Pekín estudia imponer multas astronómicas a GSK por una red de corrupción en China
El Gobierno central chino está estudiando imponer multas astronómicas a la farmacéutica británica GlaxoSmithKline (GSK) por fomentar una agresiva cultura laboral que animó y condujo indirectamente a su personal de ventas a crear y coordinar una red de sobornos para aumentar sus ventas en el país.
"Deberíamos aprender de la práctica de otros países que imponen multas astronómicas" ante este tipo de casos, afirmó en su portal oficial el Ministerio de Seguridad Pública, responsable de la policía china, que acusa a GSK y al que fue su presidente ejecutivo hasta julio pasado, Mark Reilly, de soborno y fraude de datos.
De hecho, el año pasado GSK acordó con el Departamento de Justicia de EEUU pagar una multa de 3.000 millones de dólares (2.300 millones de euros) por falsear u ocultar información sobre tres medicamentos y por sobornar a médicos en 2003 para que recetaran uno de sus fármacos, la mayor multa del país a una farmacéutica.
El ministerio policial reveló el martes que, por las confesiones y testimonios recabados en los últimos días, cada vez es más evidente que la corrupción creada por esta empresa en China no fue fruto de la acción individual de algunos agentes de venta aislados, sino de una red de sobornos coordinada desde la propia empresa.
La firma está acusada de destinar unos 3.000 millones de yuanes (372 millones de euros, 490 millones de dólares) a sobornos a médicos y centros sanitarios, así como de evasión de impuestos.
Uno de sus cuatro directivos detenidos en julio, su directora de desarrollo de negocios, Huang Hong, reconoció a la policía que la central de GSK en el Reino Unido les había fijado ritmos de crecimiento anual de las ventas de hasta un 25 %, entre 7 y 8 puntos porcentuales por encima de la media del sector en China.
Para conseguir estos resultados la empresa vinculaba los salarios al volumen de ventas de cada empleado, de manera que quien no cumpliera con los objetivos pudiera perder miles de yuanes al mes.
"Con esos objetivos tan poco razonables, si no tomamos medidas ilegales, es muy difícil conseguir un crecimiento de las ventas tan alto", dijo Hong, según recoge hoy el diario "South China Morning Post": "Mark Reilly (que llegó a GSK China en 2009) cambió los objetivos de la compañía para que las ventas fueran lo principal".
Hong explicó además que Reilly creó equipos de trabajo destinados al servicio de sus principales clientes en el país, como centros hospitalarios, y que ella misma encabezaba uno de 50 personas.
Para agradar a estos clientes, GSK patrocinaba viajes para sus responsables, "y todo el sector sabe que, en cada evento, había vacaciones, o regalos caros, o a veces directamente dinero que se les daba", reconoció Hong.
De hecho "los departamentos de finanzas y auditoría a veces incluso nos enseñaron cómo hacer que los recibos parecieran normales y a asegurarnos de que esos gastos cumplieran con las reglas", confesó una empleada de GSK en Zhengzhou (provincia de Henan, centro), apellidada Wang, según el diario "Shanghai Daily".
Con todo, por ahora el Ministerio de Seguridad Pública no ha acusado formalmente a Reilly ni a la central de GSK en Londres de corrupción.
"Los problemas de los gigantes farmacéuticos internacionales en China no son tan simples como que haya unos empleados aislados y unas terceras partes (las agencias de viajes que utilizaron de pantalla para llevar a cabo los sobornos) que cometen unos actos sin ética", afirma en su portal el ministerio policial.
En los libros de contabilidad de la multinacional en China "hay acciones de manera masiva y sin sentido por todo el país que son sorprendentes", asegura.
Por ahora el presidente ejecutivo de GSK, Andrew Witty, ha presentado el caso como acciones aisladas de un grupo de empleados sin conocimiento de la empresa, dado que de probarse lo que afirma la policía china, se enfrentaría a la Ley sobre Sobornos británica y a la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero de EEUU.
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