. Li asegura que la prioridad son las reformas estructurales para conseguir un modelo sostenible a largo plazo y no parece dispuesto a un crecimiento a golpe de inversión pública. No alcanzar esta meta de crecimiento sería algo histórico, no solamente porque nunca haya sucedido, sino porque ejemplificaría el cambio de paradigma de Pekín, que siempre ha primado la calidad por encima de la cantidad. El catedrático de Economía del Instituto de Tecnología de Pekín, Hu Xingdou, cree que la cifra en sí no es lo primordial: “Lo importante es que se aproveche esta oportunidad para avanzar en la transición de modelo económico. Es ahora o nunca”. 

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