Crece la resistencia a las presiones de Erdogan contra Internet y la prensa
El Gobierno islamista de Recep Tayyip Erdogan no solo trata de limitar las libertades en Internet sino que aumenta cada vez más su presión sobre la prensa crítica en Turquía, mientras que la resistencia crece, no solo en las calles sino también entre abogados y empresarios.
Miles de personas se enfrentaron anoche a la policía en Estambul en una manifestación contra los controles en Internet, mientras que los abogados y empresarios turcos tampoco aceptan lo que califican como "censura" y "limitación de derechos".
La unión de colegios de abogados de Turquía envió hoy una carta al presidente turco, Abdullah Gül, para exigir que vete la polémica ley, adoptada por el Parlamento el pasado miércoles.
La nueva ley "vulnera la libertad de expresión", "limita las libertades y los derechos individuales" y supone "una censura", señalan los abogados turcos en su misiva.
En tono similar se expresó ya el viernes pasado la patronal turca TÜSIAD y advirtió que la ley tendrá consecuencias negativas para el desarrollo económico del sector relacionado con Internet en Turquía, que se encuentra en plena expansión.
Pero el Gobierno islamista no solo se enfrenta a los empresarios y usuarios de Internet sino también a los propios periodistas, que usan la red de redes para difundir sus noticias y opiniones.
Mientras que se preparaba y adoptaba la ley de Internet, un reportero azerbaiyano, que llevaba cuatro años trabajando en Turquía, fue deportado a su país de origen por su actividad en las redes sociales.
Tras su expulsión el martes, Mahir Zeynalov, redactor del diario "Today's Zaman", tiene ahora prohibido volver a Turquía por considerarse su presencia como "nociva para la seguridad pública y las condiciones políticas y administrativas".
El Ministerio de Interior turco dijo que el periodista envió mensajes en Twitter "contra altos cargos del Gobierno".
Sus defensores dicen que solo difundió enlaces a informaciones relacionadas con el escándalo de corrupción que desde diciembre sacude el Ejecutivo y ya ha forzado la dimisión de cuatro ministros.
La expulsión de Zeynalov, casado con una mujer turca, es sólo un paso más en lo que muchos periodistas turcos consideran un acoso sistemático contra la prensa crítica con el Gobierno.
La semana pasada se airearon en el Parlamento tres supuestas grabaciones de escuchas telefónicas que revelan cómo el Ejecutivo intenta mantener bajo control el llamado "cuarto poder".
En una grabación se oía como Erdogan llamaba a Fatih Saraç, ejecutivo del canal Habertürk TV, para exigirle que eliminara del informativo la intervención de un líder del opositor partido MHP.
En otro documento sonoro se oye hablar a Saraç con el redactor jefe de la emisora y luego con Bilal Erdogan, hijo del primer ministro, para acordar manipular un sondeo de intención de voto a favor del gubernamental partido AKP.
La oposición también ha denunciado en el hemiciclo que en verano pasado Erdogan encargó a su partido recoger fondos de empresarios para financiar la compra del conglomerado mediático "Turkuvaz Media" y asegurarse así que mantenga una línea a favor del Gobierno.
A cambio, se prometió a los empresarios favorecerles a la hora de asignar licitaciones de infraestructuras.
Can Dündar, uno de los presentadores de televisión más populares de Turquía, asegura que fue despedido del canal de noticias NTV cuando se negó a seguir las directrices dadas por teléfono desde la oficina del primer ministro.
"Tras el golpe militar de 1980 hubo funcionarios de censura y nos decían qué escribir y qué no. Hoy es peor, porque nunca sabes de dónde llegará el ataque y la gente se autocensura", cuenta a Efe.
Por su parte, Turgay Olcayto, presidente de la Asociación de Periodistas Turcos (TGC), asegura que en 50 años de profesión nunca había presenciado "una situación tan vergonzosa".
"Llaman a los medios para decir qué contar y qué no, arreglan ventas de empresas prometiendo licitaciones, y ningún periodista se atreve a hacer preguntas críticas al primer ministro; algunos incluso están felices poniendo su pluma al servicio del poder", critica Olcayto en unas declaraciones a Efe.
"Hace 20 años, un periodista que hubiera hecho algo remotamente similar, ya no habría podido mirar a la cara a sus colegas. Me temo que hemos perdido toda vergüenza", se lamenta.
Al mismo tiempo, en las cárceles turcas hay actualmente unos 60 periodistas, más que en cualquier otro país democrático.
Por eso, el país eurasiático no para de bajar en el listado mundial de libertad de prensa, y las recientes grabaciones han mostrado los intentos del Gobierno de controlar la información, lo que a su vez socava la confianza ciudadana en el "cuarto poder".
Un reciente sondeo de la Universidad Kadir Has de Estambul muestra que los medios de comunicación son la institución con menor índice de confianza en Turquía.
Sólo un 19 % de la sociedad turca dice fiarse de ellos, aunque después de los últimos escándalos esta cifra posiblemente seguirá bajando más.
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