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Una cadena de favores que reemplaza el intercambio de dinero

En España hay alrededor de 300 bancos del tiempo en funcionamiento Una asociación crea un 'software' gratuito para agilizar el uso de estas plataformas

Belén Hernández
Una hora es la moneda de cambio básica de estas plataformas.
Una hora es la moneda de cambio básica de estas plataformas. Getty

A Belén Giner no se le da bien el bricolaje y alguien le vino a instalar un ventilador para hacer frente al calor veraniego de Barcelona. ¿Cuánto le costó la instalación? 0 euros. Lo pagó con unas horas que había conseguido dando clases de meditación y relajación a través del banco del tiempo de Gracia del que es miembro desde hace varios años. “Me ayuda a ahorrar cuando se trata de reparaciones. Ahora tengo la caldera estropeada y estoy esperando a poder revisarla. Además y como soy autónoma, otro miembro del banco me hizo la web de mi negocio”, explica la terapeuta.

Para la mayoría de las personas una hora son 60 minutos. Para los usuarios de los bancos del tiempo, además de 60 minutos, una hora es la moneda que sirve para intercambiar servicios dentro de una comunidad. Actualmente en España hay alrededor de 300 bancos del tiempo en funcionamiento, unas 40.000 personas asociadas a plataformas que promueven una economía alternativa, según datos recogidos por la Asociación para el Desarrollo de los Bancos del Tiempo (ADBdT) y Julio Gisbert, autor del libro Vivir sin empleo (Los libros del lince, 2010) y del blog del mismo nombre.

“Lo ideal sería que no existiera ningún tipo de moneda, ni siquiera el tiempo. De lo que se trata es de trasladar la red de solidaridad que existe entre amigos y familiares hasta el barrio o la comunidad más cercana a cada uno de nosotros. Si tenemos habilidades es importante que con ellas nos demos apoyo unos a otros”, asegura Sergi Alonso, presidente de la ADBdT y miembro del banco del tiempo de Gracia, que funciona desde 2004, y Sant Celoni (Barcelona), que acaba de montarse.

De mano en mano

El trueque de bienes también es otra de las alternativas económicas que se mencionan en este sistema de intercambio entre miembros de una misma comunidad. Laura Cañete, responsable de la asociación Adelita, comenzó en el mundo del consumo sostenible con una tienda de trueque situada en el Palacio de Gaviria. El establecimiento, apoyado por 1.200 socios, se convirtió en el primer punto de referencia del trueque en Madrid entre 2010 y 2012. "Cuando llegaban personas con maletas enormes llenas de cosas para cambiar aquello parecía la T4", recuerda divertida. El modelo era sencillo: el intercambio se hacía a través de un sistema de puntos en función de lo que se entregaba para así poder cambiarlos por otros artículos que hubiera en la tienda. La aventura no resultó viable económicamente y Cañete reinventó su apuesta con la misma filosofía: puseo en marcha un mercadillo mensual, el Adelita Market, en el que los participantes pueden vender sus objetos a precios asequibles, entre 2 y 5 euros.

Lucas Sáez Valls, profesor de snowboard y esquí en Candanchú (Huesca) cambió una tabla por una bici. Maria Alba Montero, informática, ha puesto en venta su moto. Y Sergio Ruiz, diseñador, cambió un altavoz Jambox por una maleta de mano. Todos ellos lo hicieron a través de Imixme, una nueva plataforma de intercambio de bienes de segunda mano a través de Internet. "Me gustó ver que había una manera rápida de, aparte de poder vender mis cosas, ver qué podrías conseguir a cambio de cosas que quizás nunca me había planteado deshacerme de ellas", explica Ruiz. "El sistema incorpora un chat guiado entre tres: los usuarios que están cerrando el trato y el sistema para que así nosotros tengamos constancia de que lo han hecho y poder ayudarlos a las gestiones de envío", explica Alfonso Rocha, Ceo de Imixme y uno de sus fundadores.

El intercambio de servicios es muy variado: arreglos en casa, cursos de cocina, cuidar animales en época de vacaciones, ayuda en mudanzas, asesoramiento legal, clases de idiomas, asistencia y acompañamiento a personas mayores, entre otras. “Lo revolucionario es que las horas que sirven de moneda son las mismas que las horas de reloj. Lo que estás dispuesto a dar te lo pagan al mismo precio, es decir, con las mismas horas”, asegura Alonso. Una cadena de favores que reemplaza al dinero. “Los servicios que se ofrecen en los bancos del tiempo no deben confundirse con el voluntariado, sino que es un intercambio basado en un círculo de poder entre iguales. Esa es la clave”, añade Julio Gisbert.

Gisbert sistematiza y da a conocer en su libro las distintas iniciativas dentro de un modelo de economía alternativo. “El trueque, los bancos del tiempo y la red de monedas sociales son sistemas incluyentes que favorecen a aquellos que no tienen recursos. El hecho de ser desempleado no tendría que ser un impedimento para poder vivir dignamente”, explica Gisbert. El experto recalca que son fórmulas económicas basadas en el consumo pero también en la producción y apela al término prosumidor, que se popularizó en Argentina en la época del corralito y que nace de la unión entre la palabra consumer (consumidor) y producer (productor) en inglés.

Con el desarrollo de la tecnología, cada vez son más los bancos del tiempo y redes de trueque que nacen en Internet. Para facilitar su gestión, la asociación que preside Alonso ha creado Timeoverflow, un software libre y gratuito que facilita la puesta en marcha de un nuevo banco del tiempo y agiliza las gestiones de quienes lo usan: “A los usuarios de un banco de tiempo a través de esta plataforma les será más fácil saber qué ofrece cada miembro”, puntualiza. Sin embargo, para Alonso es fundamental que estas comunidades se dinamicen con reuniones y encuentros físicos, donde en ocasiones se acuerdan más intercambios que a través de la Red.

Cronobank es el primer banco mundial del tiempo que ha nacido a través de Internet. Con traducción simultanea en 55 idiomas, la plataforma está en plena expansión en el mundo hispanohablante. Su objetivo es servir de lugar de intercambio de servicios de un punto a otro del mundo, pero también una iniciativa utilizada por vecinos de un mismo barrio. “Queremos que además de usar la moneda tiempo sea un lugar de encuentro. Es una manera de acercarse a una economía alternativa y darnos cuenta de que lo que realmente nos hace felices no es una cantidad de dinero”, explica Sergio García, su fundador. En sus ocho meses de vida tiene 1.500 usuarios. Una de las novedades de esta plataforma son Los viernes de la economía solidaria, un encuentro semanal con expertos en alternativas económicas para que respondan a preguntas de todo tipo a través de la web y que estará activo a partir de febrero.

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Sobre la firma

Belén Hernández
Redactora de Estilo de Vida, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde escribe sobre cultura y tendencias, pero también sobre infancia, medio ambiente y pobreza en países en desarrollo. Antes trabajó en El Mundo y Granada Hoy. Es granadina, licenciada en Periodismo por la Universidad de Málaga y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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