Un otoño gélido para los precios
No es que la inflación sea baja, es que está congelada bajo cero pese a que pueda subir en los próximos meses
La información más destacable de esta semana se ha situado en el ámbito de los precios y costes laborales, con la publicación del IPC de noviembre y del Índice de Coste Laboral Armonizado (ICLA) del tercer trimestre. Esta vez no hubo sorpresas. La tasa de variación interanual de los precios de consumo aumentó desde -0,1% en octubre a 0,2% en noviembre [gráfico superior izquierdo]. Los productos que explican en mayor medida este aumento son los carburantes y lubricantes, los automóviles, los servicios telefónicos y el tabaco. Ahora bien, ello no se debe a que sus precios hayan aumentado respecto a octubre. Los del tabaco, automóviles y servicios telefónicos se han mantenido estables y los de los carburantes han caído un 1,1%. Simplemente, en noviembre de 2012 descendieron o descendieron más que en este año y ello provoca que la tasa interanual de los mismos haya aumentado.
Y es que esta tasa interanual no nos dice cómo va la inflación en el mes o los meses recientes, sino cómo ha ido en los 12 últimos. Para tener una idea más precisa de cómo se está comportando la inflación en los meses más recientes debemos utilizar, como hacemos con el resto de indicadores de coyuntura, las tasas mensuales o trimestrales. Antes debemos corregir las series temporales de factores estacionales, lo cual no es usual hacerlo en Europa con el IPC, pero sí se hace en Estados Unidos. Trabajar con la inflación interanual puede inducirnos a apreciaciones erróneas sobre el verdadero nivel o la evolución de la inflación en un momento determinado, lo que puede llevar a expectativas equivocadas o, peor aún, a decisiones de política monetaria erróneas. Pensemos qué sucede cuando hay una subida fuerte del precio del petróleo o en los tipos del IVA. La tasa interanual del IPC se dispara en ese mes (muchas veces por encima del objetivo de los bancos centrales), se produce un efecto escalón y, aunque los precios se mantengan estables en los meses siguientes, la tasa interanual se mantiene elevada durante 12 meses, hasta que, si el fenómeno no vuelve a repetirse un año después, desaparece el escalón y la tasa interanual baja. En este caso, es erróneo decir que hemos tenido una inflación alta durante 12 meses. La interpretación correcta es que en un mes tuvimos una inflación muy alta, pero luego la inflación desapareció. Hemos visto subir los tipos de interés a los bancos centrales (por ejemplo, el alza de julio de 2008 por el BCE) para dominar una inflación inexistente o en proceso de corrección por sí misma.
La mayor parte de la recuperación de la competitividad viene por el aumento de la productividad
En el gráfico superior derecho podemos ver cómo se produjo este fenómeno en España tras la subida del IVA en septiembre de 2012. La inflación ahí representada es la tasa móvil anualizada del IPC medio de los tres últimos meses respecto a los tres meses precedentes, una vez corregida la estacionalidad. La tasa de la llamada inflación subyacente, la más idónea para analizar la tendencia de los precios al margen de variaciones volátiles de la energía o los alimentos frescos, se disparó hasta casi el 4,5% tras la subida del IVA, pero pocos meses después ya estaba por debajo del 1%. Con el dato de noviembre esta tasa se ha situado próxima al -1%, frente a un 0,4% que nos da la tasa interanual. Es decir, no es que tengamos una inflación baja, es que está congelada bajo cero, aunque las previsiones apuntan a que vuelva por encima de cero en los próximos meses.
El ICLA es otro índice de inflación, en este caso de costes laborales por hora trabajada. En el tercer trimestre el aumento fue del 0,5% respecto al trimestre precedente, una tasa elevada en comparación con las variaciones cercanas a cero observadas en los trimestres anteriores, por lo que puede valorarse como un tanto irregular. Lo importante es ver la tendencia y cómo se compara su evolución con la del resto de socios del euro. Como puede verse en los gráficos inferiores, desde 2000 hasta 2009 los costes laborales españoles crecían todos los años bastante más que los de Alemania o la media de la zona euro, sin que ello fuera compensado por aumentos relativos de la productividad. Desde 2010 se produce el fenómeno contrario, aunque la corrección es modesta. La parte más importante de la recuperación de la competitividad está viniendo por los aumentos de productividad que, a su vez, derivan de los fuertes ajustes de plantillas. Aprendamos la lección para el futuro.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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