Del cemento a las compras en Estados Unidos
La familia Fradera, expropietaria de Uniland, logra grandes plusvalías en inversiones financieras
Fuera por desavenencias entre accionistas o por la clarividencia de que el auge de la construcción iba a durar poco más, las familias Fradera y Rumeu escaparon a tiempo del hundimiento del negocio del cemento en España y de Corporación Uniland, el conglomerado industrial que durante décadas les generó pingües beneficios. El próximo martes, si hay quórum, la matriz de aquel grupo, Cementos Uniland, será absorbida por Cementos Portland Valderrivas, de FCC. Será el punto final a un periodo en el que su facturación se ha visto reducida a un tercio en el último lustro (hasta los 59,6 millones de 2013) y en el que los beneficios han pasado a ser pérdidas (casi diez millones de euros en los dos últimos años).
Pero mientras la cementera llegaba a sus últimos días como empresa autónoma, la familia Fradera continuaba sacando rédito al dinero que ingresó fruto de la venta del grupo antes de que la construcción se desmoronase. El grupo FCC pagó en 2006 1.069 millones de euros por el 51% que ambas familias controlaban en Corporación Uniland. A través de su sociedad Dos Mil Doscientos Uno, la familia de Santiago Fradera Butsems ha tejido una rentable red de participaciones industriales en Estados Unidos. El año pasado, según la información que consta en el Registro Mercantil, la sociedad —que integra otras participaciones en España y el extranjero— obtuvo un beneficio neto de 31 millones de euros gracias a sus participaciones financieras.
La familia ha pasado de estar centrada en el negocio cementero a repartir su tesorería por un amplio abanico de actividades. Desde el sector energético a la formación, pasando por los centros veterinarios. Y siempre con participaciones que rondan el cinco por ciento de las acciones de la compañía en la que desembarcan, en las que no acostumbran a participar en la gestión.
En lo que va de año, la sociedad ha realizado dos operaciones de calado comunicadas a las autoridades estadounidenses. Una ha sido su entrada en el capital de Tesco Corporation, del que se ha hecho con el 5,1% del capital, un paquete accionarial que en la actualidad está valorado en torno a los 41 millones de euros. El grupo, basado en Houston y especializado en las tecnologías de perforación para la extracción de petróleo y gas, tiene negocios por todo el mundo. Su facturación en el primer semestre alcanzó los 525 millones de dólares y el beneficio neto fue de 36,3 millones. Asimismo, la sociedad ha firmado su entrada en American Public Education, cuya actividad se centra en la formación de adultos. El 5,11% que controla desde febrero pasado en este grupo, que facturó 174 millones de dólares en el primer semestre, está valorado en unos 27 millones de euros.
Una muestra de la actividad de rotación de activos que caracteriza a Dos Mil Doscientos Uno es la entrada y posterior salida de VCA Antech, una compañía de servicios veterinarios con sede en Los Ángeles que facturó el pasado año 435 millones de dólares y ganó 46 millones de dólares. Dos Mil Doscientos Uno entró en la compañía en diciembre de 2008 con la toma del 5,08% de las acciones (por un valor de 110 millones de dólares) y se desprendió de ellas en diciembre del año pasado.
Una operación similar hizo con el grupo energético Black Hills Corporation. Compró un 5,49% de las acciones en 2009 (valorado en 51 millones de euros) y selló su salida en febrero de 2013. En el periodo transcurrido entre esas dos fechas el valor de las acciones se había duplicado.
De su aventura americana inicial solo mantiene Waste Connections, un grupo especializado en recogida de residuos que ingresó el año pasado 1.928 millones de euros y del que la sociedad de los Fradera controla el 5,14% del capital. Según los datos de la Bolsa de Nueva York, aquella inversión se hizo por unos 74 millones de dólares. Las acciones han casi triplicado su valor desde entonces.
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