El FMI exige al BCE que actúe contra el riesgo de deflación en la zona euro
El organismo también reclama cambios al modelo de unión bancaria europea
Mario Draghi será uno de los hombres más buscados estos días en Washington. La reunión de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) está sirviendo para plasmar cómo está subiendo de revoluciones la diferente sensibilidad entre este organismo y el Banco Central Europeo (BCE) hacia ese nuevo, gran y complejísimo nuevo problema que atosiga a la zona euro, la baja —demasiado baja— inflación y su consiguiente riesgo de deflación. Se trata de una caída generalizada y persistente de los precios que acaba bloqueando la economía. Los países periféricos son los que más cerca se encuentran del peligro de deflación y España, en concreto, es el único de ellos que se encuentra situación de "alto riesgo", por delante de Irlanda o Grecia, que asumen un riesgo moderado.
El informe de perspectivas mundiales del organismo que dirige Christine Lagarde dispara las alarmas sobre este fenómeno, al que ven un 20% de posibilidades, y urge a actuar a un BCE que lleva meses explorando los límites antes de dar a la tecla.
“Dado el débil y frágil crecimiento y la inflación muy baja, son necesarios más estímulos monetarios para alcanzar los objetivos de inflación del BCE, por debajo pero cerca del 2%”, apunta el informe, que plantea posibilidades como nuevas rebajas de los tipos de interés (ya en un suelo histórico del 0,25%), tasas negativas de depósitos (que resten atractivo al ahorro y favorezcan el crédito) y operaciones refinanciación de largo plazo para las pymes, entre otras. "El BCE está estudiándolas y esperamos que las ponga en marcha tan pronto como sea posible técnicamente. Cuanto antes lo hagan, mejor", ha subrayado en rueda de prensa Olivier Blanchard, economista jefe de la institución.
El mensaje reaviva una vieja batalla entre un lado y el otro del Atlántico. Las alertas lanzadas en las últimas semanas por el FMI, a través de Lagarde o de sus técnicos, abonan la teoría de Olivier Blanchard, el economista jefe del Fondo, de que el objetivo de inflación del BCE debería ser superior a ese “cerca pero por debajo del 2%”. La idea expresada en 2010 llevó al organismo europeo a salir en tromba: Axel Weber, miembro del consejo del gobierno y presidente del Bundesbank alemán, tachó la propuesta de "negligente y prejudicial". Otro consejero, Lorenzo Bini Smaghi, advirtió de que subir esas metas de inflación era “como decir que el mayor problema de la política monetaria reciente fue que Greenspan no fue lo suficientemente enérgico en evitar las consecuencias negativas del estallido de la burbuja en vez de la política equivocada que sirvió para hincharla. Errare humanum est, perseverare diabolicum (errar es humano, pero perseverar es diabólico)".
Aunque desde entonces el panorama ha cambiado, la inflación ha estado menguando desde 2011, la previsión es que se mantenga en bajos niveles al menos hasta 2016 y algunos países, como España o Grecia, los más castigados por la crisis y los recortes, se acercan cada vez más a esa temida deflación. El esfuerzo de la devaluación interna pierde fuelle si los países vecinos y competidores también moderan sus precios. Por eso el sur europeo clama por las medidas.
Menos inflación
Además, es posible que las ya de por sí bajas expectativas de inflación se reduzcan, según advierte ahora el Fondo, y esto “llevaría a unos tipos de interés reales más altos, a un agravamiento del peso de la deuda y a un crecimiento menor”, apuntó. El informe menciona unos de los grandes problemas de España cuando señala que “en los países que necesitan aumentar la competitividad y donde los precios y los salarios deben bajar más con relación otros países de la eurozona, esto significaría una mayor deflación e incluso efectos adversos peores en el crecimiento”.
La deflación es venenosa para la economía porque la expectativa de que los costes bajarán frena muchas decisiones de compra —sobre todo en los viene duraderos aplazables— y la expectativa de devaluación de los activos desincentiva la inversión de las empresas. Esta tendencia se retroalimenta a sí misma, lastrado aún más los precios, y acaba por petrificar la economía.
Pero hay más consecuencias. Aunque los precios bajan, los salarios en términos nominales es muy complicado que se reduzcan, lo que lastra los márgenes de las empresas. Y eso se une a que el peso de las deudas crece en términos reales, lo que con unos salarios congelados o unos ingresos empresariales a la baja complica su pago. Además, los activos a los que están vinculados los préstamos han perdido valor. Un panorama que, en definitiva, puede devolver a una economía como la española a una reciente y terrible pesadilla.
Draghi aseguró tras la última reunión del BCE para decidir sobre política monetaria que el organismo adoptaría “por unanimidad” las medidas necesarias si la tendencia no se corregía, lo que tranquilizó a los mercados. La cuestión es si las palabras del presidente del BCE lograrán mantener su efecto placebo durante mucho tiempo. El FMI ha mostrado claramente que no ve oportuna más espetera para actuar a pesar de que valora la mejora de la demanda interna y ha elevado una décima la previsión de crecimiento de la zona euro tanto para 2014 como para 2015, hasta un 1,2% y un 1,5%, respectivamente.
Unión bancaria
Pero el Fondo tiene más quejas para Europa, el proceso de unión bancaria que busca desvincular los riesgos de los países de sus bancos le parece insuficiente. “Es crítica contar con una unión bancaria más completa para reducir la fragmentación bancaria y debilitar los vínculos entre los riesgos soberanos y los bancos”, señala el informe.
El tipo de proceso de resolución de entidades con problemas que se decidió en la cumbre del 20 de febrero “resulta complejo y puede no proveer de soluciones a tiempo, sobre todo si está previsto el apoyo de un Fondo único de resolución”. En esta línea, el FMI reclama una transición más rápida para el periodo de mutualización de los riesgos y del fondo común para que este lan B que la zona euro para inventado para salvar su unión monetaria salga bien.
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